¿Qué es un hombre? (…) Es esa fuerza que siempre termina derrocando a los tiranos y a los dioses.
ALBERT CAMUS
La IA ayuda a pensar y no podemos derogarla, pero lo que nos permite es bañarnos en un mar de información. Para orientarnos en ese mar se requiere una capacidad de reflexión que no la provee la inteligencia artificial”.
CARLOS PEÑA
Comenzamos un nuevo año lleno de propósitos y esperanzas, pero como el año anterior se presenta con grandes incertidumbres. Dejamos un año cargado de guerras y conflictos, crisis en la banca, formación de gobiernos de ultraderecha, más tensiones entre Estados Unidos y China, subida de precios, calentamiento global, terremotos, inundaciones, más pobreza, etc.
Pero una de las cosas que más preocupan es la inteligencia artificial, por un lado, por toda una serie de consecuencias desconocidas, pero por otro, la competencia global y el liderazgo geopolítico mundial será fundamental la inteligencia artificial generativa. Muchas empresas y muchos gobiernos pasarán de considerar a la inteligencia artificial generativa como un elemento integral de sus estrategias, para utilizarla para predecir riesgos y prevenir perdidas, eficiencia energética, incluso para tratamientos individualizados en el sector sanitario. En un futuro no muy lejano, la nanotecnología les permitirá a los seres humanos curar las enfermedades por medio de diminutos robots capaces de reparar nuestro organismo a nivel celular.
A medida que avanzamos, la búsqueda de máquinas que piensen y actúen como humanos continúa siendo una empresa ambiciosa y desafiante. Se busca desarrollar sistemas y algoritmos capaces de imitar la inteligencia humana en máquinas. Asocia características de la inteligencia humana como el aprendizaje, el reconocimiento, el procesamiento de lenguaje natural, la toma de decisiones y la resolución de problemas.
El internet de las cosas es mucho más que automatizar. Conectar a personas ya se ha realizado, pero si conectamos objetos el universo se amplía y se facilita la vida. Detrás de la esquina está internet del todo, donde los que entrarán en la red no seremos nosotros, lo harán nuestros robots, el software inteligente que se relacionará con ese mundo líquido y cambiante, que lo llegará a interpretar mejor que nadie. Lo que hoy llamamos internet, será todo en nuestras sociedades, el mundo se está automatizando sin el permiso de nadie. Nuestras ciudades, nuestras ropas, nuestros vehículos estarán dotados de diminutos sensores que harán del mundo un lugar cada vez más interconectado.
Pero también el uso masivo de la inteligencia artificial conlleva toda una serie de riesgos económicos, sociales y éticos. Robots y algoritmos ya están reemplazando a numerosos trabajadores en diferentes industrias. Hemos pasado por varias revoluciones industriales, la historia nos enseña que con cada cambio se produce la destrucción de empleo a gran escala. Esto podría tener un impacto significativo en la economía, generando desempleo y desigualdad social. Una nueva reconversión industrial será imparable desapareciendo toda una serie de trabajos rutinarios, por otros que tendrán que ver más con la tecnología y la robótica. Con lo que dependeremos cada vez más de las máquinas, pudiendo producirse una situación crítica si surgen errores en el sistema, afectando a toda la vida cotidiana del ser humano.
Pronto pasaremos de una economía de la creatividad a otra de los algoritmos. Hoy en día tres de cada cuatro consumidores, utilizan internet para investigar productos y servicios modificando el proceso de compra. Los gobiernos y empresas ya están entendiendo que el consumo es el mayor estimulante para generar nuevos modelos de crecimiento económico. En nuestro mundo de big data, el vendedor indaga en la actividad online de los consumidores, en su historial de compras, generando ofertas personalizadas y predecibles. Sin embargo, muchos de esos algoritmos pueden ser sesgados o utilizados de forma interesada, o representar desigualdades, con lo que la inteligencia artificial refleje esos sesgos en los resultados finales, generando discriminaciones, como el acceso al empleo, al crédito e incluso a la justicia. A veces, la falta de transparencia en los algoritmos de la inteligencia artificial nos puede dificultar la comprensión de cómo se toman las decisiones y qué factores se tienen en cuenta.
Si bien la inteligencia artificial tiene el potencial de mejorar muchos aspectos de nuestra vida, también plantea importantes retos éticos y sociales que deben ser abordados. Sobre todo, en la formación de diseñadores de los sistemas educativos, deben dejar al lado las reformas políticas y se deben centrar en educar en un futuro cercano a personas críticas, libres y formadas. Nos debemos centrar en aquellos saberes que ayuden a tener una visión ética y crítica de nuestra realidad. El objetivo supone universalizar la igualdad, el sentido crítico, el trabajo en equipo, la creatividad, la argumentación, y la empatía emocional con la alteridad. El gran reto en un mundo automático es el grado de conocimiento ético que somos capaces de trasladar a la sociedad y al software de las futuras máquinas.
Nuestro cerebro no es una máquina perfecta en la gestión de datos, gestiona mejor memorizar experiencias. A las máquinas se les da mejor hacer cosas repetitivas, pero el ser humano sabe tomar decisiones ante algo impredecible e irrepetible. Los seres humanos somos capaces de hacer varias cosas a la vez y mezclarlas, lo mejor surge de la combinación de saberes. El ser humano se hace preguntas continuamente, está siempre aprendiendo cosas de forma intuitiva, constantemente está probando a hacer cosas nuevas. Esta manera de pensar, lateral, panorámica, distinta, se han generado avances impresionantes, algo que no pueden hacer las máquinas en un futuro cercano.
Las novedades siempre nos confunden y las fronteras nos asustan. debemos poner al homo tecnológico, un paso por detrás del homo ethicus, para que el ser humano pueda asumir su lugar en el Cosmos. Ser persona no es solo cuando te reconoces a ti mismo, sino cuando te reconoces en los demás, al atribuirles, como a ti mismo, autonomía, racionalidad y conciencia. Los robots, a los que ya tenemos que acostumbrarnos cada vez más, de momento, se parecerán más a un cajero automático, que a un replicante de la película Blade Runner, vemos lejos ese futuro distópico que muchos ya temen.
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