Si el gran poeta sevillano viviera entre nosotros, su famoso poema de las dos Españas seguiría de actualidad. Sin sorpresas, se ha dado el primer paso para el desmorone de España por obra y gracia de la ambición de un ególatra. Nadie, incluidos muchos votantes socialistas, podía pensar que Sánchez, cuando accedió por primera vez a la presidencia, sería capaz de firmar los acuerdos que acaba de cerrar con los partidos independentistas, por dos razones.
Primero, porque ninguno de los gobernantes que le han precedido había accedido a las exigencias de los secesionistas que, por cierto, nunca fueron tan atrevidas. Únicamente se firmaron acuerdos de legislatura cediendo algunos beneficios materiales a cambio del apoyo a los Presupuestos Generales. También es cierto que esas prebendas posibilitaron el aumento de la desigualdad ente el resto de España y esas comunidades más desarrolladas a la vez que se fomentó el enfrentamiento entre paisanos.
En segundo lugar, porque Pedro Sánchez aún no había mostrado sus cartas y siempre declaró solemnemente –a veces con retintín- no estar dispuesto a firmar acuerdos con los que se declaraban enemigos de nuestra Constitución. Se ve que no le conocían ni los suyos. No lo digo yo, lo repiten sus antiguos compañeros de partido y no pocos de los ministros que nombró Pronto supimos que su persona descansa en el embuste y la deslealtad. No existe en todo el mundo otro gobernante verdadero socialdemócrata que haya caído tan bajo.
Ahora, España queda convertida en un puzle. Dos piezas situadas al norte, con los límites un tanto confusos puesto que tanto Cataluña como el País Vasco no han abandonado su intención de colonizar territorios próximos -Islas Baleares y Comunidad Valenciana, por un lado, y Comunidad Foral de Navarra, por otro-, y el resto, es decir, lo que no han querido los independentistas, integrado por una isla central próspera –Comunidad de Madrid- y un rosario de decadentes territorios circundantes. Los representantes de esos apéndices secesionistas, que ya gozaban de condiciones privilegiadas, han conseguido el completo. Piden la independencia por vergüenza torera, porque siempre se lo han oído a sus mayores, pero, en el fondo, ya la tienen. Es más, si no la consiguen – ya se verá- mantendrán las mismas prebendas actuales y desviarán las mayores responsabilidades a “Madrit”.
Hasta hoy, sabemos lo que contienen algunos acuerdos firmados, aunque desconocemos los flecos pendientes para mejor ocasión Los republicanos catalanes han “arrancado” de España 15.000 millones de € de la deuda de Cataluña y el traspaso completo del servicio de Cercanías. Las huestes de Puigdemont han apabullado a Sánchez. La joya de la corona, aquello que nunca concedería Sánchez, ha sido lo primero que ha empaquetado: la ley de la amnistía. No se han atrevido a darla su verdadero título: “Ley para la absolución de todos los catalanes que han metido la mano en los fondos del Estado, y la pata por su atropello a la Constitución”. No hace falta ser docto en leyes para saber que está plagada de decisiones anticonstitucionales. Basar su justificación en la excusa de que nuestra Constitución no habla de amnistía se cae por su propio peso. Tampoco figura la ley de Newton y la tonelada sigue teniendo mil kg. En el paquete figura un “desarrollo amplio del Estatut de 2006”, cómo no, la puerta abierta para efectuar un referéndum para la independencia de Cataluña y la libre disposición de todos los impuestos. Entre lo que no figura expresamente en el texto, pronto oiremos hablar de las cesiones del Puerto de Barcelona y Aeropuerto de El Prat, el resto de la deuda de la Generalidad, el reconocimiento de las selecciones deportivas catalanas, como primeras exigencias. Tiempo tendrán de ir chantajeando a Sánchez cuando tenga alguna ley en el Congreso sin los apoyos necesarios.
Los aranistas del PNV han conseguido el compromiso de ejecutar todas las transferencias pendientes –incluido el traspaso del Régimen Económico de la Seguridad Social-, el blindaje del actual autogobierno y el reconocimiento de la nacionalidad vasca. Sánchez asegura no tener nada firmado con los súbditos de Otegui. ¡Peligro! Nunca se distinguió ETA por su filantropía al negociar con el Estado. ¿Por qué iban a cambiar sus simpatizantes? Prestar su apoyo a Sánchez “gratis et amore”, no se lo cree ni Tezanos.
A la vista de las concesiones acordadas, estamos en una situación muy próxima a lo que sería la total independencia de vascos y catalanes. Es verdad que Sánchez ha terminado su legislatura habiendo “llevado al huerto” a sus socios de Podemos. Sabía que podrían ladrar, pero nunca se atreverían a morder y perder las canonjías con las que nunca habían soñado. Como es mentiroso, pero no tonto, procurará no hacer lo mismo con los que le han vuelto a poner en La Moncloa. Últimamente, las mociones de censura las carga el diablo. Así pues, de vuelta atrás, nada. Es más, conocida la voracidad de los secesionistas y la facilidad de Sánchez para bajarse los pantalones, asistiremos a más de un ultimátum a cambio de nuevas regalías.
Desde que fue aprobada la Constitución del 78, los independentistas no han cesado de atacar sus cimientos. No quieren admitir que fue consensuada para dar satisfacción a las dos Españas que pactaron la Transición. Lucharon porque figurara “lo suyo”, pero ni entonces ni ahora están satisfechos. Hoy, con la inestimable colaboración del seudoprogresista Sánchez, no quieren saber nada de la media España que sigue fiel al contenido y al espíritu de la Constitución. Están dispuestos a no gobernar para ellos, es decir, a gobernar contra ellos.
Nos espera la larga travesía del desierto de la desigualdad, del ataque a la independencia de los poderes del Estado, del progresivo desfallecimiento de nuestro nivel económico y nuestro poder de competitividad, del aumento del déficit, y todo un rosario de esos “progresos”, que tanto pregona Sánchez.
Como tampoco queremos ser “la España que bosteza” que decía Machado, debemos aprovechar todas las oportunidades de protestar los ataques a la ley. Callados, nunca, pero borregos, tampoco. Hay libertad de expresión y nada debemos temer –de momento- por exponer pacíficamente nuestro descontento. En una firme manifestación como la del pasado sábado, legal y cívica, los únicos que no tienen culpa son los CFSE. Vemos a diario energúmenos cuya única herramienta es la violencia y, a su sombra, otros extremistas anti sistema que buscan las aguas revueltas para hacer su propia pesca. Unos y otros deben ser expulsados y puestos a disposición de la autoridad policial. La paz, el sosiego y la verdad siempre acaban calando.
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