Rosana Acquaroni, el triunfo de los lectores de poesía

Hay libros de poemas que parecen retar a la absurda condena a muerte de la poesía que preconizan aquellos que no sabemos si desean dar un buen titular o esconder sus miserias. Porque la poesía se escribe y se lee, y buena prueba de ello es el éxito de los dos últimos libros de Rosana Acquaroni, autora que nos visitará el jueves en esa Salamanca de fastos literarios donde solazarse en las librerías hospitalarias.

Habitó Rosana la Casa Grande de su último y exitoso libro y dejó macerar a fuego lento su siguiente título, también publicado por una editorial que no le hace el juego al mercado y si al mimo y a las firmas exquisitas. Bartleby Editores lleva veinticinco años de rigor en sus propuestas editoriales, de pluralidad, calidad e independencia consiguiendo que se sucedan las ediciones y que un libro de poesía concite el aplauso de críticos y lectores por igual. Y una parte de este éxito lo tiene la obra de esta doctora en Lingüística Aplicada, profesora universitaria, escritora premiada, traducida a diversas lenguas, cuyo último libro recibió el galardón del Gremio de los Libreros de Madrid, que ahí es nada… para que luego digan que la poesía es cara…

Es a una librería donde acude Rosana Acquaroni con sus 18 ciervas que beben en la mejor tradición de libro de poemas que se lee como una narración cronológicamente ordenada. Animales que surgen de la cueva prehistórica cántabra que visitó la autora donde recibió el mensaje de regresar al origen a través del amor y la memoria. Ese amor, sutura de la vida, que a veces no se deja entrar por miedo a lo vivido y que estalla en un delirante camino de goce que la poeta describe con esa valentía con la que ha narrado la pena y el abuso anteriores.

¿Narra una poeta? ¿Cuenta desde el verso? La pulsión autobiográfica de la reciente poesía de la autora nos sitúa en un relato de vida que parte de la pena y del abandono (magníficas las imágenes de la casa dejada, puerta que se cierra) para celebrar el amor y la vida que busca, viaja y disfruta. Y hay en este relato de vida, esa belleza con la que maneja el lenguaje la autora madrileña que deslumbra al lector, le sorprende y le hace disfrutar cercanamente de cada verso. Porque se trata de expresar para que el otro empatice, se envalentone y se solace en la lectura y en la valentía. Y es esa mezcla feroz, hermosísima que nos acerca a Keats, lo que hace de la poesía de Rosana Acquaroni una fiesta de los sentidos, una revisión continua del lenguaje poético. Va a ser una celebración escucharla entre los muros letrados de la librería Víctor Jara, acompañada por la sabia voz de Amalia Iglesias, poeta, crítica y columnista, una fiesta a la que todos estáis invitados.