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Carmen Josefina Infante, mujer migrante con tres hijos: “Lo que más me gusta de Salamanca es la seguridad y la tranquilidad que no tenía en Venezuela”
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Carmen Josefina Infante, mujer migrante con tres hijos: “Lo que más me gusta de Salamanca es la seguridad y la tranquilidad que no tenía en Venezuela”

Actualizado 30/11/2023 14:54
Berta Joven

Ha conseguido recientemente el permiso de trabajo y un empleo como monitora infantil.

De recepcionista y analista de cobrantes en Caracas a monitora en un centro de ocio infantil en Villares de la Reina. Así ha cambiado la vida laboral de Carmen Josefina Infante, una madre de tres hijos que lleva alrededor de un año en Salamanca. Tras recibir el permiso de trabajo en octubre ha comenzado a trabajar apenas un mes después, por lo que tiene unas expectativas altas de estabilizarse.

Carmen aterrizó con sus tres hijos directamente en la capital del Tormes siguiendo a su sobrino. Salamanca me ha acogido muy bien. Me gusta mucho porque es una ciudad muy tranquila y me siento segura, no como en mi país”, relata. Aunque España le ha proporcionado la calma que necesitaba, migrar no ha sido sencillo. “Es muy difícil porque dejas tus cosas, tu vida entera. Yo dejé a mi mamá allá para buscar rumbos mejores y tener mejor calidad de vida”.

La otra poderosa razón que la ha llevado a mudarse desde Venezuela hasta España ha sido la posibilidad de que sus hijos reciban una educación de mayor calidad. El mayor, que ya ha concluido sus estudios, está buscando trabajo aunque no se cierra otras vías, y las dos pequeñas cursan 3º de ESO y 4º de Educación Primaria. Para ellos, dejar Venezuela y empezar una nueva etapa vital al otro lado del Atlántico también ha conllevado dificultades y experiencias desagradables. “Al principio fue un poco fuerte por el frío y el cambio de clima. La pequeña no tuvo muy buena experiencia en el colegio porque le hicieron un poco de bullying y decidí cambiarla. Mi otra hija tuvo una adaptación excelente y ahora están las dos en el mismo colegio”.

Carmen también ha tenido que habituarse a su nuevo perfil profesional. “En Venezuela mi último empleo fue de recepcionista y analista de cobrantes. Estuve en un bufete de abogados durante siete años. No había trabajado con niños, pero siempre me han gustado y tengo tres hijos, y qué mejor escuela que llevarlos por el camino correcto”.

Aunque gracias al nuevo empleo se abre ante Carmen y su familia un futuro esperanzador, los últimos meses han estado llenos de incertidumbre al no disponer de un contrato de trabajo. “Yo me vine con algunos ahorros, pero se fueron gastando. Me puse a buscar y encontré a una muchacha que necesitaba que le cuidara al bebé. Todo ha ido paso a paso”. Un largo recorrido que comienza con una cita para pedir el asilo en España y que sigue en la acogida de Accem en un hotel durante tres meses para continuar después con YMCA. Carmen también ha recibido el apoyo de Cruz Roja, concretamente de su área de Empleo.

El esperado permiso de trabajo ha llegado tras un arduo laberinto burocrático que comenzó en agosto de 2022. “Mucha gente ha tardado menos tiempo que yo, es impredecible. A mí todo me llegó casi a la vez: el permiso de trabajo y a los 20 días, la residencia. No fue fácil pero lo logré, recuerda orgullosa.

Con esta documentación se allanaba el camino hacia un trabajo estable, que Carmen ya estaba preparando repartiendo currículums por toda Salamanca. “No creía que fuera tan difícil la búsqueda de empleo, pensaba que en cuanto tuviera mi permiso, ese mismo día iba a empezar a trabajar”, afirma rememorando su ingenuidad. Lo cierto es que le costó algunas semanas más. En este proceso ha contado con el respaldo de Cruz Roja, cuya ayuda ha sido esencial para orientar y formar a Carmen en el funcionamiento del mercado laboral en Salamanca. “Me dieron varios talleres de empleo, sobre cómo buscar y así más o menos fui adaptándome a cómo son acá en España”.

El próximo objetivo de Carmen es alquilar lo antes posible una vivienda para ella y sus tres hijos, una cuestión que se está complicando bastante más de lo que le gustaría. “Es muy difícil. Al principio no me alquilaban porque no tenía un contrato de trabajo. Los propietarios te exigen que tengas seis meses o un año de antigüedad en un empleo estable”. Cree que su situación familiar también ha influido gravemente en las negativas recibidas. “Como también soy madre soltera tienen algo de miedo, la verdad”. En pocos días tiene cita con un nuevo piso. Con el contrato en la mano y el apoyo Cruz Roja también en este aspecto, Carmen tiene la esperanza de fundar pronto su hogar en Salamanca con sus tres hijos.

Si pone en una balanza los pros y los contras de haber tomado la decisión de cambiar Caracas por Salamanca, tiene claro que se inclina hacia este lado del Atlántico. Pese a todo, además de tener siempre presente a su madre en el día a día, hay más aspectos de su vida en Venezuela que echa dolorosamente en falta. “La comida, mis cosas, mi casa, todo”, dice con añoranza. Sin embargo, se siente muy segura de su decisión y del motor que la empujó a tomarla: “El futuro de mis niños y el mío”.

Desde el área de Empleo de Cruz Roja en Salamanca, ubicado en la calle Prado, ayudan a todas las personas que lo necesitan en la inserción laboral. La entidad trabaja para reforzar las competencias más demandadas en el mercado laboral de acuerdo al perfil profesional de cada usuario. También ofrecen cursos formativos para mejorar la empleabilidad y un acompañamiento personalizado en la búsqueda de empleo.