Se las prometían muy felices Feijóo y el resto de los diputados del PP el pasado miércoles 10, a primera hora de la mañana, antes del comienzo de la sesión del Congreso de los Diputados en la que debían convalidarse tres Decretos-Leyes que estaban en el aire ante la posición contraria a los mismos de la formación de Junts y la negativa del PP de votar a favor cualquier iniciativa del gobierno, por muy buena que sea para los intereses generales de los españoles. Feijóo ya estaba preparando un festín en la sede “pepera” de Génova 13 –aquélla que reformaron con dinero negro, probado en sentencia judicial-; pero, según avanzaban las horas, los gestos de satisfacción se iban tornando progresivamente, primero en rostros de incredulidad y después, de ira y tragedia; ya que, al final, fueron convalidados dos de los tres Decretos-Leyes, los más importantes para la economía de los ciudadanos.
En verdad, resulta sorprendente la postura del PP en relación a estos asuntos. Es increíble que un partido que se define de Estado, actúe de esta forma y que le haga feliz que las políticas sociales, las que penetran en los tuétanos de la economía familiar, sobre todo en la de las clases sociales menos pudientes, como la rebaja del IVA de los productos de primera necesidad (alimentos, luz o gas), la gratuidad del transporte público, la revalorización de las pensiones o la eliminación de las comisiones bancarias por retirar efectivo, no se aprueben. Eso es lo que pretendían PP y VOX al votar en contra de estos Decretos-Leyes. Además, si el PP no quiere que haya contrapartidas del gobierno hacia formaciones políticas independentistas por su apoyo, si se muestran indignados y cabreados por los acuerdos del gobierno con Junts ¿por qué no han sido generosos con los derechos sociales y económicos de los ciudadanos votando a favor de estas medidas, evitando así esos acuerdos gobierno-Junts? ¿por qué han votado en contra y hubieran disfrutado de lo lindo si estas medidas no se hubieran aprobado? El apoyo del PP habría sido lo más honesto, sensato y coherente. Pero prefieren que los ciudadanos se hundan, que no se incrementen las pensiones ni las medidas sociales con tal de no dar su “brazo a torcer”. La hipocresía del PP no tiene límites ni sus líderes decencia política. Ya lo dijo Cristóbal Montoro, aquél ministro de Hacienda de M. Rajoy que aprobó la amnistía fiscal para los más ricos y que fue declarada inconstitucional por el TC “que caiga España que ya la levantaremos nosotros”.
Pero, además, la aprobación del decreto anticrisis, también conocido como “decreto ómnibus”, está vinculado a la recepción de otros 10.000 millones de euros de los Fondos de Recuperación europeos y si no se hubiese convalidado el Decreto-Ley, no los hubiéramos recibido, con lo negativo que hubiera sido para la economía española y el bienestar de los ciudadanos en su conjunto. Es, por tanto, incuestionable, que a Feijóo y al PP le importan un bledo los problemas de los españoles; lo único que le motiva, inspirado en las tesis más radicales de Ayuso y los “peperos” de turno, es el enfrentamiento, la discordia, el ruido y la polarización política para obtener rédito electoral y llegar cuanto antes al poder, caiga quién caiga.
El avinagrado y rencoroso Feijóo no soporta seguir en la oposición y que a los españoles les vaya mejor con las políticas sociales del gobierno de Pedro Sánchez. Por tal motivo, quieren seguir metiendo ruido y miedo a los ciudadanos convocando nuevas manifestaciones contra el gobierno, la próxima para finales de enero y lo harán portando y adueñándose de símbolos y estandartes que son de todos, mezclando banderas españolas oficiales con las de los “tercios de Flandes” y las que llevan como escudo el águila de San Juan, es decir, las utilizadas por la dictadura franquista antaño y hogaño por la extrema derecha de Vox con la complicidad y aquiescencia del PP, exhibiendo un patriotismo caduco y trasnochado; típico de quienes dicen llevar a España en el corazón, pero que tienen sus cuantiosos ahorros en paraísos fiscales. Esos son los que identifican a aquélla España, la vieja, la caduca y carcomida, con olor a naftalina.
Que sigan en esa línea, ya se cansarán. Mientras tanto, el gobierno avanza en la universalización de las políticas públicas a todos los ciudadanos. La última conocida es el acuerdo entre gobierno y sindicatos para subir un 5 % el Salario Mínimo Interprofesional. Es una pena que la CEOE no haya querido unirse al acuerdo. Una subida que afectará a 2,5 millones de trabajadores, que cobrarán 1.134 euros en 14 pagas, es decir, 54 euros más al mes.
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