Hace cientos de años vivía en China un caballero llamado Zou Ji. Este hombre sabía que era muy guapo y se pasaba el día contemplándose en el espejo para disfrutar de su propia belleza.
– ¡Ay, qué suerte tengo! Un rostro delicado, un cuerpo esbelto y una gracia natural que llama la atención ¡La naturaleza ha sido muy generosa conmigo!
Su estilo y elegancia eran famosos en todo el reino, pero corrían rumores de que había otro hombre que podía competir con él en hermosura: un tal señor Xu, que vivía en otra ciudad al norte del país.
Una mañana una de las sirvientas llamó a la habitación de Zou Ji.
– Señor, le recuerdo que dentro de una hora tiene una cita en su despacho con un importante hombre de negocios.
– ¡Es cierto! Me arreglo y bajo a recibirlo.
Zou Ji se aseó, se vistió con sus mejores ropas, y como siempre, se encontró guapísimo.
Mientras se repasaba de arriba abajo frente al espejo, preguntó a su mujer:
– Querida, yo no conozco al señor Xu del que tanto hablan, pero tú sí. Dime ¿quién es más hermoso de los dos?
Su esposa le contestó inmediatamente:
– Tú, querido ¡El señor Xu es guapo, pero ni en broma se acerca a tu belleza!
A Zou Ji le agradó mucho la respuesta, pero no se quedó conforme y decidió pedir una segunda opinión. Salió de su alcoba, bajó la escalinata de mármol que llevaba al despacho y se cruzó con el ama de llaves, que llevaba más de veinte años trabajando en el hogar familiar.
El ama le deseó los buenos días con un movimiento de cabeza, sin detenerse.
– ¡Buenos días, señor!
– ¡Un momento, espera! Quiero hacerte una pregunta y por favor sé sincera conmigo.
– Usted dirá.
– Sé que tú también conoces al famoso señor Xu y necesito que me digas si él es más hermoso que yo.
La respuesta fue rotunda:
– Señor, no tenga dudas de ningún tipo ¡Usted es muchísimo más bello y atractivo que él!
Zou Ji agradeció el cumplido pero, la duda siguió rondando por su cabeza mientras se dirigía a su despacho.
Al poco rato llamaron a la puerta. De nuevo, era la sirvienta.
– Señor, su invitado acaba de llegar.
– ¡Gracias, dígale que pase!
Zou Ji recibió al hombre de negocios con sonrisa afable y le invitó a sentarse en un cómodo sillón.
– Si no le importa, antes de meternos en temas profesionales quiero hacerle una pregunta muy personal.
– ¡Claro que no me importa! ¿Qué quiere saber?
– Sé que usted vive al norte del país como el señor Xu y que son amigos de la infancia.
– No se equivoca, así es.
– ¿Y según su opinión, él es más hermoso que yo?
El caballero puso cara de sorpresa ante la estrambótica pregunta, pero respondió con seguridad.
– Por favor, no se preocupe por eso ¡Usted es muy hermoso, mucho más hermoso que él sin punto de comparación!
– Muchas gracias, me deja usted tranquilo. Ahora, si quiere, cuénteme qué le trae por aquí.
Pasaron tres días y la casualidad quiso que el señor Xu visitara la ciudad. La noticia corrió como la pólvora, Zou Ji se enteró, y rápidamente corrió a contárselo a su esposa.
– ¡Querida, el señor Xu estará una temporada en la ciudad y quiero conocerlo! Le mandé un aviso para que viniera hoy a comer a nuestra casa y ha aceptado la invitación.
– ¡Qué buena noticia, amor! Avisaré al servicio para que todo esté listo.
– ¡Estupendo! Voy arriba a emperifollarme un poco. Tengo que pensar bien lo que me voy a poner… ¡Al fin voy a comprobar con mis propios ojos si yo soy más guapo que él!
El señor Xu se presentó muy puntual y el matrimonio salió a recibirlo. En cuanto Zou Ji lo vio, ¡se quedó de piedra!
Se trataba de un muchacho guapísimo que derrochaba elegancia y una simpatía imposible de superar. Sus dientes eran perfectos, los ojos de color esmeralda y la piel parecía más suave que la mismísima seda Se movía de manera exquisita como si sus pies flotaran sobre el suelo.
Zou Ji se sintió hundido ¡Era evidente que el señor Xu era un tipo mucho más guapo y seductor que él!
Esa noche la decepción y la tristeza no le dejaron dormir. Lo peor para él no fue comprobar que no era tan guapo como el señor Xu, sino darse cuenta de algo mucho más importante.
– “Mi mujer me dijo que yo era más hermoso que el señor Xu porque me quiere y se desvive por agradarme; mi ama de llaves me dijo lo mismo porque tiene miedo de que la despida de su trabajo; el hombre de negocios que me visitó también me aseguró que yo era más bello porque me necesita para ganar dinero…
Zou Yi, entristecido, suspiró:
¿Qué pensarán mis súbditos?
Moraleja: Desconfía de quién se pasa el día piropeándote, de la prensa que antes tus despropósitos, te jalea y aplaude las incongruencias…Entonces debe pensar cuáles son verdaderamente sus cualidades, sus límites, sus virtudes. Le aconsejo que lea el retrato de Dorian Gray. Fue un mal esteta, que no supo valorar la belleza de las cosas que fingía conocer. Las transmutó desde que impuso su mano destructiva sobre ellas. No supo disfrutar de la realidad vista desde la oposición, sin pretensiones de dominancia. Si hubiera salido hacia las cosas, en lugar de atraerlas hacia usted No fue la belleza la que lo mató: se suicidó porque la tierra que pisaba no era firme.
Como bien dijo el Duque de Gandía a la llegada a Granada, donde se debía depositar el cadáver de la Emperatriz Isabel, esposa de Carlos I de España: No puedo jurar que esta sea la emperatriz, pero sí juro que es su cadáver el que aquí ponemos… Juro también no más servir a señor que se me pueda morir.
A quien corresponda
Recordarle que caso que sea un varón bello, la hermosura es efímera. Lo que dejará para la posteridad son sus obras y estas no están precisamente edificadas en tierra firme.
Nota: adaptación de una antigua fábula China.
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.