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Navidades en el recuerdo
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Navidades en el recuerdo

Actualizado 21/12/2023 10:09
Fermín González

"El mejor mensaje de Navidad, es el que sale del silencio de nuestros corazones y, calienta con ternura los corazones de los que nos acompañan en nuestro viaje por la vida".

"El árbol con sus bolas de colorines, lucía modesto en un rincón junto a la puerta. Lo adornaban generalmente mi mujer y mi hija, del mismo colgaban todo tipo de bolas, cajitas, figuras, adornos variados, rizado de papeles de oro y plata… Bueno seguro que es lo que se pone en todos los árboles, navideños, según los que veo en otros locales y escaparates.

Recuerdo que los primeros años, llevaba a casa un pino o rama de ese árbol natural, después como todo el mundo sabe, la cosa empezó a restringirse, y en buena lógica el arbusto otrora natural, dio paso a un árbol artificial, de alambres cubiertas de verdes enredaderas, que se asemejan a las ramas de pino. Lo cierto es que lucia muy bien… pero evidentemente no era un engalanado arbusto natural, aunque también había que hacerlo todo con sumo cuidado, pues las bolas se partían con facilidad al caerse al suelo.

Había una antigua tradición, que, llegando estas fiestas, entrañables, en la que las gentes, estaban mas cercanas, había un sentimiento de confraternizar, de acercamiento, de regocijo, de buscar el perdón, de estrechar la mano y abrazarse… En fin, eran tiempos de mi infancia, cuando se recorrían cada una de las casas del barrio, para tomar una copa y un dulce, todo se ofrecía de corazón y con sinceridad… por aquel tiempo las bandejas de cada casa no sobresalían, los dulces de los que hoy disfrutamos; ¡no ni mucho menos!, eran más o menos las mismas, es decir, polvorones, mantecados, galletas, algún hojaldre y la selecta vainilla, entre los licores, tampoco nada que ver con lo que hoy brindamos. Los brindis se efectuaban también con los mismos alcoholes, es decir coñac y anís en sus variadas marcas y como especial vino dulce, sin embargo, el jolgorio, la zambomba y la pandereta, el toque de botella y los villancicos, todo estaba presente con una gracia difícil de volver a sentir.

¡Como han cambiado los tiempos, los gustos, incluso la misma tradición parece otra, solo siguen siendo iguales las fechas, ahora tenemos que repartirnos entre Papa Noel, y los Reyes, entre cenar y comer en las casas, a tener que hacerlo fuera en restaurantes, antes se esperaban estas fiestas con ilusión desbordante, evidentemente cada familia aunque sea en buena armonía y se disfrute con alegría de celebraciones… también se echa mucho en falta, a los que se fueron, los que dejaron un hueco y una silla vacía en ese brindis, y añoramos su presencia, echamos de menos su voz, su risa, su mirada y su alegría.

Aquellos villancicos que se cantan y se comparten, se cantaban con ganas todos juntos a mis, amigos, pero hay una estrofa de uno de ellos que no acababa de gustarme; hay un instinto que me dice que eso es muy triste y no me gustaba nada…"la nochebuena se viene, la noche buena se va, y nosotros nos iremos... ¡y no volveremos más! "es una estrofa triste en una noche alegre.

Tendrían que pasar muchos años para darme cuenta de la triste realidad de esa parte del villancico que no acababa de gustarme. Se fueron muchos seres queridos que formaban mi mundo en esas navidades del recuerdo, haciéndose realidad la estrofa del villancico.

Del fin de año, se resisten las neuronas a dejar traspasar algún recuerdo, a través de los años. Se organizaba un baile a la casa de alguno vecino o familiar; los chavales disfrutábamos también y, con alguna de las chicas, animados a bailar agarrados como los mayores, ante la mirada de alguna huraña envidiosa. El día siguiente, todo amanece lleno de serpentinas y papelillos, y un silencio llamativo se esparce por todos los rincones de la vecindad que, apenas se puede desperezar de una noche de irse tarde a la cama.

Fragmentos, recuerdos apenas esbozados de aquellas Navidades que todos hemos pasado siendo niños; Navidades humildes pero felices, como sólo se puede ser feliz con la mente de un niño. Ahora cuando contemplo el exceso, veo los carros llenos de viandas, los restaurantes al completo, el desborde de juguetes etcétera. Me pregunto, si saben cantar villancicos, si saben lo que es el coñac… y el anís… la galleta vainilla… ¡¡¡si la noche buena, se viene o se va… y nosotros nos iremos…! Seguro que sí, cuídense, sean felices… Se lo merecen.

Fermín González, salamancartvaldia.es, blog taurinerías

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