El día de hoy todavía resulta posible apreciar un patrón bien definido en el ornamento de espacios como el de los patios señalados. Además de guardar proporciones en la disposición de los elementos del conjunto en relación con pensamientos tradicionales y simbólicos como los del Libro de las Mutaciones, o I Ching, uno puede ver, por ejemplo, el trazado de senderos en zigzag para llegar de un lugar a otro, o la estética de los peces rojos en estanques de piedra, o la imagen de montañas representadas en el esfumado natural de las piezas de mármol cortadas y pulidas, en marcos para pender como pinturas en cuadros.
En esta ocasión deseo hablarles de mi persona en Nanjing. La ciudad está en China. Se trata de la capital de la provincia Jiangsu. El país tiene unas 23 provincias. Cuando yo era más joven, el país que realmente despertaba más mi interés era Japón. Y quizá incluso antes que Japón, cuando yo todavía nadaba y competía a nivel nacional, Australia. Mis paletas (unos instrumentos para usar con las manos y favorecer el apoyo y la sensibilidad del agua) eran amarillas y verdes precisamente por esa razón del color de los uniformes deportivos nacionales. Otras amistades preferían Italia, Alemania, Francia, Brasil, Inglaterra. Yo secretamente decía Japón, aunque todo lo que leía y veía de cine y escuchaba de música era prácticamente de China en su totalidad.
En China, la civilización se encuentra en otro estado de desarrollo distinto al del resto de pueblos conocidos por mí. Sus 10,000 años de historia no pasan en vano a la hora de hablar de la formación de una identidad cultural. En una entrevista, Jorge Luis Borges habló de China para Asia como la Grecia de nosotros las mujeres y los hombres occidentales. Aquí la vida digital aplasta con una magnificencia y elegancia inapreciables el progreso tecnológico de otros países así llamados de primer mundo. Una colega de la universidad donde trabajo, Nanjing Tech University, ella de nacimiento y de sus primeros años de vida rusa pero después alemana por su lugar de residencia y sinóloga de profesión, me hablaba de la conectividad a la red en Alemania. Me hablaba del costo de la electricidad. Me platicaba sobre la disposición de los campus en las ciudades. En el arco del semestre, en muchas ocasiones coincidimos en al autobús del campus donde vivimos al campus donde trabajamos.
Otra amistad frecuente de ese autobús universitario ha sido J. Ettinger. Él ha recorrido todo México y Centroamérica en coche. También le ha dado la vuelta a España por el mismo medio. Nativo de los Estados Unidos, al parecer ha tenido la ocasión de atisbar siquiera de paso los usos y las costrumbres de culturas distintas. Su español va muy bien. Le alcanza si no para entender a cabalidad los Siglos de Oro de las letras españolas al menos sí la Generación de Plata con Federico García Lorca y Luis Cernuda. Con él a veces hablo en español. En ese contexto del autobús universitario lo frecuente resulta conversar en inglés. Ayer otro profesor de Escocia me hablaba sobre algunas características de la vida del estatus social alto de la ciudad de Nanjing. A veces puedes estar de frente a un edificio si no en apariencia abandonado al menos sí de un aspecto no muy de seis estrellas. Uno podría pensar que no hay nada más ahí que una penumbra tocada por las motas del polvo acumulado por el paso del tiempo. Pero no hace falta otra cosa más que alguna amistad de aquí te invite a ese lugar para descubrir cómo en su interior se despliega un emporio inapreciable. A uno de estos sitios nos invitaron a comer los estudiantes de mi Departamento de Español a nosotros los profesores. No saben cómo son esos lugares por dentro.
Posiblemente, algo de lo anterior guarde correspondencia con una disposición de los hogares nobles desde la más remota antigüedad. Al lado de prácticas sofisticadas como liturgias funerarias y refinadas piezas de arte en jade y cerámica, el conjunto arquitectónico de los hogares nobles exhibía el despliegue de al menos dos estancias bien identificadas, una en el patio exterior, a la entrada del recinto, y otra en la parte trasera, donde se ubicaban los dormitorios. El día de hoy todavía resulta posible apreciar un patrón bien definido en el ornamento de espacios como el de los patios señalados. Además de guardar proporciones en la disposición de los elementos del conjunto en relación con pensamientos tradicionales y simbólicos como los del Libro de las Mutaciones, o I Ching, uno puede ver, por ejemplo, el trazado de senderos en zigzag para llegar de un lugar a otro, o la estética de los peces rojos en estanques de piedra, o la imagen de montañas representadas en el esfumado natural de las piezas de mármol cortadas y pulidas, en marcos para pender como pinturas en cuadros. En una comida con personas mayores, o en un contexto más o menos formal, los comesales degustan los bocados lento. Y si beben alcohol, en un punto cambian la bebida fuerte por otra suave.
Algunas de estas cosas se miran cuando uno llega aquí con un título profesional bajo el brazo. Y se conocen personas majas, como mis amistades de 3z coffee, a un costado del campus de la uni en Gulou. Esas amistades son precisamente las de la fotografía de la imagen. Ellas son mis profesoras de chino. Muy pacientemente me enseñan a pronunciar los tonos de las palabras. Hoy me enseñaron a decir dos palabras bastante básicas que yo no sabía aún, naranja y selfie. Curiosamente, el café abrió sus puertas casi al mismo tiempo cuando llegué en septiembre. La expresión yuan fen (??) habla de esta suerte de conexión inmaterial cuando los destinos de dos personas confluyen en un mismo punto y espacio. Algo de esto me sucedió con una profesora emérita de la universidad. Su hijo gestiona casinos en otro país oriental tras haberse graduado de MIT y Stanford. Debido a su amistad yo puedo disfrutar los servicios deportivos y de ocio de un resort de lujo en la ciudad.
Cada tarde, entonces, cuando después de haberme empleado en el estudio del Boom Latinoamericano o de las civilizaciones prehispánicas con mis estudiantes disciplinados y ansiosos de conocer a cabalidad el mundo iberoamericano, cuando después de haberme empleado en mi trabajo, digo, llego a Gulou, 3z coffee despliega su encanto gastronómico y me permite divisar de un modo más claro aún la belleza de un continente abierto a entablar un trato generoso y refinado con todos sus vecinos del planeta tierra. Japón, a fin de cuentas, lo sigo recordando con las películas de Akira Kurosawa de mi juventud, con su pintura de la ola. Pero en esta ocasión comprendo cómo no se trata más que de uno de los hermosos poemas chinos donde la persona desaparece y la inmensidad de la naturaleza y el cosmos enciende su luz. Ayer mi compañero del Departamento de Español de Nanjing Tech University, Eduardo Torres, me invitó un café en una parte nueva del campus desconocida hasta entonces por mí. Los amigos siempre le descubren un mundo nuevo a sus amistades. La celebración del inicio del año 2024 la festejamos con un investigador posdoctoral del Departamento de Física, Flemming, de origen danés. También nos acompañó otra amiga china. El Año del Dragón iniciará aquí dentro de un mes. En torno a esos días, o antes si se puede, deseo invitar a mi directora, Dra. Luan Yun, a degustar la comida que por causas de fuerza mayor no pudimos tener en Noche Buena.
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