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Las Mutaciones del artista Daniel Martín en La Salina
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Las Mutaciones del artista Daniel Martín en La Salina

Actualizado 19/10/2023 07:50
Charo Alonso

La sorprendente muestra del muralista salmantino seguirá abierta durante el mes de octubre con gran éxito de público.

En una de las salas más hermosas y carismáticas de esta Salamanca letrada que adolece de falta de espacios expositivos, el público ha tenido y tiene hasta noviembre la oportunidad de visitar una muestra sorprendente, ajena a lo que ha sido hasta ahora el devenir de este espacio tan hermoso que gestiona la Diputación de Salamanca. Y es en el mismo momento de la entrada a la sala donde enormes piezas abiertas como un libro, nos devuelven la mirada en sus fragmentos de espejo, ofreciéndonos un espectáculo de color y volumen. La exposición “Mutaciones” de Daniel Martín es una sorpresa desde el principio.

Conocido por su continuada dedicación al mural, Daniel Martín inició el devenir artístico de las calles de Santa Marta con su mundo pleno de colores, su fantasía cercana a la infancia, sus detalles abstractos que se cuelan en las imágenes realistas pero llenas de elementos fantásticos. Un aspecto que deja a un lado cuando recrea las labores del campo, los rostros del paisaje de nuestros pueblos cuando realiza murales de tonos ocres, confundidos con la tierra de labor que pinta tras un exhaustivo estudio de rostros y costumbres, un trabajo antropológico que quiere conjurar el olvido, devolver a las gentes el retrato de su persona y su trabajo en esta España que dicen se vacía y que busca con los murales llenarse no solo de visitantes, sino de memoria viva. Sin embargo, más allá de su fecunda labor de muralista, Martín regresa a su estudio en Carbajosa –donde ha practicado otra de sus especialidades, el mural con niños como protagonistas y el decorado de centros escolares- y se dedica a la tarea de sus estudios artísticos, la escultura, y a la práctica de una pintura que, según su comisaria, Maeva Peraza, “es ejecutada desde una pulsión íntima, lejana a la figuración recurrente en sus murales”.

Para Maeva Peraza, autora de los textos que ilustran el excepcional catálogo de la exposición, La Salina y la Diputación han tenido la valentía de aproximarse al arte del grafiti como lo han hecho los grandes centros artísticos, deseosos de experimentar esta nueva forma de cultura propio del entorno de la ciudad que tiene mucho de instalativo y de cuidar el soporte sobre el que se pinta con un colorido poderoso y de brochazos amplios y febriles. Grafitero en sus inicios en el barrio Garrido, Daniel Martín ha sabido guardar su libertad propia del arte pop, su cercanía al abstraccionismo que se comunica con trazos poderosos y colorido intenso… y sin embargo, ha privilegiado el soporte dándole a su pintura un carácter instalativo que va más allá del lienzo: puertas, ventanas, marcos, juegos con piezas de madera, la pintura se expande, ocupa el espacio y además de jugar con los soportes, juega también con las posibilidades de la sala.

Para el sorprendido espectador, la obra de Daniel Martín se adecúa al espacio. Sabe conjugarse con las paredes de piedra, con la medida de los diferentes rincones de una sala acogedora y sorprendente que llena sin rebosar, que deja respirar la mirada para que se centre en los cuadros de colores vivísimos. Y es tal la imbricación de la obra con el espacio, que en la sala inferior, la luz hace que esta cambie de colores en un efecto sorprendente que nos prolonga una visita además marcada por el sentido del olfato, porque ese aire pop también se respira, y huele a piruleta, a fresa, a los colores vibrantes de los cuadros. La mutación no es solo visual sino que afecta a todos los sentidos, y consigue el propósito de ambos, artista y comisaria que desean que la obra se expanda ocupando perfectamente el espacio, hecha, en cierto modo, a su medida. La obra más rompedora para La Salina es curiosamente la que mejor la aprovecha, la que la moderniza con su arte urbano y la que propone una búsqueda de un referente que se sugiere a través del color, de la carpintería de la obra, de la técnica no solo del artista, sino del artesano que la monta y del espectador que recorre la experiencia inmersiva en la obra propuesta.

En definitiva, una experiencia que para Peraza “abre el diapasón de las muestras ofrecidas por la sala” y que muestra una perspectiva diferente del arte de un muralista cuya obra es bien conocida en toda la provincia. Daniel Martín ha conseguido mutar su experiencia sobre el muro que sorprende al espectador en los recorridos de los pueblos salmantinos, y nos muestra un aspecto de su trabajo enriquecedor, original y rompedor. El color, la pintura extensiva que parece fundirse con la sala nos esperan hasta el mes de noviembre con una propuesta fascinante: las Mutaciones de Daniel Martín.

Charo Alonso. Fotografía: Carmen Borrego.