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El templo de San Martín, redivivo
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El templo de San Martín, redivivo

Actualizado 23/11/2023 07:56
Antonio Matilla

De bien nacidos es ser agradecidos. Bonito refrán para estos tiempos líquidos y desmemoriados que vivimos.

El tiempo en la iglesia de San Martín del Mercado o de la Plaza, en Salamanca, no es líquido sino pétreo. Y aunque las piedras estén vivas y se muevan, como lo han demostrado los sensores instalados y gestionados por la Fundación Santa María la Real, es lo cierto que tienden a quedarse quietas y a emparedar el tiempo. Esa sensación de quietud e inmovilidad –por más que supiera que el templo se movía, se dilataba, se abría, y volvía a cerrarse con el frío, aunque sin llegar a compensar la apertura, con el consiguiente peligro de derrumbe, que no hubiera sido el primero en este templo- es la que he tenido en los once años que llevo allí de párroco, por el que me parecía lentísimo avance de la necesaria restauración del templo, más lento todavía si tenemos en cuenta los muchos desvelos de los párrocos fallecidos D. Andrés Fuentes y D. José Andrés Mato. Hubiera estado bonito tenerles el pasado día 15, día de la inauguración oficial de la restauración, en un lugar de privilegio y allí han estado ciertamente, en el corazón de los feligreses.

Pero vamos a lo que vamos: la parroquia de San Martín agradece al Plan Románico Atlántico las tres intervenciones que ha llevado a cabo en la iglesia de San Martín: la consolidación de la bóveda más cercana a la llamada Puerta del obispo, que permitió explicar gráficamente el Plan a todos los visitantes, la consolidación de la estructura, recentrando los empujes de las cubiertas y esta última restauración y limpieza interiores del templo. Este Plan está demostrando ser un ejemplo del modelo español de gestión y cuidado del Patrimonio artístico y cultural que implica a todos los actores responsables: los estudiosos –Fundación Santa María la Real y otros muchos-; el Estado, personificado en los responsables administrativos y políticos de la Junta de Castilla y León; la Iglesia, es decir, las diócesis de España y Portugal donde se lleva a cabo el Plan Románico Atlántico; y los mecenas, tan importantes siempre en la Historia del Arte y de la Cultura, en este caso la Fundación Iberdrola, que aporta los fondos financieros sin los cuales las buenas ideas y mejores deseos, quedarían en papel mojado o, todo lo más, archivado. La parroquia, y la Unidad Pastoral donde se enclava, también tienen un pequeño papel: control diario del templo, limpieza mensual del tejado durante decenios, reactivación del proceso de toma de datos que llevan a cabo los diversos sensores que controlan el templo cuando, por fallos eléctricos u otras razones, se ha perdido la conexión del ordenador instalado en San Martín con la sede de la Fundación Santa María la Real en Aguilar de Campoo, disponibilidad para facilitar el acceso a las decenas de investigadores, estudiosos, arquitectos y técnicos que han ido pasando a lo largo de estos años, y un contacto cercano y a veces inmediato con los responsables del Plan Románico Atlántico para reportar anomalías o problemas. Por su parte, el responsable de la Delegación diocesana de Patrimonio y Obras y los arquitectos que le ayudan, han estado siempre al quite para asesorar a la parroquia y propiciar contactos y soluciones prácticas a los problemas de toda índole que iban surgiendo.

Este trabajo en equipo, a la vez jerarquizado y multifactorial, con grados de responsabilidad diversos pero definidos por los Convenios, son la garantía del éxito de estas intervenciones para el cuidado y, en su caso, la consolidación y restauración de las iglesias y monumentos en juego.

La impresión general de los feligreses y de los muchos visitantes que han invadido pacíficamente el templo estos días es que se muestran entre asombrados y contentos por la limpieza de los sepulcros, arcosolios, muros, columnas, capiteles y bóvedas. La iluminación instalada, tanto la natural como la artificial eléctrica, proporcionan una luz cálida que favorece el silencio, la interioridad y el bienestar espiritual, o sea, la oración, que no en vano esta iglesia, además de Bien de Interés Cultural de más de ocho siglos, es un lugar de culto y celebración cristiano católico.

Como dije a un periodista el día de la Inauguración, el trabajo en estas iglesias monumentales no se acaba nunca. Y así, en San Martín tenemos todavía que poner en marcha la calefacción –suerte que las nuevas ventanas instaladas en sustitución de la carpintería metálica del siglo XVIII son muy aislantes e impiden “que se escape el gato” del calor-. También debemos poner en valor las obras restauradas con fondos de esta parroquia durante el tiempo de las obras: el baldaquino procesional de madera policromada y plata de la Escuela salmantina de Platería; en él se paseaba en procesión la custodia por la Plaza Mayor y barrios aledaños durante el Domingo del Señor; y un cuadro, “el Entierro del Señor Jesús”, copia de un original de Tiziano, del que hay otro ejemplar en nuestra Catedral Nueva.

Nos quedan por abordar al menos dos problemas importantes: la retirada de los radiadores de calefacción, que no encajan en esta iglesia sustancialmente románica, pero también gótica, renacentista y barroca, y su sustitución por un sistema más eficiente como pudiera ser el hilo radiante, que requeriría levantar y volver a reponer parte de la tarima, u otros sistemas viables que nos sugieran los técnicos. Nos falta también abordar la restauración mecánica, el afinado musical y la instalación de un motor soplador moderno en el órgano instalado en el coro. Todo lo anterior se traduce en decenas de miles de euros que no tenemos, entre otras razones porque la parroquia, a cuenta de las obras, lleva año y medio con ingresos casi cero. Todo se andará y tal vez aparezca, o reaparezca, alguna persona o institución mecenas, como nos sugirió, y alguna pista nos dio, el embajador de su Majestad Británica en España, Excmo. Sr. Hugh Elliott, después del funeral de D. Joseph Wallshe, inglés afincado en y enamorado de Salamanca, que tuvo lugar el día 18, apenas tres días después de la inauguración oficial. Mientras tanto, los beneficios aportados por los donativos de mi libro “Linfoma LCM con Amor y Humor” –del que todavía quedan ejemplares, y algunos donativos de peregrinos que vienen a celebrar la Eucaristía en San Martín darán, espero, para proteger con cristal blindado el arcosolio donde estarán expuestos el ya citado baldaquino, una cruz parroquial y el documento original de la Bula de constitución de la Cofradía del Santísimo, amén de haber colaborado a las restauraciones del baldaquino y de la copia de Tiziano.

Y, mientras tanto, los feligreses, sobre todo los mayores, van recuperando la costumbre de entrar al templo, superado el trauma de la pandemia y del cierre por obras. Dios les guarde y nosotros les podamos atender, querer y honrar.

Antonio Matilla, párroco in solidum de San Martín.

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