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La estupidez de la guerra
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La estupidez de la guerra

Actualizado 19/10/2023 14:13
Manuel Rodríguez Fraile

“La guerra vuelve estúpido al vencedor y rencoroso al vencido” Friedrich Nietzsche, filósofo alemán.

¿Qué puedo decir, que no se haya dicho ya, del enésimo enfrentamiento entre Israel y Palestina? Que en esta ocasión es fruto de un, tan injustificable como cruel, atentando terrorista. Que Israel debiera combatir a Hamás y no masacrar al pueblo palestino. Que Hamás no tiene derecho a utilizar como escudo humano al pueblo que dice defender. Que la Comunidad Internacional, con Estados Unidos a la cabeza, debería exigir al Gobierno judío el respeto de las resoluciones de las Naciones Unidas. Todo esto está dicho, si bien unos tienden a cargar las tintas de la responsabilidad hacia un lado y otros hacia el otro, según convenga, manteniéndose en lo posible dentro de lo políticamente correcto para no ofender demasiado. Pero en mi opinión se insiste poco en que es el pueblo palestino el que paga las dramáticas consecuencias de toda esta guerra.

¿Es políticamente correcto hablar del derecho del Estado de Israel a defenderse desproporcionadamente, omitiendo el hecho de que están exterminando a civiles palestinos que no son terroristas? ¿Es políticamente correcto no condenar sin paliativos el ataque de un grupo terrorista sin mencionar las constantes violaciones de los derechos humanos del Gobierno fundamentalista judío? ¿Es políticamente correcto hablar de un Estado de Israel y un Estado Palestino cuando muchos países no reconocen como tales al primero o al segundo? ¿Es políticamente correcto que España lleve dilatando el reconocimiento del Estado Palestino desde 1988 en que se declaró como tal y fue reconocido por más de 80 países?

Pero dicho esto, me gustaría detenerme en el apabullante y desconcertante silencio que ha caído sobre las dramáticas situaciones que continúan viviendo millones en Ucrania tras la invasión rusa.

Sería bueno recordar que Rusia, sin ningún tipo de justificación legal, ha violado todo lo recogido por la Carta de las Naciones Unidas que entró en vigor octubre de 1945, como también lo ha hecho Israel, y en cuyo Preámbulo podemos leer:

  • Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas. Decididos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles. A reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas. A crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional. A promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad. Nos comprometemos a practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos, a unir nuestras fuerzas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, a asegurar, mediante la aceptación de principios y la adopción de métodos, que no se usará; la fuerza armada sino en servicio del interés común, y a emplear un mecanismo internacional para promover el progreso económico y social de todos los pueblos.

Y bla, bla, bla...

¿Es políticamente correcto (imagino que sí será legal) que Rusia haya asumido este mismo año la presidencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas cuando está violando en Ucrania todo lo dicho en la Carta de 1945 desde hace mas de un año?

Más de 8 millones de personas han tenido que abandonar el país y 5 millones y medio han tenido que dejar sus hogares para desplazarse a zonas más seguras, según la Agencia de la Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Se han contabilizado (aunque es complicado verificarlo) a día de hoy 19.000 víctimas civiles, entre muertos y heridos; y entre 10.000 y 13.000 soldado. Habría que añadir a esto las bajas entre los militares y civiles rusos. Rusia, día tras día, continúa atacando infraestructuras civiles y destruyendo viviendas, escuelas, hospitales... y los esfuerzos de ayuda internacional no parecen crecer, tampoco los diplomáticos. ¡Ya no se habla de Ucrania ni de Rusia! Y el Señor Putin encantado de que así sea.

Y algunas preguntas finales. Si el uso de la violencia es injustificable en todos los casos, y lo es ¿Por qué justificar, y sobre todo por qué celebrar, la Revolución Francesa o la guerra para independizarse del Reino de Gran Bretaña de los Estados Unidos de América en del siglo XVIII? ¿Por qué justificar, y sobre todo por qué celebrar, la guerra de la independencia española contra la invasión francesa a principios de siglo XIX o la de muchos países de Latinoamérica? Y más recientemente, durante el pasado siglo XX ¿cómo justificar las guerras por la independencia de numerosos países africanos y asiáticos tras la II Guerra Mundial? Porque todo ello fue fruto de prolongadas situaciones de opresión.

El que fuera presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, afirmaba que: El hombre tiene que establecer un final para la guerra. Si no, esta establecerá un final para la humanidad. Veremos.

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