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“Hay muchos mitos y tabúes interiorizados en la sociedad sobre la dislexia"
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Día internacional

“Hay muchos mitos y tabúes interiorizados en la sociedad sobre la dislexia"

Actualizado 07/10/2023 13:19
Rosa M. García

La presidenta de Disfam Salamanca, María Jesús Moreta, explica qué es el trastorno del aprendizaje de la lectoescritura, que dura toda la vida, cómo ha evolucionado el diagnóstico y su tratamiento, porque hay avances, "pero muchos derechos están por conseguir"

Confundir letras, cambiar sílabas, sustituir palabras al leer; inversiones, omisiones o sustituciones de letras y palabras al escribir… son algunos síntomas de la dislexia. Los niños no ‘son tontos’, simplemente tienen una dificultad de aprendizaje en la lectura, la ortografía y la escritura.

Hoy, 8 de octubre, se celebra el Día Internacional de la DIslexia, un trastorno del aprendizaje de la lectoescritura, de carácter persistente, que se da en niños que no presentan ninguna discapacidad física, psíquica ni sociocultural y cuyo origen parece derivar de una alteración del neurodesarrollo. De origen neurobiológico, se caracteriza por la presencia de dificultades en la precisión y fluidez en el reconocimiento de palabras escritas y por un déficit en las habilidades de decodificación lectora y deletreo, lo que acarrea dificultades en la velocidad y comprensión lectora además de verse afectadas capacidades relacionadas con la escritura.

Muy relacionadas con la dislexia están la disgrafía (dificultades en el trazado correcto de las letras, tamaño de las letras, en la presión de la escritura…) la Disortografía (dificultades para el uso correcto de las reglas de ortografía) y la Discalculia (dificultades para dominar el sentido numérico).

Síntomas

“Las personas disléxicas suelen tener sobre todo dificultad para leer, también tiene muchas faltas de ortografía. La mejor forma de entender la dislexia, sobre todo cuando es un niño, es que tú ves que es diferente a los demás, que hay algo que no encaja, que no cuadra; cuando tienes un niño que le dedica muchísimas horas a hacer las tareas del colegio y luego los resultados no se corresponden con todo ese tiempo que está empleando, es que algo ocurre”, afirma María Jesús Moreta, presidenta de Disfam Salamanca.

“Un síntoma muy claro es que estudias con un niño, se lo sabe todo perfectamente, llega al día siguiente al examen y fracasa. La dislexia también afecta a la memoria a corto plazo, es como no poder memorizar las palabras, no el contenido de lo que estás aprendiendo, que sí lo saben, si no memorizar las palabras, esos símbolos, para luego poderlas escribir; es donde empiezas a notar los primeros síntomas”.

Es muy común, explica, que las personas disléxicas, sobre todo las personas adultas, tengan “problemas para recordar de forma rápida el nombre de ciertas cosas. En los niños se nota mucho; en clase, por ejemplo, les preguntas qué animal es ese y tardan como un poco más en contestar”. También, por ejemplo, están las fechas, “porque los días de la semana son una lista. Algo muy característico en un niño con dislexia es preguntarle qué día fue ayer o que día es mañana, es una tortura para ellos, porque es una dificultad extrema. Los adultos, los días de la semana más o menos los controlan, pero con los meses del año, aunque tengas 50 años, sí lo tienes que pensar. O recordar una hora concreta. Son cosas muy características de la dislexia”. Y por supuesto, “lo de confundir 'B' y 'V', puesto el sonido es prácticamente el mismo, la 'Y' y la 'LL', que palabra lleva o no una 'H', la 'C' y la 'Z'… “.

Diagnóstico

El diagnóstico continúa siendo tardío, pero “lo que siempre se pide es no esperar a que haya un diagnóstico, si no que en el momento en el que empiezan a aparecer los problemas, hay que empezar a intentar solucionarlos, porque cuanto más pequeño es el niño, mucho mejor puedes avanzar. Todo lo que se trabaje cuando hay una dificultad, aunque luego al final no sea disléxico, pero esa parte has avanzado y, si al final sí llega un diagnóstico de dislexia, pues al menos has ido ganando tiempo y has hecho un trabajo profesional, por así decirlo, e incidido en el problema realmente que tiene ese niño”, afirma Moreta.

Un diagnóstico que es importante sobre todo para los padres porque “tú quieres saber qué está ocurriendo”. También, añade, es importante para la persona afectada saber qué le ocurre. “Los niños normalmente, cuando se les dice, se alivian, se quitan una carga de encima, porque dicen es que no soy tonto, si no que tengo un problema. Están viendo que el resto de sus compañeros avanzan y que él se esfuerza muchísimo y no avanza, y claro, llega un diagnóstico, y dicen: no soy menos que ellos, simplemente tengo este problema para leer y para escribir”.

El trato de los niños disléxicos ha cambiado en los colegios, pero todavía queda mucho por hacer. “Todavía hay muchas personas, sobre todo, que niegan que esto sea un problema. Una frase muy repetida que te suelen decir y que hacer mucho daño: ‘es que ahora parece que todos los niños tienen que tener algo’”.

