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"Esta casa es tesoro de los últimos deseos de Teresa"
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ALBA DE TORMES

"Esta casa es tesoro de los últimos deseos de Teresa"

Actualizado 22/10/2023 12:58
Redacción

Misa del Día de la Octava emitida en TRECE TV

La eucaristía dominical de 13 TV ha sido emitida hoy en directo online y a través de la TDT desde la Iglesia - Basílica de la Anunciación de Nuestra Señora del Carmen, Sepulcro de Santa Teresa de Jesús, de Alba de Tormes.

La celebración ha estado presidida por el P. Francisco Sánchez Oreja, superior Provincial ocd Ibérica. En esta fecha la Orden del Carmelo Descalzo celebra la octava de la Santa. Una festividad que se vive con especial intensidad en Alba de Tormes. Además, la Iglesia Universal celebra el día del DOMUND.

Homilía del P. Francisco Sánchez Oreja

“Corazones ardientes, pies en camino”, podría ser una de las recomendaciones espirituales de Sta. Teresa de Jesús para todos los que celebramos esta Santa Misa aquí en la Iglesia-Basílica de la Anunciación de Alba de Tormes que custodia las reliquias y el cuerpo de la Santa; también para todos vosotros, quizá desde la debilidad, que por medio de trece televisión, hacéis de vuestros hogares un espacio de fe y de trato de amistad con Dios, con quien sabemos nos ama.

Este domingo del Domund, jornada mundial de las misiones, nos recuerda que solo el encuentro con el Resucitado ilumina nuestra vida y hace arder nuestro corazón. Lo han experimentado los misioneros, hombres y mujeres que con su corazón ardiente, nos muestran el camino hacia los hermanos más necesitados, y la presencia del Señor vivo en medio de ellos.

Ese encuentro personal con Cristo hace que los ojos de las personas se abran y mueve a la acción. Los misioneros se ponen en camino y entregan su vida para que el Evangelio llegue a todos los rincones del mundo.

Cada mes de octubre lo iniciamos con la memoria de Sta. Teresa de Lisieux, la patrona de las misiones, cariñosamente la pequeña Teresa. Permitidme en algunos momentos compartir palabras de su Historia de un alma. Así es como se consumirá mi vida... No tengo otra forma de demostrarte mi amor que arrojando flores, es decir, no dejando escapar ningún pequeño sacrificio, ni una sola mirada, ni una sola palabra, aprovechando hasta las más pequeñas cosas y haciéndolas por amor...

Quiero sufrir por amor, y hasta gozar por amor. Así arrojaré flores delante de tu trono. No encontraré ni una sola en mi camino que no deshoje para ti. Y además, al arrojar mis flores, cantaré, cantaré aun cuando tenga que coger las flores entre las espinas, y tanto más melodioso será mi canto, cuanto más largas y punzantes sean las espinas.

¿Y de qué te servirán, Jesús, mis flores y mis cantos...? Sí, lo sé muy bien: esa lluvia perfumada, esos pétalos frágiles y sin valor alguno, esos cánticos de amor del más pequeño de los corazones te fascinarán.

Las palabras de Teresa de Lisieux, invitan a que desde el corazón de cada uno de los cristianos brote una plegaria por la Paz, el deseo de una lluvia de rosas de Paz para la Tierra de Jesús, la promesa de una lluvia de gracias que ojalá se tornara en lluvia de fuego que purifique el odio y el enfrentamiento en tantos lugares donde la Paz que Cristo Jesús desea, todavía no se hace presente a causa nuestros propios egoísmos y deseos de poder. La pequeña Teresa sabía que la única Paz verdadera nace del Corazón de Jesús y se extiende a los corazones de sus hijos cuando se dejan bañar y sanar por el Amor que todo lo puede, el Amor que transforma y purifica el alma en un encuentro sanador, como diría San Juan de la Cruz: amada en el Amado transformada.

Queridos hermanos todos, querida comunidad de Madres Carmelitas Descalzas, desde el silencio y la fraternidad de claustro, hoy nos unimos a tantas personas que participan de la celebración eucarística mediante la retransmisión de Trece tv, os saludo, con la alegría de Teresa de Jesús, nuestra Madre. Este monasterio que ella misma funda en el año 1571 y en el que ella ofrece su último suspiro en la tierra es una casa abierta a todos vosotros, peregrinos, que buscáis el encuentro con Cristo, camino, verdad y vida y lo buscáis en su plenitud que solamente la encontramos en Él, Amigo que nunca falta, amigo verdadero, en palabras de La Santa.

