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¿Qué celebramos en Navidad?
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¿Qué celebramos en Navidad?

Actualizado 03/01/2024 08:00
Raúl Izquierdo

La Navidad tiene su origen en una palabra en latín, Nativitas, que significa “nacimiento”. Y, ¿a qué nacimiento hace referencia? Al de Jesús de Nazareth, hijo de María y de José, para los cristianos Dios hecho carne en medio de nuestra historia (de ahí la “Encarnación”). Según diferentes tradiciones, la fiesta de la Navidad comenzó a celebrarse sobre el siglo III-IV en Alejandría. Aunque no podemos saber la fecha exacta del nacimiento de Jesús por falta de referencias documentales, el 25 de diciembre siempre había sido significativa en la antigüedad por la celebración de festivales conmemorativos del solsticio del invierno en el hemisferio norte, que se daba desde el 21 de Diciembre, que era cuando el sol alcanzaba la máxima latitud.

La celebración cristiana de la Navidad comienza con la víspera del 25 de Diciembre y termina con la fiesta del Bautismo del Señor, que es el domingo siguiente a la Epifanía (6 de Enero).

Pero, ¿qué celebramos hoy en Navidad?

Para la mayoría, tan solo son días de vacaciones y de salir de la rutina, de regalos, agasajos y de excesos (incluso nos planteamos planes para adelgazar y seguir en forma después de las Navidades). Para otras personas, es una tradición que siempre se ha hecho y hay que seguir manteniendo. Al final, los paquetes magníficamente envueltos, las bolas brillantes y de colores de los árboles y las mesas bien puestas y servidas sin más, nos pueden hacer olvidar el significado original de esta celebración.

Cualquier ser humano puede creer o no en que Jesús es Dios que se hace uno de nosotros; eso es la fe, entre otras cosas. Pero, ¿por qué tenemos que gastar tanto dinero en estas fechas? ¿Quién decide por nosotros cómo celebrar esos días?

No seamos ingenuos: las fiestas de Navidad son en estos momentos un reclamo comercial de primerísima categoría para fomentar un mayor consumo, en el que alguien hace caja a costa de la buena ciudadanía, que hacemos cosas sin cuestionarlas. Nos falta autocrítica y nos sobra bobería. Y al final, andamos de aquí para allá, agitados y desnortados, pero felices cumpliendo con lo de siempre, como autómatas llenos de miedo por salirnos del camino que nos marcan. La publicidad ya se encarga de encogernos el corazón mandando mensajes de amor intrafamiliar, de recuerdos por los que no están y de reconciliaciones (cosas muy loables, pero para hacer todo el año), para al final animarnos a vaciar el bolsillo.

Si hiciéramos una encuesta los días que vienen, nos sorprendería que mucha gente no sabe en realidad lo que celebra en Navidad. Los ayuntamientos ya se encargan de ir adelantando cada año las luces navideñas, incluso en incrementar el presupuesto en iluminación. Eso da votos. Es el pan y el circo para tener a la gente tranquila y abobada mirando las lucecitas de las calles y de las plazas mayores (y menores). Ofertas de regalos y promociones. Gaste y compre, todo lo que pueda. ¿Somos libres para decidir?

Para mí, es una alegría saber que Dios quiere tanto a la humanidad que se hace uno de nosotros. Es decir, ama tanto nuestra fragilidad que Él mismo quiere pasar por ella. ¡Y eso es para celebrarlo! Y para brindar, y para tomar un trozo de turrón, con gente alrededor si es posible. Pero también necesito tiempo para el silencio y la contemplación, para dar gracias, para sanar las heridas de mi propia historia o al menos para ponerlas a los pies del pesebre de Jesús. Tiempo para buscar y descubrir las huellas de Dios en medio de nuestra vida. Tiempo para la Esperanza, porque no hay nada perdido, porque todo es posible, porque Dios renueva su alianza con nosotros, sin excluir a nadie. Miremos también al mundo, a tantos lugares en los que falta paz, justicia, respeto, dignidad, alimentos, y a tantas personas que se sienten solas, sin ganas de vivir, sin los recursos mínimos básico. Quizá no hay que mirar muy lejos.

Despertemos, abramos los ojos, el corazón y las manos para ser conscientes de las cadenitas que tenemos y echemos un vistazo a la importante, a lo esencial… Y por supuesto, ¡celebremos la Navidad!

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