Antes, señala, “había diagnósticos que no se realizaban, había diversidad en el aula que no se contemplaba y hoy en día se contempla. No quiere decir que antes hubiera menos niños con dislexia, quiere decir que antes no se evaluaba o nadie se paraba a mirar si un niño tenía o no dislexia; se solía decir es un vago o este no sirve para estudiar, que trabaje”.

María Jesús Moreta también alude a la “brecha social, que es importante; dependiendo de en qué familia has nacido, en las familias con nivel socioeconómico más alto estos niños tienen más posibilidades de salir adelante porque pueden acceder a los tratamientos privados, porque en los colegios, en este sentido, se quedan bastante escasos en el tratamiento concreto de la dislexia”.

Tratamientos

Los tratamientos son sobre todo logopédicos. “En lo que más se trabaja es en la logopedia y la enseñanza de la lectoescritura, pero desde un punto de vista ya con evidencias científicas”, comenta Moreta, que añade que “otro gran problema es que en los métodos de enseñanza de lectura de los colegios a veces se están aplicando cosas que realmente no sirven para ese aprendizaje o que no están basadas en evidencias. Es decir, la brecha que existe entre los conocimientos científicos que hay hoy en día en cuanto a la enseñanza de la lectoescritura y lo que tenemos en las aulas es muy grande y muy amplia. La ciencia no ha llegado o va llegando con mucho desfase”.

Un problema que ocurre “no solo en el campo de la dislexia, si no en otros muchos campos, esta separación que hay entre lo que es la ciencia y las tendencias, porque también hay veces que las editoriales sacan determinados modelos, que son una tendencia y que pedagógicamente no sirven para gran cosa. Por ejemplo, un niño lo que tiene que tener son buenos modelos; un buen modelo significa ver algo bien escrito y verlo siempre bien escrito; poner a un niño con dislexia una palabra con todas las letras descolocadas y tenerlas que ordenar es una locura; es como si mandaras a una persona parapléjica subir a un campanario. Hay cosas que son absurdas, que no tienen evidencia, que pedagógicamente están muy alejadas y, sin embargo, están incluidas y están normalizadas. Esto sí es un gran problema”. Hay mucho que avanzar, porque “hay que hacer caso a la ciencia”.

Se es disléxico toda la vida

Se desconoce el número de personas disléxicas. La estimación a nivel mundial es que afecta al 10% de la población. “Es complicado, porque vemos que está infradiagnosticado, muchas personas pasan desapercibidas, en población infantil hoy en día ya se diagnostican más personas, pero en generaciones anteriores la mayoría están sin diagnosticar, con lo cual están ahí y también tienen problemas luego para el acceso por ejemplo a oposiciones, trabajos…”, afirma Moreta.

Ser disléxico es para toda la vida. “Una persona adulta con dislexia, por ejemplo, va a continuar confundiendo los meses del año, va a tener problemas para recordar fechas, es normal que se olvide de fechas de cumpleaños, hay nombres que si se los pides muy rápido, te los van a decir cambiados, incluso los colores; para una lectura eficaz, encuentras gente que lee muy rápido, pero necesita leerlo tres veces para entenderlo y gente que lee más despacio, porque necesita hacerlo así para entenderlo”.

En este sentido, la presidenta de Disfam alude a una persona adulta que se presenta a un examen de oposiciones, “donde se tiene un tiempo limitado para leer cierta cantidad de palabras; está en desigualdad de condiciones, por así decirlo”. Una de las demandas en el último año de la asociación han sido las adaptaciones en el carné de conducir para tener un poco más de tiempo para leer y comprender, “les ha ayudado y la verdad es que está funcionando muy bien esa medida, que no significa que sea más facilidad, pero le da tiempo realmente”.

Componente hereditario

La dislexia también tiene “un componente hereditario bastante fuerte y al final cuando salta una persona disléxica en una familia, luego acaban saliendo más casos dentro de la misma familia que se desconocían”. Tras diagnosticar dislexia a su hijo, cuenta, "vimos que también era su padre y, una vez que se detectó al padre, vimos que en su familia hay bastante personas que sospechamos que tienen dislexia".

En el caso de María Jesús Moreta -que fue quien impulsó crear la asociación en Salamanca- con su hijo disléxico, “primero llegó el fracaso escolar y dos años más tarde de haber repetido un curso fue cuando llegó el diagnóstico de dislexia, saber qué era lo que realmente tenía”.

Sobre las repeticiones de cursos señala que “en este tipo de casos no sirve para nada, puesto que en el curso siguiente no se centran en enseñarle a leer o escribir mejor, si no que siguen dando el mismo temario, con lo cual no se incide en dónde está el problema para solucionarlo; es una medida que al final acaba resultado inútil".