Este templo que acoge el sepulcro y las reliquias de Sta. Teresa de Jesús (ante las cuales oró aquel 1 de noviembre San Juan Pablo II cuya memoria hoy celebramos), este templo ha vivido un año jubilar que la diócesis de Salamanca y la de Ciudad Rodrigo clausuraban el pasado día 15 en todos los Carmelos Descalzos que forman parte de esta gran familia diocesana. Esta casa tesoro de los últimos deseos de Teresa: al fin muero hija de la Iglesia, ya es tiempo de caminar; vamos muy en hora buena.

En la Iglesia concreta de su tiempo, Teresa de Jesús, comprometió su vida. Fue sensible a su misterio y sensible al drama de los hechos del contexto histórico que le tocó vivir. Mujer de grandes ojos contemplativos desplegó todas sus capacidades: oración mística, magisterio espiritual, fundaciones, viajes, caminos, luchas… al servicio de la Iglesia concreta, la de los hombres y la historia; la Iglesia de su generación.

El repentino descubrimiento de los grandes males de la Iglesia la determinan a incorporar el servicio eclesial a su vocación e ideal de cristiana, religiosa y contemplativa.

“Parecíame que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de las muchas que allí se perdían. Y como me vi mujer y ruin e imposibilitada de aprovechar en lo que yo quisiera en el servicio del Señor, y toda mi ansia era, y aún es, que pues tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que ésos fuesen buenos, determiné a hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese, y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo” (Camino, 1, 2).

Teresa enseña como mistagoga y maestra lo que el Santo Padre Francisco compartió desde el inicio de su pontificado: “Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús” (EG 120). Compartamos la Palabra de Dios en el Evangelio proclamado este domingo: Una vez más, a espaldas de Jesús, los fariseos llegan a un acuerdo para prepararle una trampa decisiva. No vienen ellos mismos a encontrarse con él. Les envían a unos discípulos acompañados por unos partidarios de Herodes Antipas.

La trampa está bien pensada: “¿Es lícito pagar impuestos al César o no?”. Si responde negativamente, le podrán acusar de rebelión contra Roma. Si legitima el pago de tributos, quedará desprestigiado ante aquellos pobres sacrificados por tantos impuestos, y a los que él ama y defiende con todas sus fuerzas.

La respuesta de Jesús, con pocas palabras, resulta lapidaria: “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Jesús el Señor sabe que a Dios “le pertenece la tierra y todo lo que contiene, el orbe y todos sus habitantes” (salmo 24). Su interés está puesto en abrir caminos al Reino de Dios, a su justicia. Preguntémonos con sinceridad: ¿Qué puede no pertenecerle a Dios?

Y el Señor responderá sobre algo que nadie le ha preguntado: “Dad a Dios lo que es de Dios”. La vida de sus hijos, es vida de Dios, solo le pertenecemos a Él, no regalemos nuestra vida a ningún César. Somos de Dios. No se ha de sacrificar la vida, la dignidad o la felicidad de las personas a ningún poder. Miremos a nuestro alrededor, evaluemos desde la Luz del Espíritu, valoremos cuáles son los poderes que sacrifican vidas, causan sufrimientos o abandonan a más débil.

La prioridad de Dios en la vida del hombre fundamenta y construye con solidez todo lo que deseamos levantar en su nombre: todo por Él, todo para Él, nuestra misión pastoral es suya; nuestras manos vacías ante ti, Señor, como la pequeña Teresa expresaba: No quiero amontonar méritos para el cielo, quiero trabajar sólo por vuestro amor... En el atardecer de esta vida compareceré ante ti con las manos vacías, Señor, porque no te pido que cuentes mis obras.

Hermanos, vosotros los misioneros, gracias por vuestra vida entregada, aquí cerca o allá lejos quizá con mucho más sacrificio, os encomendamos a la Madre del Cielo, a la Virgen del Escapulario. Permitidme, para vosotros, unas últimas palabras de Teresa del Niño Jesús en su Historia de un Alma:

De repente, la Santísima Virgen me pareció hermosa, tan hermosa, que yo nunca había visto nada tan bello. Su rostro respiraba una bondad y una ternura inefables. Pero lo que me caló hasta el fondo del alma fue la «encantadora sonrisa de la Santísima Virgen».

En aquel momento, todas mis penas se disiparon. Dos gruesas lágrimas brotaron de mis párpados y se deslizaron silenciosamente por mis mejillas, pero eran lágrimas de pura alegría... ¡La Santísima Virgen, pensé, me ha sonreído! ¡Qué feliz soy...! Sí, pero no se lo diré nunca a nadie, porque entonces desaparecería mi felicidad.

Hermanos todos, especialmente los más débiles: Que Jesús Maestro Bueno os lleve a descubrir la encantadora sonrisa de la Santísima Virgen. Amén.