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Niños y móviles
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Al cabo de la calle

Niños y móviles

Actualizado 02/12/2023 09:47
Francisco Aguadero

Tenía que llegar y ha llegado, se veía venir y lo veníamos reclamando, la necesidad de un debate sobre el uso de móviles, o celulares como se dice en América, por parte de los niños y adolescentes. Un debate que llega tarde, porque ahí están las cifras sobre el mal uso que se hace de estos aparatos que son mucho más que unos simples teléfonos. La sociedad española parece que ha despertado a este respecto y hemos de dar por buena la afirmación de que, nunca es tarde si la dicha es buena.

Según un informe de la Fundación FAD, el 27% de los chicos jóvenes consume porno antes de cumplir los 12 años, es decir, siendo niños aún (considerando el consenso de que la niñez llega hasta los 12 años) El 60% de ellos reconocen que aprenden sobre el sexo con la pornografía y casi la mitad ve contenidos violentos y denigrantes en el móvil o terminales similares. Los datos confirman lo que, desde hace tiempo, vienen diciendo las familias y los expertos.

El citado informe dice que el 45%, casi la mitad, vio algún contenido, inapropiado para ellos, cuando tenían entre los 12 y los 15 años, y, uno de cada cuatro, antes de los 12 años. La investigación, denominada “Juventud y pornografía en la era digital: consumo, percepción y efectos”, concluye que “el consumo de pornografía está muy extendido entre los jóvenes”. Pero con diferencias significativas desde la perspectiva de género: los chicos consumen antes que las chicas. El 8,5% de ellos, el doble que ellas, dice haber visto escenas de porno a los 8 años, o antes.

Evidentemente, el consumo de pornografía por parte de los niños y adolescentes a través de los móviles o celulares tiene sus consecuencias inmediatas. Así, la gran mayoría de los chicos opina que les influye en la sexualidad y en las relaciones sexuales: aprenden sobre sexo, experimentan más y tienen más satisfacción sexual. Lo que pone de manifiesto las carencias de una educación sexual reglada y de calidad que se anticipe al aprendizaje furtivo y desbocado de la pornografía.

Pero esta perspectiva de la sexualidad temprana, vista desde la dureza del porno, no es lo único que los niños ven y consumen en los móviles o terminales de internet, también está la violencia, la desinformación, los comportamientos antidemocráticos, o la falta de respeto, entre otros. El impacto que el uso y abuso de las pantallas y de las redes sociales tienen en el desarrollo y equilibrio de niños y adolescentes es difícil de medir cuantitativa y calificativamente.

En el libro “La Sociedad de la Información. Vivir en el siglo XXI” (F. Aguadero 1997) dedicábamos un capítulo en el que reclamábamos un entorno reglamentario para el mundo que se nos venía encima, como consecuencia de un nuevo contexto tecnológico. Los avances y desarrollos del teléfono móvil en estas décadas, es una de esas áreas que necesitan de una reglamentación específica, para garantizar la seguridad y protección de los niños.

Como todas las tecnologías, la del móvil tiene sus aspectos positivos o negativos y estos se diferencian por el uso que se haga de ella. Los expertos abogan por una formación en el uso y una racionalización del tiempo en la disponibilidad del aparato, más que en una prohibición del mismo. Pero ¿cuándo dar un móvil a un menor? Aparte de que la regulación necesaria a la que aludíamos aporte una respuesta determinada, sería conveniente llegar a un pato social, tras el oportuno debate.

Sobre la mesa hay dos iniciativas, surgidas de forma espontánea, que piden controlar el uso del móvil por parte de los adolescentes. Una de ellas promovida por dos madres y profesoras de enseñanza secundaria que, en un solo mes, han logrado reunir más de 63.000 firmas y registrarlas en el Congreso, pidiendo la prohibición del uso de los móviles en los centros escolares hasta la edad de los 16 años. La otra plataforma, nacida en Barcelona, se ha extendido ya por 11 comunidades autónomas, con el objetivo de que la sociedad, los padres, los adolescentes y los niños, tomen conciencia de que no hay que dar por sentado el hecho de que cuando un niño pasa de Primaria a Secundaria ya lleva o hay que darle un móvil.

Otras voces como la de María Capellán, presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado (Ceapa) manifiesta que «prohibirlo ahora es ridículo, porque es una tecnología que puede ser útil. Hay que enseñarles a manejarlo», refiriéndose al móvil. En mi opinión, el enemigo principal no es el móvil, sino la desprotección de la infancia en los entornos digitales en los que estamos sumergidos.

El debate está abierto, la sociedad ha tomado conciencia y las autoridades se están poniendo las pilas. De hecho, tres comunidades autónomas: Madrid, Castilla-La Mancha y Galicia, ya tienen alguna regulación para el uso de los móviles en los centros educativos. Algunos pensamos que no se trata, tanto, de móvil sí o móvil no, sino para qué y en qué circunstancias. Dependerá mucho de cada niño, su madurez y sus necesidades, sin que el factor edad tenga que ser determinante a la hora de entregarle un móvil a un menor.

De lo que no cabe ninguna duda, es de que hay que poner límites al uso del móvil por los niños. Hay que orientarles y formarles, porque son presa fácil de la tecnología, al no disponer aún de voluntad ni recursos cognitivos necesarios, para limitar la cantidad de tiempo que le dedican al móvil, ni para evaluar los contenidos a los que tienen acceso.

Les dejo con Claudia Prieto y el Celular:

https://www.youtube.com/watch?v=-KaAEzxKkIg

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© Francisco Aguadero Fernández, 1 de diciembre de 2023

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