El auge de esta práctica, muy positiva a nivel físico y psicológico, ha atraído también a multitud de niños al rocódromo.
El contacto con la naturaleza, la emoción de llegar a lo más alto o la sensación de fortaleza física: la escalada ha conquistado a centenares de salmantinos y de salmantinas que llenan los cursos del Servicio de Deportes de la Universidad de Salamanca y los que ofrece el Centro de Escalada La Ola. Con el fin de adquirir habilidades que les permitan salir a la naturaleza o, simplemente por el placer de trepar por el rocódromo, el interés por acercarse a este deporte aumenta cada año, según observa Daniel García Calles, coordinador de actividades de La Ola.
El experto explica que una de las causas de este auge en Salamanca es la instalación de un centro en el que se puede aprender y practicar este deporte a pocos kilómetros. La Ola no deja de sumar usuarios –alrededor de 400 al mes– desde que abrió sus puertas hace seis años y tienen lista de espera para los grupos de niños y adultos. La situación en el Servicio de Deportes de la USAL es similar. Decenas de miembros de la comunidad universitaria agotan las plazas de los cursos de iniciación que se programan de forma continua y también las de las salidas programadas para escalar en roca. Eduardo de la Torre, técnico del área de actividades en la naturaleza, atribuye el éxito también a la expansión y el efecto de las olimpiadas y la victoria de Alberto Ginés, además de la proliferación de rocódromos en las ciudades. “Nos nutrimos unos de otros y nos retroalimentamos”, afirma.
Desde La Ola observan que se trata de una actividad que, en general, tiene una demanda un poco mayor por parte de las mujeres que de hombres. En la USAL registran aproximadamente el 50% de chicos y chicas tanto en los cursos de iniciación, las salidas a roca y el uso libre del rocódromo en el Pabellón Miguel de Unamuno. Una situación que ha cambiado desde el inicio, cuando había una mayoría masculina.
Los jóvenes escaladores cada vez empiezan antes. En La Ola ofrecen cursos para niños a partir de 6 años. “Trepar es una actividad un poco innata y el entorno donde se practica es muy atractivo para ellos. Los agarres, las formas, los colores… la sensación de emoción, de aventura les encanta”, afirma. Lo cierto es que es un deporte muy completo que proporciona grandes beneficios tanto a niños como a adultos. Elena Morán describe cómo la escalada ha transformado su cuerpo desde que empezó a iniciarse hace más de seis años, cuando vivía en Londres. Actualmente practica las modalidades de deportiva, clásica y alpina: “Ha sido una maravilla el descubrir músculos en el cuerpo que no sabía que tenía, desarrollar fuerza de dedos en las las manos, propocepción en los pies. Las piernas, los abdominales, la espalda… trabajas con todo tu cuerpo, es brutal. Además, aumentar el sentido del equilibrio y jugar con la transferencia de pesos me resulta divertidísimo”.
Pero la escalada no solo tiene beneficios a nivel físico, también mejora la autoestima de quien la practica. “Trabajas mucho la autoconfianza y el control mental. Para poderte mover eficientemente y no caerte tienes que estar bastante centrado. A muchos niños les ayuda mucho a concentrarse, a evadirse. La gente dice que es una especie de yoga en movimiento”, relata Daniel García.
Para Elena Morán, la escalada ha supuesto un reto en el que ha tenido que afrontar sus temores. “Al empezar tenía mucho miedo a las alturas. A día de hoy, me encanta mirar hacía abajo en una pared de 200 metros y comprobar que mi cuerpo se ha acostumbrado. Al probar una vía por encima de tu nivel, lo habitual es caer, volar, siendo protegida por la cuerda y la persona que te está asegurando. Esa sensación física todavía me produce malestar. ¡Mucho! Como una atracción de feria de esas que bajan de repente. ¡Sigo trabajando en ello! Por otro lado, aprendes a identificar los peligros: cuáles son reales y cuáles están solo en tu cabeza, siendo muy importante la confianza y el entendimiento con quien estás escalando ya que dejas tu vida en sus manos en muchas ocasiones”.
Daniel García recuerda que la escalada es un deporte seguro “si se hacen las cosas bien, todas las actividades deportivas tienen un riesgo”. “En el rocódromo se aprende sobre todo cómo manejar el cuerpo y a desarrollar las habilidades físicas necesarias. Se puede hacer una pequeña introducción de los conceptos y las técnicas de seguridad pero para salir a escalar a roca hay que tener mucha prudencia. Mucha gente sale sin estar preparada y corriendo riesgos".
Desde las colinas de Snowdonia, en Gales, pasando por la laguna de Antacocha en Perú, para llegar al granito de Galayos, en Gredos o la caliza del Uriellu en Picos de Europa, Elena ha recorrido varios países en busca de montañas y rocas espectaculares. “Lo que más me gusta de la escalada es el lujo de disfrutar con quien comparte mi aventura sensaciones únicas en espacios naturales increíbles. Sentirme parte de la roca, ser una más en la montaña, convivir con los distintos animales, explorar, recrearme en las distintas texturas, sonidos y olores”.