Cuando hace un par de meses me pidieron abordar algún asunto de actualidad en una columna de opinión, para la edición en papel de este periódico correspondiente a diciembre, me decanté por la contratación de médicos sin especialidad para desempeñar las funciones propias de los especializados en Medicina Familiar y Comunitaria. Usaba como punto de partida la fecha del examen MIR, y ese día ha llegado.
Los médicos aspirantes a obtener una plaza de formación especializada arrancaban ese diciembre con la mirada puesta en su día D, este 20 de enero de 2024. Han sido 13.990 los admitidos para los 8.772 los puestos ofertados. Se examinarán todos a la vez y afrontarán una misma prueba, una auténtica rareza el MIR y sus hermanos (FIR, EIR, PIR, etc.) en esta España desigual hasta el absurdo. Tan débil es el hilo del que pende el Gobierno actual que incluso se ha llegado a hablar del desmantelamiento de este sistema de formación, acreditado y reconocido, de modo que determinadas comunidades autónomas asumieran su particular manera de formar a los médicos. Habrá que estar atentos cuando haya que volver a convalidar algún decreto y echen cuentas sobre las votaciones…
Por aquellas fechas aquel tema era noticia por estos lares, porque la Junta de Castilla y León acababa de comunicar las cifras de tan controvertidas contrataciones. Por supuesto que no es la única administración sanitaria que las realiza, ni son novedad de este otoño pasado. En esta modesta columna ya se viene tratando sobre ello desde mucho tiempo atrás, y seguro que sigue saliendo a relucir la cuestión, pero pronto fue sacada de la palestra mediática, pues, no en vano, es práctica perversa que comparten gestores sanitarios de los diversos colores políticos y todos se justifican con las excusas cortoplacistas que deberían estar en las antípodas del buen gobierno.
Como si fuera ya tradición post-navideña, además del frío invernal se ha hablado del pico de incidencia de infecciones respiratorias, y ahí es donde se han echado a pelear Ministerio de Sanidad y consejerías del ramo, a cuenta de la mascarilla. Que si obligo, que si recomiendo, en lo que ya es un clásico de lo más recurrente, porque al ciudadano acatarrado en enero, como toda la vida, parece que hay que hablarle del catarro, del suyo y del de todos, o eso deben entender los asesores de la ministra, y madre, y médica, etc. Por su parte, al Sr. Sacyl, que por aquí impera, se le ha ocurrido hacer un esfuerzo de accesibilidad de lo que ya debía ser accesible desde hace meses, vacunarse, así que el fin de semana pasado dio a luz a las vacunaciones más caras del mundo, como el turrón que ahora nos proponemos bajar, no de precio sino de peso.
El caso es que ya no se habla de las crecientes contrataciones de médicos sin especialidad para ejercer como médicos de familia. Tras el examen de hoy, cuando elijan su plaza, podrán iniciar su proceso 2.492 nuevos residentes en esta especialidad. Podría pensarse que todos los que ahora ocupan esos puestos, como trabajadores eventuales sin la formación que antes se exigía, se enfrentarán esta tarde a la prueba, pero no es así. A la vista de la situación, muchos de ellos no la realizarán, y no serán pocos los que, pudiendo escoger una plaza de formación en Medicina Familiar y Comunitaria, tampoco la elegirán, porque en este círculo vicioso la especialidad se va degradando sin que a casi nadie parezca importarle.
De hecho, no es raro leer en artículos que aspiran a justificar a los gestores sanitarios, según la inclinación de quien escriba y quien mande en según qué región, que todo se trata de un problema burocrático que entorpece la homologación de títulos y la incorporación de profesionales necesarios. Esto no es así, sino que por múltiples errores del pasado, pues no es justo acumular la culpa sobre los actuales responsables, se ha llegado a un punto en el que, más que no haber suficientes médicos, no hay suficientes médicos que quieran ser médicos generalistas, de atención primaria, especializados en Medicina Familiar y Comunitaria, y ya no digamos rurales. Lacerado ese tejido de profesionales que está cerca de los catarros de enero, ¡menuda noticia!, pero que, sobre todo, es capaz de ver a la persona no como un sumatorio de problemas de salud sueltos, el sistema sanitario avanzará cada vez más rápido hacia un modelo aún menos sostenible.
Había titulado aquella columna en papel “Consulte con su médico de cabecera… mientras lo tenga”. Era largo para el espacio disponible y pasó a ser la última frase, reemplazada por un más ajustado “En peligro de extinción”. Tendremos que atravesar este trance peligroso sin extinguirnos porque, si no, a quién le van a pedir el antibiótico para el catarro nuestro de cada enero. ¡Resistencia!
¡Suerte en el examen, compañeros! Y un abrazo desde la guardia.
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