Ha soplado las velas de su 60 cumpleaños, superando todas las expectativas que la comunidad médica había planteado
“Lucha y ganas de vida”. Este bien puede ser el titular de una historia de superación y fortaleza de esas que de vez en cuando aparecen y que sorprenden por el carácter de su protagonista, a lo que tenemos que unir un récord que casi es mundial ya y que mantiene admirada también a la comunidad médica.
Este es el día a día desde hace más de cuatro décadas para Filadelfo Martin Cid, quién hace escasos días ha soplado las velas de su 60 cumpleaños con una gran sorpresa organizada por su familia junto a Teo Marcos, en Cantalapiedra, su pueblo natal y al que ha regresado feliz, algo que supone un impulso todavía más potente para continuar viviendo cada instante junto a los suyos y siempre con la diálisis como ya casi eterna compañera de camino.
Y es que Fila, como le conoce todo el mundo, lleva 45 años acudiendo de manera continuada a recibir diálisis, algo debido a una rara enfermedad que hace imposible un transplante, tras dos fallidos y no poco sufrimiento.
Tal y como recuerda “todo comenzó a los 17 años estudiando en Valladolid. Aquel día note que la orina era muy oscura y al llegar a casa se lo dije a mi madre. De inmediato nos fuimos al hospital y desde ahí comenzó un largo proceso de médicos, ingresos y pruebas que finalmente daba con el diagnostico: los riñones dejaron de funcionar. Desde ese momento me vine a Cantalapiedra y acabar los estudios, tras lo que, sin dudarlo, decidí labrarme un camino con mas estudios fuera del pueblo. Era eso o quedarme aquí parado dejando pasar los días…y esto no podía ser una buena opción”.
Hablamos de que, en el momento en el que se presentaba la enfermedad era tan solo un adolescente, con una vida que se había convertido en algo inusual y no fácil de entender, pero esto parece que no mermaba los objetivos de Fila. “Ingresaba en la Escuela de Maestría para estudiar delineante. Aquellos años fueron bonitos pero también complicados…tenía un turno especial de diálisis de diez de la noche a dos de la madrugada, tras lo que marchaba a la residencia de estudiantes en la que me alojaba para dormir un poco y empezar desde primera hora y por la mañana los estudios”.
Un largo periodo en el que se presentaba por primera vez una noticia que parecía esperanzadora, el transplante. “Nos llamaron que había posibilidad de hacerlo y en Madrid, ya que en Salamanca en aquellos tiempos no se hacían. Me trasplantaron y fue un camino duro hasta que finalmente, año y medio después, tuvieron que quitármelo…fue un palo durísimo porque daba al traste con la posibilidad de olvidar la diálisis” recuerda emocionado.
A este se sumaba otro transplante fallido años después, tras lo que arrancaba un nuevo proceso de pruebas medicas que finalmente generaban un diagnostico rotundo: “los médicos me dijeron que era mi propio cuerpo se encarga de rechazar los transplantes y atacar a tus riñones, no podemos hacer nada mas” recuerda Fila.
A partir de aquí se inicia un nuevo capitulo en su vida que, lejos de llevarle a quedarse quieto, paralizado, se convertía en todo un impulso para sacar adelante la vida que el siempre había soñado, siempre de la mano de su profesión y el tratamiento.
“He podido trabajar más de 30 años como delineante y he viajado por todo el mundo…París, Roma, Florencia, Cerdeña…y lo he podido hacer sin problema, siempre organizando cada viaje con la sanidad de los países en los que he estado” recuerda, mientras que asegura rotundo que “sabía que estaba jodido pero eso no podía frenar mis aspiraciones ni mis ganas de vivir”.
A día de hoy suma 45 años en diálisis ya jubilado en Cantalapiedra, situando su caso como un récord en España y colocando su caso como el segundo más longevo en el mundo, tanto en el tratamiento como en la esperanza de vida. “Me dijeron que en diálisis se podía estar ocho o diez años y la vida no era muy larga, quizás hasta los 50 años como mucho…y aquí me tienes”
“He tenido la suerte de tener una familia, unos amigos y unos médicos cojonudos…eso ha sido fundamental para seguir adelante” asegura Fila, quién hoy asegura que “hago una vida mas tranquila, en casa, leyendo, escribiendo o quedando con amigos. El tratamiento ha hecho mella y he tenido que operarme varias veces…pero aun así vivo plenamente y con todas las ganas del mundo de seguir…quien sabe si llegare a formar parte del Guines de los récords mundial” afirma sonriendo Fila.