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Actualizado 19/01/2024 10:09
Marcelino García

«Amnistía Internacional no ha determinado que la situación en Gaza constituye genocidio. Sin embargo, hay señales de advertencia alarmantes habida cuenta de la extraordinaria magnitud de muerte y destrucción con más de 23.000 homicidios de personas palestinas en poco más de 3 meses y otras 10.000 en paradero desconocido bajo los escombros, presumiblemente sin vida, así como del espeluznante aumento de la retórica deshumanizadora y racista contra la población palestina por ciertas autoridades del gobierno y el ejército israelíes. Esto, unido a la imposición por Israel de un asedio ilegal en Gaza que ha interrumpido o restringido gravemente el acceso de la población civil a agua, alimentos, asistencia médica y combustible, está infligiendo un sufrimiento inimaginable a la población gazatí y poniendo en peligro su supervivencia».

Juan L. Hernández

Activista por los derechos humanos

El 7 de octubre de 2023, Hamás perpetró un execrable atentado terrorista en Israel con un trágico balance de entre 1200 y 1400 muertos, multitud de heridos y unas 270 personas secuestradas, entre los que se incluyen niños, mujeres y personas ancianas israelíes y de distintas nacionalidades, de las que aún aproximadamente la mitad de ellas siguen retenidas a pesar de los esfuerzos de distintos mediadores para tratar de que sean liberadas. La esperada y anunciada respuesta de Israel a tal agresión no ha sido solo una acción de represalia sino más bien de venganza por los hechos ocurridos es su territorio.

En realidad, nadie discute el derecho de un Estado y en este caso de Israel a utilizar el derecho a la legítima defensa y a la protección de sus ciudadanos ante situaciones como estas. Sin embargo, la respuesta del todo desproporcionada que se está llevando a cabo es de tal magnitud que, según fuentes palestinas, son más de 24.000 los muertos (la mitad de ellos son mujeres y niños) y 61.000 los heridos, cifras que aumentan día a día. La franja de Gaza sufre una destrucción de tal magnitud que las imágenes que nos ofrecen diariamente los reporteros que se encuentran en la zona son difíciles de soportar y la inacción de quienes podrían poner fin a este desastre, ya sea por sus intereses políticos, económicos y de influencia en la zona, es difícil de entender.

El desgarro mental que cualquier persona con un mínimo de sensibilidad y compasión puede soportar ante lo que esta guerra nos está ofreciendo no tiene límite. Día tras día vemos hospitales masacrados, ciudades ya prácticamente inexistentes ante tal destrucción, gentes desesperadas luchando por conseguir alimentos, combustible y medicinas, niños desconsolados viendo cómo sus familiares y vecinos son asesinados y la hecatombe que se desarrolla a su alrededor.

Amnistía Internacional, el Observatorio de los Derechos Humanos (Human Rights Watch), Médicos Sin Fronteras, la Cruz Roja, la Media Luna Roja y otras tantas instituciones y ONG no cejan en condenar lo que Israel está llevando a cabo. Es más, se ha acusado al Estado judío de que esté llevando un genocidio contra los gazatíes. De hecho el pasado 11 de enero, la Republica de Sudáfrica ha denunciado al Estado de Israel por genocidio ante la Corte Internacional de Justicia. El máximo tribunal de la ONU ha abierto la audiencia a la acusación de Sudáfrica de que «Israel tiene la intención deliberada de destruir a los palestinos». Es cierto que determinar y asegurar que se está llevando a cabo un genocidio en Gaza será muy complicado de determinar por la Corte Internacional de Justicia, aparte de que, según se informa, puede llevar años llegar a un dictamen emitido por este tribunal. Además, y según distintas encuestas realizadas, la gran mayoría de los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país y de otros muchos países en Europa y en el mundo están rotundamente en contra de esta guerra y son muchísimas y multitudinarias las manifestaciones de condena ante lo que está ocurriendo en Gaza y a favor del sufrido pueblo palestino.

Amnistía Internacional, que ha emitido constantes y numerosos comunicados denunciando esta masacre, ha declarado que: «Amnistía Internacional no ha determinado que la situación en Gaza constituye genocidio. Sin embargo, hay señales de advertencia alarmantes habida cuenta de la extraordinaria magnitud de muerte y destrucción con más de 23.000 homicidios de personas palestinas en poco más de 3 meses y otras 10.000 en paradero desconocido bajo los escombros, presumiblemente sin vida, así como del espeluznante aumento de la retórica deshumanizadora y racista contra la población palestina por ciertas autoridades del gobierno y el ejército israelíes. Esto, unido a la imposición por Israel de un asedio ilegal en Gaza que ha interrumpido o restringido gravemente el acceso de la población civil a agua, alimentos, asistencia médica y combustible, está infligiendo un sufrimiento inimaginable a la población gazatí y poniendo en peligro su supervivencia».

A pesar de esto, Netanyahu y su gobierno no cesan en acusar de ser cómplices del terrorismo de Hamás a todo aquel que se posicione contra la guerra y a favor de la población civil palestina; ya sea el Secretario General de la ONU Antonio Guterres, el Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores Josep Borrel, el Presidente del Gobierno español Pedro Sánchez o el mismísimo Papa Francisco. Eso sí, si el presidente de los Estados Unidos Joseph Biden sugiere tímidamente que modere sus ataques a la población civil, Netanyahu asegura que el ejército solo combate a a los terroristas de Hamás y que respeta, dentro de lo posible, a la población civil. ¿Es respetar a los civiles los más de 10.000 niños muertos? Según encuestas, el 85% de los israelíes son partidarios de la guerra. No sé si sus medios informativos emitieran y publicaran, que no lo hacen, las imágenes que fuera de su país se pueden ver, seguirían apoyando la ofensiva.

Por si esto no fuera suficiente y lejos de aminorar el conflicto, éste se está expandiendo con la entrada en el mismo de otros actores como Hezbulá en el Líbano, con el apoyo de Irán, y los hutíes en el Yemen, que han trasladado al mar Rojo la inestabilidad en la región con ataques a buques mercantes y la consiguiente respuesta de Estados Unidos y el Reino Unido.

Desafortunadamente, la perspectiva es desalentadora y quienes pueden sofocar este incendio, como son las grandes potencias involucradas, organismos internacionales como la ONU, la UE o la Liga de los Estados Árabes, deberían ponerse a trabajar en serio y poder poner fin a esta devastadora masacre.

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