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Simón José Urbina, periodista venezolano: “Salamanca es como una postal viviente”
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Nueva vida en España

Simón José Urbina, periodista venezolano: “Salamanca es como una postal viviente”

Actualizado 30/11/2023 15:04
Berta Joven

Junto a su mujer, Rosanell Milagros Uzcategui, lleva tres meses viviendo en la capital del Tormes.

Simón José Urbina Piñero y Rosanell Milagros Uzcategui son un matrimonio venezolano que hace cinco meses tomó la decisión de abandonar su país de origen para emprender una nueva vida en España. “Ha sido un instinto, un impulso de querer que las cosas fueran mejor. Decidimos dar un paso. Yo llevaba tiempo queriendo venir a España, pero por la situación no era posible. Lo hemos conseguido y no me arrepiento”, explica. Aterrizaron en primer lugar en Barcelona, donde tienen un familiar, pero al mes también dejaron atrás la capital condal en busca de una ciudad en la que los pisos fueran más baratos. Una hermana de Simón les aconsejó mudarse a Las Palmas, donde solicitaron el NIE más fácilmente. Este ha sido su último destino antes de trasladarse definitivamente a Salamanca, donde residen desde hace tres meses.

Simón es comunicador social y desde el 2011 hasta el 2022 ha ejercido esta profesión −que comparte con su mujer− en Venezuela. “El último año trabajé como vendedor de repuestos de moto por la situación de la economía. Los sueldos no daban para poder mantenerse. La situación en Latinoamérica y, en especial, en Venezuela, es muy difícil por el tema económico, social y político, afirma. Además, también ha sido oficial del ejército venezolano y las realidades complicadas con las que tuvo que convivir fueron el detonante para subirse al avión y cruzar el charco.

Pese a todas las dificultades, Simón confiesa que se sienten “contentos y expectantes” ante su nueva vida en la capital del Tormes. “Actualmente no tenemos empleo. Estamos viviendo solamente de los recursos que traíamos de Venezuela. Tenemos el NIE y ya pedimos el asilo en España por la situación política”. Conseguir trabajo como periodistas “sería lo máximo”, pero saben que aún les queda un largo recorrido que pasa por la homologación de sus títulos en Madrid. Un trámite para el que necesitan ahorrar y que no pueden permitirse ahora mismo. Por ello Rosanell no se cierra puertas y asiste a cursos en la Escuela de Hostelería de Santa Marta con el propósito de abrirse camino en otros sectores y de disfrutar de una de sus grandes aficiones, la cocina. El matrimonio cuenta que “les encantan las tapas” y probar recetas españolas.

Mientras tanto, se esfuerzan por conocer y aclimatarse en el nuevo territorio en el que habitan. “Cada día nos estamos integrando más. Actualmente estamos viviendo en una habitación, pero tenemos la meta de poder alquilar un piso para nosotros y trabajar legalmente en España con el permiso de trabajo. En Venezuela lo llamamos “patear calle”: hemos dejado muchos currículums, pero lo primero que nos dicen es que hasta que no logremos el permiso de trabajo, no nos pueden proveer de un empleo”, se lamenta.

Simón y su mujer solo tienen palabras de agradecimiento para las organizaciones que les han echado una mano desde que llegaron a España. Accem, el Banco de Alimentos y Cáritas, entidad que les ha ofrecido recursos para afrontar el invierno en el que nos adentramos, han sido apoyos esenciales en su adaptación al nuevo entorno. “Hemos logrado acercarnos lo más posible a la sociedad española. Ha sido un cambio radical de nuestras costumbres en Venezuela. Fue una corazonada venir para acá porque no tenemos ningún familiar en Salamanca, pero la gente ha sido muy receptiva”.

En estos tres meses el matrimonio ha tenido la oportunidad de conocer y disfrutar de la ciudad: “La ciudad es hermosa es como una postal viviente, tiene muchos paisajes y sitios bien cuidados, las catedrales y la Universidad son un patrimonio impresionante… todo nos ha gustado mucho. Si Dios nos permite estar aquí, bienvenido sea. Y si no, estar en España ya de por sí es una bendición”.

Sin embargo, la ilusión que sienten ante su futuro en España no les hace olvidar su pasado en Venezuela. El matrimonio ha tenido que dejar atrás a su familia en el proceso migratorio. Simón, a dos hijos de una relación anterior, y Rosanell a su tía y a sus hermanos. “Pero tenemos la motivación de que en cualquier momento vamos a mejorar. Somos personas trabajadoras y profesionales. Nosotros vamos a poder incluso retornar a Venezuela, aunque sea de vacaciones. Y queremos poder ayudar a nuestros familiares pronto”.

La pareja tiene en su horizonte el 22 de febrero de 2024, la fecha en la que esperan recibir su permiso de trabajo. Entonces podrán conseguir un empleo y hacer que su vida despegue finalmente en la ciudad.

Cáritas, organización de referencia para Simón y su mujer, atiende las necesidades de personas de origen extranjero a través de varios recursos. Uno de ellos es el Centro Intercultural Baraka, situado en la calle San Narciso, que precisamente en 2022 cumplió 20 años. Este espacio ofrece clases de español, desde alfabetización hasta niveles superiores, apoyo al estudio para Primaria y Secundaria y ludoteca para los niños más pequeños. Además de las actividades estrictamente formativas, es un lugar que favorece el diálogo y el encuentro entre las personas migrantes, que comparten experiencias de vida similares. Por otra parte, el Centro de Empleo y Formación Padre Basabe también es muy frecuentado por personas de origen extranjero. En este espacio, situado en el paseo de San Antonio, Cáritas ofrece asesoramiento, orientación laboral y la posibilidad de acceder a cursos homologados.