Es el que estoy dispuesto a ejercer en 2024 que, como es sabido, tiene un día más, 29 de febrero, para poder ayudar y servir al prójimo. Y de servir y ayudar al prójimo se trató en la gala celebrada en el Teatro Liceo el pasado 4 de diciembre, víspera del Día Internacional del Voluntariado, en la que el Ayuntamiento de Salamanca, con el apoyo de la Mesa del Voluntariado, y a propuesta de MSC-Salamanca, me hizo entrega, junto a otras veintisiete personas y algunos colectivos y entidades, de un Diploma de Reconocimiento “por el desarrollo de su acción de voluntariado”.
Intento guiarme en la vida por algunos refranes recibidos de mis padres y abuelos, entre ellos, de modo destacado el de que “de bien nacidos es ser agradecidos”. Y agradecido me siento a los scouts del Movimiento Scout Católico que me propusieron, a la Mesa del Voluntariado que lo estudió y a D, Carlos García Carbayo Alcalde de nuestra ciudad que lo firmó y me lo entregó.
Bullía el Ayuntamiento y el amplio mundo del Voluntariado en Salamanca en expectación con el convencimiento de que Salamanca podría ser nombrada capital Europea del Voluntariado durante el próximo año, pero no pudo ser, pues había rivales fuertes, Avilés en el Principado de Asturias y la ciudad belga de Mechelen (Malinas, en castellano), que fue finalmente la elegida. Un poco de decepción y un mucho de acicate para seguir “estando en la pomada” del voluntariado en Europa. De Malinas no conozco mucho, aparte de saber que está situada en la región de Flandes, a medio camino entre Bruselas y Amberes y que en ella se hablan neerlandés y un dialecto propio. Avilés la conozco un poco más y sé que allí hay muchos y buenos voluntarios; a algunos los conozco personalmente, del MSC y del Colegio de los Salesianos, especialmente a mi amigo Juan Eugenio Ramos y su esposa Chusa, defensores de ese magnífico regalo que es la Naturaleza en el Principado.
En lo que a mí respecta, soy voluntario en los scouts de MSC desde 1969, Y en la Iglesia Católica, en mi parroquia del Nombre de María en el barrio del Rollo y en el Preventorio de Leprosos de Fuencarral (Madrid), en los primeros sesenta del siglo pasado.
Es difícil ser voluntario durante mucho tiempo si no hay una buena motivación. En mi caso todo nace, como ya he contado en otros ambientes, de la Promesa scout que pronuncié en el verano de 1963, en el campamento de La Legoriza, en el término municipal de San Martín del Castañar, cuando allí no había ninguna instalación y era puro y magnífico robledal serrano e íbamos a bañarnos, dando un largo paseo, al cristalino río Francia. El campamento era del Aspirantado de Acción Católica, pero el Jefe de Campamento, Francisco Bartolomé González, que había sido Comisario scout en Zamora, antes de ingresar en el Colegio-Seminario del Salvador y que poco después sería ordenado sacerdote de la diócesis de Zamora; a él le debo mucho de mi vocación sacerdotal por su hondura evangélica, su buen humor y su esfuerzo continuado por educarnos en la libertad, en los valores scouts, especialmente en el espíritu de servicio y en el compromiso de vida, que bebía en una lectura diaria de un trocito del Evangelio. A Paco Bartolomé, que Santa Gloria haya, conocido en Zamora como Franchichi, le debo mucho de lo que soy como persona, como cristiano y como cura. También les debo mucho a otros y otras, pero ahora solo intento relatar las raíces de mi voluntariado.
Pues, señor, aunque la cosa venía desde mi familia y mi Colegio, el Calasanz, de los Padres Escolapios, durante la Vela de la Promesa, prometí entrar en el Seminario -si me admitían, claro-, cosa que ocurrió dos años después, al terminar un buen Bachillerato de Ciencias. Era octubre de 1965.
