Hace ya algunas décadas que ciertos países árabes como Arabia Saudí, Qatar, Emiratos Árabes o Bahréin, están comprar todo lo que se les pone a tiro de sus petrodólares. En mi opinión, lo hacen por varias razones. La primera porque pueden, ya que disponer de fondos ilimitados procedentes del petróleo. La segunda porque parece haberles invadido una fiebre por ‘blanquear’ su imagen de oscuras y turbias dictaduras, dándole a sus regímenes un barniz occidental y democrático a costa un mercadeo sin escrúpulos. La tercera porque no tiene Historia, Arabia Saudí es estado independiente desde 1932, Qatar, Emiratos Árabes y Bahréin apenas hace 50 años, por eso compran arte, escultura, arquitectura, literatura, etc. Y la última, aunque tal vez la mas importante, porque ciertas personas particulares, ciertos gobiernos y ciertas instituciones; se brindan gustosamente a bailarles el agua siempre, claro está, tras suculentos incentivos económicos. Todo esto les ha permitido desembarcar en la farándula de capitalismo desde que se descubrió en sus tierras el preciado ‘oro líquido’.
En nuestro país, desde mediados de los años 80 del pasado siglo, en plena liberalización económica del Presidente Felipe González, el capital árabe se ha ido apoderando de las grandes empresas española. Arabia Saudí, ha invertido 2.100 millones en Telefónica; Qatar es el principal accionista de Iberdrola y un importante ‘socio’ de El Corte Inglés, y los Emiratos Árabes tienen en su poder 63% de la petrolera Cepsa. Como es bien sabido, algunas de ellas consideradas de alto interés estratégico.
En el sector del deporte las inversiones son estratosféricas. Algunos de los más importantes clubes de fútbol europeo son ya de su propiedad. Qatar es el dueño del Paris Saint Germain francés (PSG); los Emiratos Árabes del Manchester City inglés (que ahora es hólding futbolístico). El Newcastle, también inglés, es propiedad de Arabia Saudí; y Bahréin está ultimando los detalles para la compra uno de los mas legendarios equipos italianos, el Milán.
El pasado año se celebró en Qatar el Campeonato Mundial de Fútbol que su emir habían comprado años antes a golpe de talonario a la Federación Internacional para mostrar al mundo sus bondades mientras todos mirábamos hacía otro lado para no ver las vergüenzas de sus violaciones constantes de los derechos humanos. La Supercopa de España se ha jugado este año 2023 en Arabia Saudí, y también se jugará la del año próximo. ¡La Supercopa de España, señores, en Riad! El Atlético de Madrid luce en sus camisetas el logotipo de Riyadh Air, las líneas aéreas propiedad de Arabia Saudí, por lo que cobrará 40 millones de euros y el Real Madrid exhibe el de las líneas aéreas de los Emiratos Árabes, Emirates. Compran estrellas del fútbol: Cristiano Ronaldo, Mario Brozovic, Rubén Neves, Edoaurd Mendy, Kanté, Kalidou Koulibaly, Riyad Mahrez y Roberto Firmino; y tientan a otros como Karim Benzema, Messi, Modric o Kylian Mbappé.
Arabia Saudí optará a celebrar las Olimpiadas de 2034 y si paga bien las conseguirá, incluso podría lograr que se le concediera la celebración de los Juegos Olímpicos Asiáticos de Invierno, pues tiene en marcha un megaproyecto tecnológico, una ciudad futurista ¡con estación de esquí! en la que invertirá 500.000 millones de dólares. ¡Se lo imaginan!
Compran torneos de tenis, carreras de fórmula 1 o de motos GP, master de golf, partidos de baloncesto, equipos ciclistas y hoteles por todo el mundo. Emiratos árabes ha entrado recientemente en el gran ‘negocio climático’ mientras con una mano compra grandes extensiones de bosques en África para ‘conservarlos’ con la otra vende petróleo. Fíjense que en estos días se celebra en Dubai, la Cumbre sobre Cambio Climático, y de ella teóricamente saldría el acuerdo para poner fin al uso de combustibles fósiles. ¡Esto es como meter al zorro en el corral de las gallinas!
Todo parece estar ya permitido en este mercadillo global, únicamente quedaba un trinchera, el saber y la ciencia, ya que se sustentaban en la confianza, la buena fe de sus integrantes y ciertos principios éticos. Bueno, eso creíamos, porque Arabia Saudí ya ha iniciado su particular ‘adquisición por la puerta de atrás’.
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha abierto expediente disciplinario a 5 investigadores que cambiaron de forma fraudulenta, e incentivados por jugosos sobornos, su principal lugar de trabajo ubicándolo en universidades de Arabia Saudí para incrementar falsamente el prestigio internacional de esta.
Esa tramposa mentira salió a la luz el pasado mes de marzo, con el caso del científico de la Universidad de Córdoba, Rafael Luque, que fue suspendido de empleo y sueldo al comprobarse que aparecía como investigador de la Universidad Rey Saúd, situada en Riad, Arabia Saudí. La química, Mira Petrovic, investigadora del Instituto Catalán de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA) confesó haber sido tentada para hacer lo mismo, por lo que recibiría de manera privada y anualmente, 70.000 euros de dicha misma Universidad, oferta que rechazó.
El Ministerio de Universidad y el de Ciencia están sobre el tema para valorar las dimensiones del fraude y hasta donde llega la ilegal captación de científicos, pero parece que distinguidos investigadores de todo el mundo han aceptado este tipo de ofrecimientos de los centros sauditas.
Prestigio a cambio de dinero, así de claro, pero como dice un conocido proverbio: La sabiduría inútil sólo se diferencia de la tontería en que da mucho más trabajo. Pues eso, dime de que presumes y te diré de lo que careces.
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