El ganadero salmantino afirma sentirse un romántico del campo bravo.
En pleno Campo Charro, en la finca de El Collado se mantiene viva la llama del encaste Coquilla. Javier Sánchez Arjona, tercera generación de esta familia ganadera salmantina, es el encargado de llevar las riendas de la divisa charra, que alejada de las grandes ferias subsiste gracias a las novilladas sin picadores. Esto no es un problema para el ganadero, quien alejado de los grandes focos vive con pasión su labor al frente de este emblemático hierro.
- Ganadero, ¿cómo empieza toda esta historia?
- Por un lado soy Sánchez Arjona y por otro Sánchez Fabrés. Somos tercera generación porque mi abuelo paterno no tenía familia taurina y era el dueño de esta finca. Mi abuelo materno es el que se queda con la cuarta parte de la ganadería de Coquilla en 1934 y ahí empieza la historia de la ganadería. Mi abuelo Justo Sánchez Tabernero es el que se queda con esto cuando Coquilla tiene que vender la ganadería. Se hace cargo de la gestión mi tío Alfonso Sánchez Fabrés. En 1944 mi padre se decide a ser ganadero y compra un hierro que había en Ciudad Rodrigo perteneciente a Gonzalo Santos Diego. Compra el hierro y la ganadería, quitando las vacas y se queda con 80 vacas de Sánchez Fabrés y dos toros, siendo el origen de la ganadería como ahora la conocemos.
- Y desde entonces se ha seguido una misma línea…
- Sí, la línea de Coquilla sigue siendo la misma. En 1984 yo decidí comprar unas vacas a Juan Pedro Domecq y crear otro hierro bajo la denominación de Sánchez Arjona. En 2019 decidí quitarlo todo, venderlo a Lorenzo Fraile para la Ventana del Puerto y yo quedarme sólo con lo de Coquilla.
- ¿Por qué prescinde de esa rama con la que lidiaba en corridas de figuras?
- Prescindo fundamentalmente porque veía el mercado muy complicado y mis hijos no tienen el tiempo necesario para dedicarle lo que esto requiere. Una ganadería que quiera lidiar corridas de toros para las figuras requiere una dedicación tremenda porque hay que estar en el día a día. Ellos tienen sus trabajos y su medio de vida en otro ámbito.
- Y ahora mantiene sólo lo de Coquilla. ¿Puro romanticismo?
- Se mantiene por romanticismo y por amor al campo bravo. Esto lo llevo de manera fácil porque no pretendo más que lidiar alguna novillada. Estos años de atrás hemos lidiado corridas de toros y aunque parece que no, requiere mucha dedicación.
- ¿Qué ha lidiado durante esta temporada?
- Este año hemos lidiado dos novilladas sin picadores. Si hubiese querido hubiese vendido los animales para recortes, y seguramente económicamente mejor pagado. Pero prefiero lidiar en novilladas. La base de esta explotación es el ganado manso, pero me interesa el seguimiento del ganado bravo y el seguir lidiando el encaste Coquilla. Me gusta mucho la tradición. Voy a ver una novillada sin picadores a un pueblo de Segovia y soy feliz.
- Explique eso de que la base de la explotación es el ganado manso.
- Esta explotación ganadera es la típica de la dehesa salmantina. Aquí conviven las vacas mansas, los cochinos y las vacas bravas. Los gastos de una ganadería lidiando erales como nosotros son muy bajos. Lidiando toros en las grandes ferias se disparan los costes y hay muchos problemas derivados. Los erales se lidian prácticamente la totalidad de lo que se hierra. En cambio, eso es impensable a partir de utreros.
- Entonces, ¿no compensa lidiar en las corridas de las figuras?
- Cuando lidias una corrida con las figuras estás temblando porque como no embista no quieren matarla más y te ves negro para que vuelvan a anunciarse con la ganadería. Eso a veces es muy duro. Lidiando novilladas eso no pasa. Te mantienes un poco por la historia y por tu nombre, y además siempre tienes el mercado francés. Además últimamente muchos pueblos se fijan en este tipo de encastes.
- Pero sí que le gustaría lidiar alguna novillada con picadores, ¿verdad?
- Sí, mi planteamiento sería lidiar todos los años alguna novillada con picadores, pero como las vendo sin picadores no me da tiempo a dejarlas para lidiar como utreros. Los erales están cada vez más demandados, al igual que las vacas con ocho o diez años. Además, nos las pagan muy bien…
- ¿Qué le queda pendiente de cumplir como ganadero?
- A mí me gustaría acabar mi vida siendo ganadero y manteniendo esto que tengo entre manos. Sé que con lo de Coquilla es impensable volver a lidiar en los circuitos de grandes ferias y con las figuras. Ellos saben que tienen que hacer de vez en cuando su gesto de matar alguna ganadería de este tipo, pero no van a matar ocho o diez corridas cada uno de estos encastes en cada temporada.
- ¿Y volver a Salamanca con una novillada? ¿Entra en sus planes?
- Lidiar una novillada con picadores en La Glorieta, ¿por qué no?... A principios de los años setenta lidiamos una novillada el Domingo de Resurrección con Pascual Mezquita, José María Manzanares y El Niño de la Capea. Guardo un grato recuerdo de ese día.
- Además, entiendo que la reducción de festejos ha lastrado a este tipo de ganaderías.
- La reducción de festejos nos ha afectado muchísimo y muy directamente. Nuestra salida es las novilladas sin caballos y las clases prácticas que organiza la Escuela Taurina a través de la Diputación de Salamanca, a la que creo que no se le agradece lo suficiente lo que hace por las ganaderías de la tierra y por los chicos de la provincia.
- ¿Cómo ve actualmente la situación del Campo Charro?
- En Salamanca se conservan más ganaderías que en ningún otro sitio. Tenemos una gran riqueza a nivel de encastes aunque si hemos perdido algo de protagonismo. Antes en San Isidro o la Feria de Abril de Sevilla, Salamanca era la provincia que más lidiaba.
- Después de tantos años al pie del cañón, ¿uno ve recompensado tanto esfuerzo?
- Cuando tú te crías aquí y lo ves en manos de tu padre, y después te haces tú cargo, llevarlo y mantenerlo… te da mucho a nivel personal. La selección del ganado es algo muy interesante, la genealogía, estudiar lo que dejas y lo que no… Muchas veces uno se equivoca y otras se acierta, pero la selección tiene un significado y te da una pauta de cómo seguir la ganadería. Hay que comparar los productos que da un semental y otro, y comparar entre ellos, teniendo muy en cuenta el conjunto. Hay que evitar el malo. Ese es el que hay que evitar, porque es el que los toreros no quieren, el malo malo. Hay que tratar que el malo no genere problemas a los toreros.
- Para terminar, ¿qué animal criado en El Collado le ha dado la mayor satisfacción?
- Me viene un novillo a la cabeza un número 28 en Valencia que lo toreó Abel Oliva que le dieron la vuelta al ruedo. Y otro que se lidió en una sin caballos en Villoria hace relativamente poco. Fue un novillo extraordinario, que lo toreó Pérez Pinto y se le pidió el indulto pero no se podía porque no era reglamentario.