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Rosana Acquaroni triunfa en Salamanca con su poemario '18 ciervas'
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Editorial Bartleby

Rosana Acquaroni triunfa en Salamanca con su poemario '18 ciervas'

Actualizado 06/10/2023 11:34
Charo Alonso

La poeta madrileña ha sido la feliz protagonista en un acto con Amalia Iglesias en la Librería Víctor Jara

Una editorial independiente que nació para “hacer lectores” y que cumple 25 años publicando narrativa de autores inéditos y poesía, en ocasiones, con ediciones bilingües. Una poeta que ha logrado sumar el aplauso de los lectores y de la crítica. Una presentadora de excepción en la persona de Amalia Iglesias, de la que presumimos en Salamanca –ella es palentina y estudió en Deusto- porque vive entre nosotros como una reconocida poeta, ensayista rigurosa y una espléndida periodista cultural… y una librería longeva y hospitalaria entre cuyas paredes repletas de títulos nos sentamos a escucharlas a ambas y a dejar que cobren vida las ciervas de la cueva prehistórica pintadas en muros cántabros que nos recuerdan la memoria de lo eterno y que vertebran un libro que se lee como memoria del pasado y testimonio del presente inmerso en un discurso admirado frente al amor.

Tiene Rosana Acquaroni con su anterior libro La Casa grande la virtud de hacer de la poesía un “best seller” que han disfrutado los lectores y premiado ni más ni menos que los libreros… quizás lo que más y mejor saben de libros. De ahí que se esperase tanto su nuevo título, cocinado a fuego lento desde el 2018 y que ahora nos presenta en Salamanca en un acto de público numeroso y atento. Un público que tiene la oportunidad de oír a la autora, profesora en la Universidad Complutense, y conocer, de primera mano, la gestación de este libro tan especial, fragmentos y esquirlas que logran una unidad sorprendente, que nos sitúa en el lenguaje poético que bebe de los clásicos y es tremendamente original, de Rosana Acquaroni.

Quizás porque vengo del mundo de la narrativa y del periodismo, aprecio aquellos poemarios que son un todo y se leen como una historia ordenada, articulada y entera… quizás porque Acquaroni va más allá de la poesía para explorar una manera de escribir más cercana al microrrelato o al retablo fragmentario de diferentes piezas que forman un todo llamado “poemario”. Un todo donde vuelve a brillar el talento con el lenguaje de una autora capaz de ponerle nombre al sentimiento, al dolor pasado y a la maravilla renacida, al miedo y a la memoria –toca el corazón esa cercana alusión a la casa abandonada donde aún resuenan los ecos de la vida familiar pasada- que recobra lo vivido.

La voz de la autora lee sus poemas en un religioso silencio y hace certeras explicaciones sobre una obra que para Amalia Iglesias, tiene las constantes de su poesía –ocho libros publicados y numerosos premios- como la figura del padre, el eco del poeta Luis Rosales, amigo de este, el poema como una espacio de tensión que se acerca a la narrativa, la palabra que no pierde su valor de revelación y su compromiso político y feminista del mundo. Características que vertebran su obra, como esa mirada ética del mundo y el afán por llegar al lector desde lo cotidiano, alcanzando lo transcendente. Palabras que ratifica Rosana Acquaroni, quien aclara que su poesía no es autobiográfica sino que busca lo vivido que puede servir a ese lector al que tanto respeta. Poesía convencida de la belleza de la verdad, y la verdad de la belleza, a la manera de Keats, que también responde al principio de Adrienne Rich a propósito de que lo personal es poético. Poesía para ser leída que recibe un público con gusto por escuchar poesía y más en la voz de esta autora que se pregunta si fueron pintoras y no pintores las que estamparon las siluetas de las ciervas en la cueva cántabra… esa simbología de animal cazado, inocente, vivo y pleno de significado que incorpora a este poemario construido con numerosas partes que hacen un todo.

Poesía, indudablemente, para ser gustada en la intimidad de la lectura personal pero que disfrutamos en la voz de la autora. Una voz cálida y cercana que nos hace reconciliarnos de nuevo con el encuentro y el recital, con el libro llevado bajo el brazo y firmado por el poeta, la poeta, que recala en los bebederos de una librería acogedora como un valle por el que transcurren los títulos. Un libro para disfrutar más de dieciocho veces…

Charo Alonso.

Fotografía: Carmen Borrego.