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La hora de los derechos humanos
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La hora de los derechos humanos

Actualizado 13/12/2023 07:59
Juan Antonio Mateos Pérez

Levántate en pie, defiende tus Derechos, levántate en pie, no dejes de luchar

BOB MARLEY

La Declaración Universal ofrece una promesa —de que todos y todas nacemos en igualdad de derechos y dignidad— y un plan de acción. Este acto constituye un momento de gran reflexión para buscar juntos soluciones comunes y centradas en los derechos humanos.

VOLKER TÜRK

Asistimos a un período de aceleración de la Historia, derivado de los avances tecnológicos, el cambio en los sistemas de producción, la extensión mundial de la escritura y la incorporación de las mujeres a la vida pública y laboral. También, como ha afirmado Volker Türk, jefe de Derechos Humanos de las Naciones Unidas “Ahora, más que nunca, es la hora de los derechos humanos”. A los 75 años de su nacimiento, Las Naciones Unidas, aspiran a rejuvenecer el espíritu que condujo a la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por consenso global en la Asamblea General, el 10 de diciembre de 1948.

Hablar de los derechos humanos es hablar de la problemática sobre esos derechos. Vivimos inmersos en un mundo que trasgrede los derechos de forma sistemática, no solo de forma individual, también y de forma muy acusada, en el plano estructural e institucional, para proteger los intereses de empresas multinacionales o de los propios Estados que dicen defenderlos. En palabras de José Saramago, es la gran utopía del siglo XXI. Para que los derechos dejen de ser solo una utopía, no deben formularse ni construirse en abstracto o de forma intemporal, deben reubicarse en una temporalidad concreta y reinterpretarse en cada contexto histórico que vivimos.

Desde la perplejidad, vemos cada día los bombardeos en Palestina, la guerra de Ucrania, cientos de muertos en el mar en su necesidad de llegar a un mundo mejor, desplazamientos de cientos de personas, hambrunas, sequías, inundaciones, cambio climático. Ahí está la pobreza, la desigualdad y la exclusión de colectivos de mujeres en el trabajo, en la explotación sexual. También, discursos racistas y xenófobos de políticos y de muchas personas de nuestra sociedad, el avance de partidos extremistas. Todo esto hace que sea más necesario la denuncia y la defensa de los derechos frente a los abusos y la vulneración.

Mirando hacia el pasado, los llamados hoy “derechos humanos”, son los que la tradición escolástica y principalmente la escuela tomista de Salamanca llamaba “derechos naturales”. Muchos analistas, sitúan el origen de estos derechos en iusnaturalismo moderno frente al clásico de Grocio, Pundenforf y Rouseau, pero otros piensan que sí pueden fundamentarse en un derecho tomista, aunque no directamente, sino a través de lo propuesto en la escuela de Salamanca. En ella se desarrollará una segunda escolástica, marcada por las obras de Vitoria, Domingo de Soto, Bartolomé de las Casas, Suárez, etc.

Francisco de Vitoria, creador del derecho internacional moderno, lector y admirador de Erasmo de Roterdam, recuerda que la sociedad civil está fundada en la naturaleza, pero la ley humana debe respetar la ley divina, que es su basamento. La ley divina, que procede de la gracia, no puede eliminar la ley humana, que procede de la razón natural; y lo natural, ya sea razón, ley, facultad, es tan consustancial al hombre que permanece inmutable a todo tipo de hombre, ya sea cristiano o infiel, indio o negro. Vitoria fue un hombre de su tiempo, un intelectual del siglo XVI, su gran originalidad está en la utilización en sus clases de la Suma Teológica, sustituyendo a las Sentencias de Pedro Lombardo, que sólo tenían en cuenta a la razón y no la Escritura, así como la defensa de los indios, habitantes del Nuevo Mundo, que perfila en De Indis.

Muchas de las tesis de Francisco de Vitoria conservan aún su vigencia en nuestras sociedades, como pilares de la búsqueda de justicia, del derecho y del bien común de todos los pueblos. La defensa de los derechos humanos será siempre algo pendiente para todos, una cuenta inacabada. Se debe romper los muros de la indiferencia moral, donde los más vulnerables deben ser vistos como un sujeto humano con exigencias de dignidad, donde la solidaridad y, sobre todo, la justicia global, deberá ser el medio para eliminar barreras. Así la actuación política deberá subrayar, sobre todo, la dignidad, la justicia y la solidaridad. El que se solidariza debe tener en cuenta que su propia dignidad depende del otro, que tiene una deuda con los más vulnerables. El reconocimiento deberá ser mutuo, pero no equivalente, la intersubjetividad es asimétrica y deberá priorizar a los más necesitados.

El movimiento por los derechos humanos ha logrado grandes avances en las últimas siete décadas, a pesar de que los abusos aún ocurren con regularidad. El aniversario de la Declaración es una oportunidad para celebrar los éxitos y volver a comprometernos con los principios esbozados en los 30 Artículos de la Declaración. Pero también para avanzar en ellos, es necesario introducir toda una nueva generación de derechos, los derechos sociales. Son los derechos humanos relativos a las condiciones sociales y económicas básicas necesarias para una vida en dignidad y libertad. Hablan de cuestiones tan básicas como el trabajo, la seguridad social, la salud, la cultura, la educación, la alimentación, el agua, la vivienda y un medio ambiente adecuado.

Cualquier política internacional se deberá basar en la lucha de los problemas morales fundamentales y de peso, centrados en los seres humanos y, que puedan ser ampliamente compartibles entre todas las culturas. Para ello se necesita un acuerdo internacional sobre un estándar moral común que sea plausible y capaz de una amplia aceptación internacional. La legitimidad de cada Estado se consigue con la lucha por la justicia y el respeto de los derechos humanos. Pero es necesario crear un orden internacional más democrático, reconociendo una serie de derechos humanos universales, para ello es necesario, la necesidad de confiar a las Naciones Unidas poderes ejecutivos y judiciales capaces de promover la tutela efectiva de los derechos del hombre.

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