Lo que no hace humanos, distintos a otras especies, es la “conciencia reflexiva de sí mismo (”yo soy yo, tu eres tú) y el lenguaje que nos permite aprender, razonar y dar nombre y definir nuestra identidad personal y sexual: soy niño, soy niña.
Avanzado el del primer año de vida y, más claramente en el segundo año, la mayor parte de los menores acaban dándose cuenta de que hay personas diferentes, como los hombres y las mujeres. Lo hacen basándose en los signos convencionales del rol (pelo largo-pelo corto, falda-pantalón, etc.) y en las diferencias anatómicas (presencia-ausencia de pene, tamaño de mamas, distribución del bello, etc.). Lo aprenden por observación y los múltiples señalamientos que a lo largo de los dos primeros años les han hecho sus cuidadores al referirse, con un lenguaje sexuado y con apreciaciones diferentes, a los hombres y a las mujeres, los niños y las niñas.
Les cuento este chiste muy didáctico: dos bebes, una niña y un niño (que debía ser de Bilbao) estaban al lado, cada uno en su cuna.
-Niño: “¿Sabes tú si eres niño o niña? Porque oigo hablar (¿sería a la exministra que usted sabe?) y no me aclaro”
-Niña: “Yo sí lo sé, está muy claro?”.
-Niño:” ¿Y cómo lo sabes”
-Niña: “Muy fácil, porque tengo unos patucos rosas”.
-Bilbaíno: ”Pues yo tengo los huevos tan gordos que no puedo ver mis patucos”.
Es decir, primero se distinguen por la “convenciones” (lo más visible), y después por la anatomía. Veamos el proceso.
Entre los 18 y 24 meses, estos dos tipos de personas pueden ser ya diferenciados, dan un paso más: se autoclasifican como perteneciendo a uno u otro grupo: por ejemplo, “soy niño, como mi padre y mi hermano”; “soy niña como mi madre y mi tía!.
Esta autoclasificación es, por tanto, muy posterior a la clasificación que habían hecho los adultos, incluso antes de nacer y, obviamente, está muy influida por el nombre asignado, la ropa que le ponen y el tratamiento como niño o niña durante los primeros dos años de vida, los juguetes, etc.
Durante el tercer año de vida y siguientes, los niños y las niñas generalizan esta autoclasificación: “como soy niño, no debo llorar, sino ser un tío duro, me gustarán las niñas y finalmente tendré por novia y mujer a una niña” Y así van generalizando a todos los campos, una clasificación que les parece incuestionable. Esta generalización es muy sexista: en una investigación (año 1981) una niña de tres años, con su madre médico y varias amigas de su profesión, me dijo, hablando de profesiones “que su hermano no podía ser médico, porque médicos son las mujeres”.
Hasta los 5 o 7 años, no son del todo consecuentes con su asignación. De forma que, aunque tengan muy claro que son un niño o una niña, pueden pensar que de mayores serán del otro sexo, que el sexo puede cambiar y, sobre todo, se muestran muy sensibles a la “sugestión contraria”.
En efecto, Juanito ya había cumplido los tres y estaba muy seguro de ser un niño. Pero yo le dije: “claro, eres un niño, muy bien. Pero si te ponemos zapatitos y calcetines de niña, braguitas de niña, una faldita de niña, pendientes de niña, etc. ¿Qué serías?”. “Unan niña, me respondió Juanito.
Solo a partir de los 4 a 7 años (dependiendo del nivel de desarrollo) se muestran seguros de tener una identidad sexual basada en su biología (genitales muy especialmente) y piensan no cambiará con el paso del tiempo.
Siendo esto así, habría dos opciones sociales radicales sobre las cuales quiero que el lector reflexione:
La actual: como la mayoría se socializa, sin conflicto, en la identidad conforme a su biología y los roles sexuales, lo mejor es no cambiar nada.
La soñada por la teoría Queer: organizar toda la sociedad de forma radicalmente distinta, de forma que no hubiera una identidad sexual asignada, ni unos roles sexuales y sociales transmitidos convencionales, y dejar que cada persona se autoclasifique y se represente y viva como quiera, cuando vaya creciendo.
Nuestra postura es contraria a ambas propuestas.
La primera es inaceptable, porque las convenciones sociales, roles sexuales y sociales son una construcción social discutible y ha sido una forma de discriminar a la mujer. Conlleva, además una discriminación de una minoría, la transexual, la transgénero y los intrsexuales.
La segunda no me parece posible, porque negaría la biología, el lenguaje y los conceptos que implican. Conllevaría además la imposición de una minoría a la mayoría, lo que además de imposible, no es realista, en términos sociales, y no se hace en ninguna sociedad. Es negar lo evidente.
Proponemos, como mejor alternativa: Aceptar la identidad sexual como la vive la mayoría, como hombre o como mujer, no problematizando a la mayoría, para supuestamente ayudar a una minoría.
Hacer una socialización más crítica con los roles sexuales y sociales asignados a los hombres y a las mujeres, de forma que desparezcan todos los contenidos de discriminación. Dejar que la feminidad y masculinidad no discriminatorias sean alternativas personales, aceptando también la llamada androginia (compartir una combinación de ambas).
Favorecer que cada niño o niña se autoclasifique conforme lo hicieron cuando nació, aceptando esta autoclasificación como la más adecuada, si es armónica con su biología sexual.
Reconocer y aceptar que hay niños y niñas que sienten malestar con su bilogía sexual externa y se autoclasifican de forma contraría a ella. Esta minoría debe ser bien aceptada, bien diagnosticada y ayudada. No conocemos la causa de esta disarmonía entre fisiología y conciencia de identidad sexual, pero sí sabemos como ayudarles. Aceptar esta diversidad, formar a las familias y a los profesionales es fundamental.
Errores graves que tiene la nueva ley trans: creer que la identidad sexual es una autodeterminación libre (el sexo no lo elegimos), no reconocer el rol de la familia, ni el de los profesionales.
Las minorías sexuales deben ser aceptadas y, si lo necesitan, ayudadas; pero negar la evidencia de que somos sexuados y querer problematizar a la mayoría es absurdo científicamente y ridículo socialmente.
Esperen con curiosidad e ilusión a su hija o hijo. Les eduquen en igualdad, no sean sexistas y sean incondicionales a sus hijos, hijas y trans, si fuera el caso.
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