Manuel San Venancio, uno de los primeros guías de caza que trabajaron con estos ejemplares, nos cuenta algunos detalles desconocidos para muchos
Nuestro protagonista de hoy en SALAMANCArtv AL DÍA, es el animal más simbólico del Parque Natural de Las Batuecas-Sierra de Francia, y no es otro que el macho montés.
Manuel San Venancio, uno de los primeros guías de caza que trabajaron con estos ejemplares, nos cuenta algunos detalles desconocidos para muchos.
Todo comienza en el año 1973, con el sueño de recuperar la cabra montés en el valle de Las Batuecas, animal representado en las pinturas rupestres de este mágico enclave. El encargado de conseguirlo, en 1975, es Jesús Losa, trayendo los primeros ejemplares de la Sierra de Gredos a un pequeño cercado próximo al Monasterio de San José de Batuecas. Manuel nos cuenta que las alimentaban con bellotas para lograr su adaptación. Además, los primeros días de libertad de las cabras, no fueron fáciles para los guías, pues estas tendían a juntarse con los pequeños rebaños de cabras domésticas de los pastores albercanos.
Más tarde, cuando una gran cantidad de ellas se expandió hasta la Peña de Francia, llegó el momento de introducirlas en los valles de Herguijuela de la Sierra. Para ello, usaban capturaderos con sal en su interior y, posteriormente, las llevaban a diferentes emplazamientos. Manuel nos comenta que no fue nada sencillo, porque tendían a regresar desde los lugares de suelta a los de origen. Y es que, como decía mi abuelo: “las cabras vuelven a la querencia”. En ese momento, decidieron capturar a las que estaban a punto de parir y llevarlas hasta el lugar más alejado: las orillas del río Alagón. Las hembras, al sentirse tan pesadas, optaron por tener las crías en los canchales de la Sierra del Castillo de Herguijuela de la Sierra, y así, se consiguió establecer la cabra montés en la otra vertiente de la reserva natural de caza.
En la actualidad, encontramos grandes poblaciones en La Alberca, Monsagro, El Maíllo y Herguijuela de la Sierra. Algunos ejemplares han llegado, incluso, a determinados valles de las Hurdes.
En los meses de noviembre y diciembre, esta especie entra en la época de celo y es el momento ideal para observar a los grandes machos que viven en estos increíbles parajes. Su pelaje se vuelve más negro a medida que cumplen años, al igual que la longitud de sus cuernos. Estos, a base de quitarse rivales mediante topetazos, consiguen fijar su grupo de hembras con el que conviven durante dos meses. Podemos contemplar cómo varía su comportamiento: cómo piden permiso a las hembras o cómo dejan de lado la comida, por ejemplo, por pretender a su grupo de cabras persiguiéndolas por los riscos allá donde vayan.
Al acabar el celo, algunos machos conviven juntos en pequeños grupos o incluso otros, optan por la soledad y pasar desapercibidos durante todo el año.
Es una gran suerte poder contemplar a estos magníficos animales en nuestra preciosa provincia de Salamanca.
Texto y fotos: Pedro San Venancio Martín
@pedrofotosnaturaleza