Este recién inaugurado 2024 es un año electoral por antonomasia. Cerca de 4.000 millones de ciudadanos acudirán a las urnas en más de 70 países, algunos tan claves como Estados Unidos o Rusia, o el más poblado del mundo, India. Lo paradójico es que esta explosión electoral se produce en un ambiente de escepticismo respecto a los políticos y al sistema democrático en sí mismo. En cualquier caso, los países y sus gentes quedarán afectados por los resultados de las votaciones.
¿Y en España? ¿Qué pasa en España? Pues aquí ya hemos tenido elecciones generales que se han saldado con un Gobierno del PSOE, con lo que cualquier otra consulta electoral es de rango menor. Y, al menos, hay previstos tres comicios: autonómicos en Galicia y en Euskadi, y europeos, en el conjunto del territorio nacional.
Hay quien quiere ver en estas elecciones una revancha del PP, derrotando al PSOE en todos los frentes. Pero se equivocan quienes dan esa importancia a unos sufragios que no pueden modificar el panorama político nacional y en el que los populares tienen mucho más que perder que los socialistas. Me explicaré.
En Galicia, el triunfo del PP sería más de lo mismo, repitiendo Gobierno, con lo que no podría presumir de sobrepasar a un PSOE que está ya amortizado. En cambio, de no lograr mayoría absoluta el PP, aunque ganase las elecciones pasaría a la oposición debido a la unión de todos sus opositores. ¿Quién tiene más que perder, pues, en estos comicios?
Distinto es el caso de Euskadi, donde aun perdiendo el PSOE tendría en su mano nombrar lehendakari a Pello Otxandiano, de Bildu, o a Imanol Pradales, del PNV, sea cual fuere el resultado electoral, independientemente de quién gane esas elecciones. O sea, que tampoco tienen nada que perder los socialistas, que podrían sentirse bien cómodos en un Gobierno de coalición.
Las elecciones que sí podrían suponer un revolcón al PSOE son las europeas, donde podría perder un montón de votos. Pero esa posible catástrofe quedaría amortiguada, según los analistas con la caída electoral de la izquierda en todo el espectro europeo, con lo que se diluiría en una tendencia general y no en un fracaso especial de los socialistas españoles.
Por todo esto, no están especialmente preocupados en Ferraz por las próximas elecciones sino por sus acuerdos con Bildu y el independentismo catalán, donde se juegan no sólo el ser o no ser, sino también el ser o no ser de la nación española.
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