Además, añade, "hay que pensar en todos los factores sociales, sobre todo cuando un niño está en Primaria y una repetición de curso le puede acabar acarreando problemas emocionales y de salud mental”, porque, explica, un niño de de 7 u 8 años se queda sin el grupo con el que iba desde los tres años y en el nuevo grupo no lo consideran parte de él. "Hay niños que una repetición de curso socialmente les deja en el limbo y hace mucho daño. Son aspectos que muchas veces no se tienen en cuenta”. Además, señala, queda en el expediente y llegan a la ESO y, como repitió en Primaria, dan por sentado que va a fracasar también en la ESO; “se resta importancia y sí la tiene, sobre todo desde este punto de vista social y emotivo del niño”.

Disfam y sus reivindicaciones

Disfam Salamanca nació en diciembre de 2018. “Impulsados desde la Facultad de Psicología, que lo que nos hacía a los padres era abrirnos los ojos en el sentido de que o teníamos una asociación que nos respaldara o si no acababas siendo un poco la madre quejica o un poco neurótica que estaba todos los días en el colegio diciendo que ahí pasaba algo”.

Por eso sobre todo nació la asociación salmantina, “por dar un respaldo a las familias”. A lo largo de estos cinco años, “ya te das cuenta que esto es mucho más amplio, de que trasciende todo del ámbito escolar. Cierto que está basado en la lectoescritura, que es donde más problemas van a tener, y te encuentras que esto dura toda la vida, que hay aspectos de la vida donde también van a tener dificultades”.

Entre sus muchas reivindicaciones se encuentran las adaptaciones en las oposiciones. También está el tema de la atención temprana: “Antes de que llegue el diagnóstico, empezar a atender a ese niño; los diagnóstico precoces; que, por ejemplo, haya más facilidad para que una familia que tenga un diagnóstico privado se lo admitan en los centros escolares aunque sean públicos”.

“Son muchas reivindicaciones” porque “hay muchos derechos que están por conseguir”. Por ejemplo, el tema de las becas; “si una familia no tiene recursos y ya sabemos que es primordial un trabajo de logopedia cuando aún están en Primaria, pues necesitan una ayuda para poder acudir a esos logopedas”. Y es que se nota mucho la brecha social: “Ser disléxico y nacer en un lugar u otro te va a condicionar toda tu vida, como en tantas otras cosas de la vida, pero en el caso de la dislexia supone que una persona sea capaz o no de aprender a leer”.

Disfam realiza actividades y encuentros de convivencia de vez en cuando, pero lo que más hacen es atender las demandas de los problemas del día a día. “La mayor demanda en adultos es el carné de conducir y las oposiciones; y en niños, que se le hagan las adaptaciones en los colegios”.

Por un lado, “hay derechos ya conseguidos, hay normativa y legislación que te dice que a un niño hay que atenderle si tiene dificultades y qué tipo de adaptación se puede hacer, pero es una pelea para que esa normativa se aplique".

“Queda mucho trabajo por hacer y por investigar, porque la dislexia es un trastorno, que es algo relativamente reciente. Hay cosas que están muy asentadas, que ya se saben, pero que todavía no han calado dentro de la sociedad, porque hay muchos mitos acerca de la dislexia. Es algo amplio que afecta a la lectura, a la memoria a corto plazo, a recordar palabras… no se puede reducir a est del que cambia las letras”.

Hay muchos mitos y tabúes interiorizados en la sociedad” sobre la dislexia, insiste Moreta. Antes, “una persona que no leía bien se asociaba a que no es suficientemente inteligente o listo, y nada que ver. La dislexia es como decir que un miope va a ser menos inteligente, una cosa es la miopía y otra la inteligencia, pues esto es igual, una cosa es la dislexia y otra cosa es el coeficiente intelectual”.

Adaptaciones en colegios

A Disfam acuden personas de todas las edades, sobre todo niños porque están en la etapa escolar en lectoescritura y los “problemas que llegan sobre todo son la falta de adaptaciones en los colegios; cuando la comunicación con el colegio es fluida, el niño está bien atendido, hay sintonía entre familia y profesores, esos niños no llegan a las asociaciones, llegan cuando hay enfrentamiento entre las familias y el centro, las adaptaciones no se están haciendo, al niño no le da tiempo hacer exámenes, o no le da tiempo a copiar los deberes que tiene que hacer y los lleva sin hacer y recibe un castigo”. Llegan casos sobre todo cuando las relaciones entre el centro y la familia ya se han complicado”. Por eso, es fundamental que la comunicación sea fluida.

El problema no son los centros, “son las personas. Las nuevas generaciones de profesorado llegan con otra mentalidad en cuanto a la atención de la diversidad, tienen ciertas cosas más normalizadas, al menos están más predispuestos. Luego hay gente de generaciones anteriores que tienen una experiencia brutal en atención a estos chicos y cuando das con alguien que lleva años trabajando en este tipo de atención a la dislexia, la manera de enseñar a leer, de aprender, no tanto los contenidos, notas mucho la diferencia en la forma de enseñar, las metodologías que usan es una maravilla”.