Otra persona que influyó mucho en mi fue el entonces seminarista escolapio Francisco García de Haro Goytisolo, escolapio, scout catalán, que fue misionero en Senegal durante muchos años. Con él hice un viaje en autostop a París en el verano de 1969. Allí pudimos, además de trabajar en la limpieza de las oficinas de los Scouts de France en Courbevoie –los empleados estaban de vacaciones y la verdad es que había mucho que limpiar-, pudimos contactar con los rescoldos de los grupos estudiantiles que habían protagonizado la revuelta de Mayo de 1968. A la vuelta de París, durante un Seminario de estudio sobre Antropología Marxista, impartido en la Universidad Pontificia por Marcelino Legido, Paco García de Haro y yo pudimos charlar mucho y de esas conversaciones surgió el que yo me hiciera cargo de la Rama Ruta de los Scouts de MSC-Salamanca; eran nueve chavales, de los que, con el tiempo, surgió un Provincial de los Jesuitas y todos personas comprometidas con el Evangelio y con los valores de la Promesa scout.
El Movimiento scout, como la Iglesia en general, son ante todo, comunidades de voluntarios. Scouts católicos e Iglesia tienen un fin común: trabajar por el Reino de Dios e intentar “dejar este mundo un poco mejor de como lo hemos encontrado”. De este fin participan todos los voluntarios, sean creyentes o no, y eso explica que la Mesa del Voluntariado tenga tanta importancia en Salamanca y que las diversas oenegés que la forman, basadas todas en el voluntariado, sean capaces de trabajar en red porque es la mejor manera de servir a los pobres y, en general, a toda la población.
Otra persona que influyó mucho en mí… y con esto termino, porque se está alargando mucho, fue Nicolás Arias, a la sazón maestro y Director del Colegio de Cepeda y poco después alcalde y diputado provincial, donde tuve mi primer destino como párroco, además de Sotoserrano, Herguijuela de la Sierra, con su anejo Rebollosa, y Madroñal. Solía yo ir martes y jueves al Colegio, hablaba de Religión con los chicos y chicas, organizábamos alguna acampada y otras actividades. Una tarde, al salir de la escuela, Nicolás me dice: “Oye, ¿por qué en lugar de venir dos tardes a la Escuela no vienes todo el día, de lunes a viernes?” ¡Hombre, eso no estaría bien, los responsables del Colegio sois los maestros y yo soy un mero ayudante! No me estás entendiendo, dijo con su humor especial, te estoy proponiendo que hagas las Oposiciones de Magisterio. Bueno yo no había pensado en eso y José Manuel Romo y yo tenemos mucho que hacer con las cuatro parroquias y Rebollosa y yo, además con los scouts.
Así quedó la cosa, pero al año siguiente me lo pensé y ayudado por Manuel, maestro que había sustituido a Toñi en la Escuela Unitaria de Rebollosa, para mí la mejor maestra de los muchos que había en la Sierra, preparamos las Oposiciones, las aprobamos y elegí como destino Miranda del Castañar, porque su cercanía geográfica me permitía seguir atendiendo las parroquias y seguir actuando como Consiliario scout en mi tiempo libre. Hay que decir que el MSC es una Asociación Pública de Fieles, o sea que, de alguna manera –no la única, ni mucho menos-, es la Iglesia que acompaña a los jóvenes en su tiempo libre y tiene el objetivo de hacer educación integral… en el tiempo libre.
Y ahora que ya estoy jubilado profesionalmente de la Enseñanza, puedo desempeñarme como voluntario, a tiempo completo, en mi diócesis de Salamanca. De modo que en el voluntariado en el Tiempo Libre surgió mi vocación pedagógica, que me llevó a profesionalizarme en la Escuela, sin dejar de atender las parroquias ni los scouts para, una vez jubilado, regresar a mi diócesis, sin haberme ido, a tiempo completo.
Y mientras llega 2024, que veremos si es próspero o crítico, aplaudo el Discurso de Navidad de nuestro Rey Felipe VI y deseo a todos los lectores una Feliz Navidad.
Antonio Matilla, cura y scout voluntario.
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