Durante mi etapa de estudios del Bachillerato, que coincidieron con los primeros años de la Transición Política de la dictadura franquista a la democracia, muchos de los simpatizantes de los partidos políticos de izquierdas procedentes del exilio decían que la democracia de Fraga –líder político asociado en todo momento a la dictadura de Franco- era, permítaseme la expresión, aunque parezca soez, como “joder con una braga”. Indudablemente, era lógico que estas formaciones desconfiaran de la defensa que podían hacer, los denominados “Siete Magníficos” de los valores democráticos, los que fundaron Alianza Popular, es decir, lo que hoy es el PP de Feijóo, que fueron ministros con Franco y cuya pretensión era la de aglutinar en el partido a las distintas familias del Régimen en una única coalición electoral.
No hace falta recordar aquí quienes eran los “Siete Magníficos”. Pero por si alguien no lo sabe aún, sobre todo las nuevas generaciones y los que consideran al PP un partido auténticamente democrático, como cualquier partido conservador de los países de la Europa de los derechos (Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, Países Bajos, Suecia, Noruega, Finlandia, etcétera); además de Fraga (que se dedicó a controlar a la prensa durante el Franquismo y después, en la Transición, cuando afirmaba exaltado, como ministro de la Gobernación, que la “calle era suya”, se le atribuye la ordenación de las muertes de Montejurra, por cierto, los autores materiales de esos crímenes, identificados posteriormente, fueron puestos en libertad por la Ley de Amnistía de 1977 –aquélla ley de amnistía sí liberó a delincuentes por execrables delitos de sangre, recuérdenlo señores del PP-), fueron los siguientes: Martínez Esteruelas, ministro de Educación franquista, que se dedicó a reprimir a los estudiantes, llegando a cerrar la Universidad de Valladolid por la fuerte oposición que había al régimen franquista; Silva Muñoz, otro ministro de Franco que se opuso frontalmente a la aprobación de la Constitución del 78; López Rodó, afín al Opus Dei; Thomas de Carranza, que fue jefe de la censura franquista durante dos décadas; Fernández de la Mora, partidario de las teorías eugenésicas de Vallejo Nágera, por las que los inferiores y los subversivos, tenían genes que proporcionaban una inteligencia menor y había que reprimirlos y Licinio de la Fuente, que convalidó con su firma la sentencia de muerte del joven anarquista Puig Antich, último ejecutado por el garrote vil en España.
También sabemos que en los trabajos de la ponencia constitucional, Fraga quería imponer sus ideales y valores (confesionalidad católica del Estado, no derogar la pena de muerte, limitar el componente del Estado Social en favor de un Estado Liberal que no interviniera en la economía y otros valores del ultra liberalismo, algo que perjudicaría notablemente a los sectores sociales más desfavorecidos). Pero sus tesis no triunfaron y aunque él y algún otro diputado de Alianza Popular votó a favor de la Carta Magna, el resto, se abstuvieron e incluso algunos de ellos votaron en contra.
También sabemos que, por entonces, el joven Aznar, auténtico falangista y fiel admirador de José Antonio Primo de Rivera, ya escribía artículos en la prensa y concretamente en el diario “La Nueva Rioja”, en los que calificaba a la Constitución Española recién aprobada como “el primer atentado parlamentario” y que el Parlamento era el “hazmerreír de nuestra democracia”. Además, alababa públicamente a Franco y criticaba que el ayuntamiento de Guernika le retirase la medalla de la villa a Franco y que se pidiera responsabilidad por el bombardeo de 1937 a Alemania, por la matanza de civiles en el día de mercado de la entrañable y querida ciudad vasca, el 26 de abril de 1937.
En fin… Y ahora Aznar quiere dar lecciones de democracia y de defensa férrea de la Constitución, cuando en declaraciones publicas ha llegado a decir que Pedro Sánchez, candidato a presidente del gobierno es “un peligro para la democracia constitucional española”. Olvida el señor Aznar que engañó varias veces a los españoles –nos trató de imbéciles- cuando, gobernando, en 2003, insistió en apoyar la guerra de Iraq porque este país tenía armas de destrucción masiva, cuando era falso. Pero es que, además, producto de ese comportamiento hostil y belicista, nuestro país sufrió las consecuencias del terrorismo islamista. No olvidemos que el 11 de marzo de 2004 se produjo el mayor atentado en suelo europeo de la historia, con 191 fallecidos y casi 1500 heridos. Olvida también el señor Aznar que, abrumados porque la seguridad del Estado había descuidado la vigilancia del terrorismo islamista a favor del de ETA –con el que presumía y hacía electoralismo de las detenciones que se producían- intentaron engañar a la ciudadanía, presionando también a los responsables de los diarios nacionales, para que se dijera en las informaciones que había sido ETA la causante del atentado y no el terrorismo islamista.
Pero no sólo Aznar, todo el PP en su conjunto hablan de que es un atentado al Estado de Derecho la posible aprobación de una Ley de Amnistía que facilite la pacificación de un problema grave que se provocó en Cataluña por la desviación en sus actuaciones de los políticos del PP y de lo que habrá motivos para extenderme en otros artículos. Sólo unos datos, ¿por qué llevaron al TC el Estatut de Catalunya aprobado por el Parlament y el Parlamento español –por cierto, el presidente de la comisión constitucional que facilitó la aprobación era Alfonso Guerra, que ahora dice lo que dice; pobres descamisados de los años 80 cuando le escuchen ahora, lo que han cambiado los que entonces llevaban chaqueta de pana obrera-, cuando muchos de los artículos recurridos del Estatut se habían aprobado en los mismos términos en la reforma de los estatutos de la Comunidad Valenciana y de Andalucía? ¿Por qué se dedicaron a recoger firmas contra Cataluña, contra sus gobernantes e incluso haciendo boicot a los productos catalanes? ¿Era porque en Cataluña el PP tenía y tiene una representación política irrisoria y ellos quieren el poder siempre y a toda costa?
Es bueno recordar, es bueno hacer memoria. Ya lo dijo el gran Joan Manuel Serrat el pasado día 30 de octubre con motivo del acto celebrado por el gobierno a favor de la Memoria Democrática y de todos los represaliados en la guerra civil y en la dictadura franquista: “el pueblo que pierde la memoria, pierde la llave para abrir la puerta del futuro”.
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