Somos lo que son nuestros pensamientos. “Nuestras vidas son el producto de nuestros pensamientos” (Marco Aurelio).
Napoleón ganó, amasó fama, poder y tuvo cuanto un ser mortal pudiera soñar. Y sin embargo al final de la vida exclamaba desilusionado en su destierro de Santa Elena: “Los días felices de mi vida no han sido ni siquiera seis”. En cambio, Elena Keller, ciega y sordomuda, escribía: “La vida ha sido para mí tan bella y consoladora”. En verdad la vida es para cada quien según sean las gafas con las cuales la mira.
No se puede poner atención a los malos pensamientos, poco a poco acaban con la existencia y la felicidad. Los pensamientos nos permiten gozar o sufrir, triunfar o fracasar. La vida, pues, nos va en cambiar nuestra actitud mental, ya que “cada cual es afectado no tanto por lo que le sucede, sino por la opinión que tiene acerca de lo que le sucede” (Montaigne). Los pensamientos influyen en la acción y ésta en los pensamientos; por eso, recomendaba William James cambiar las acciones, ya que “la acción logra cambiar los sentimientos. Así que, si alguien siente que ha perdido la alegría y el entusiasmo, que se dedique a obrar como si tuviera entusiasmo y alegría, y verá como la acción transforma su sentimiento”. Sin embargo, hay personas que siempre encuentran un pero a todo. Sí, es muy buena persona, pero…
Nos cuesta reconocer los dones de los otros, sus triunfos. Nos cuesta ser agradecidos con las personas que nos hacen el bien. La moneda con la que pagamos, normalmente, es con la ingratitud y con un montón de peros. Así fue correspondido Bolívar quien fue declarado persona no grata. Al dar su último paseo por las orillas del mar, exclamaba desilusionado: “Cristo, Don Quijote y yo nos parecemos en que gastamos nuestras energías en buscar el bien de los demás y no recibimos en cambio sino ingratitud, desprecios y olvido”. Podemos estar seguros que lo que hacemos por los otros, no quedará sin recompensa, pues el premio de lo que hacemos a favor de los demás, nos espera más allá de las estrellas.
Los problemas, si se enfrentan con actitud positiva y con alegría, se les vence fácilmente. Cuando los jóvenes veían más alegre a San Juan Bosco, decían; “Hoy debe haber tenido un problema inmenso, porque está más sonriente que de costumbre”. Y así sucedía en verdad. Un día su secretario le dijo: “Comentan sus amigos que nunca lo habían visto tan alegre y comunicativo como hoy”. Y él le respondió:
-“Y sin embargo hoy he tenido la pena más grande de toda mi vida y he tenido que solucionar un problema como nunca me lo había imaginado que me iba a llegar”.
Siempre es buen pensar bien, ver lo bueno de las personas y acontecimientos, sin buscar los peros.
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