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Partida de mus
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Partida de mus

Actualizado 25/09/2023 08:31

En momento tan delicado, parece haberse despertado en España la fiebre para encontrar el método que bordee los principios de nuestra Constitución; pero eso sí, sin que se note demasiado, tirando la piedra y escondiendo la mano. Así se han modificado algunas leyes, se ha suprimido del código algún delito grave, se han rebajado las penas de otros, se ha indultado a independentistas condenados, y se pretende amnistiar a los cabecillas separatistas que tienen la llave de La Moncloa. Todo ello, porque el gabinete textil que trabaja para Sánchez ha encontrado los oportunos “encajes”.

Cuando tenemos un presidente que sabe muy bien lo que hace; que sigue mintiendo en España y en los cinco continentes; que está amenazando gravemente la unidad de España y la economía –por mucho traten de embaucar a quienes se dejan-, parece mentira que no haya un movimiento de indignación que sacuda las conciencias de tantos españoles que se dan cuenta de la situación, pero no lo demuestran. Es triste que dentro del PSOE no haya más soliviantados que algunos destacado ex-miembros del gobierno y del partido. Entre sus votantes, no son pocos los disconformes con esta política, pero se olvidan de serlo a la hora de votar. Tal vez no se han enterado de que están manteniendo en el poder a uno que se declara progresista, pero que, en realidad, no es demócrata sino autócrata.

Cuando queremos aclarar las ideas en el terreno político, procurando mostrar quién tiene la última palabra en todos los temas, acudimos inmediatamente a nuestra Constitución. Para afinar más, solemos concretar el artículo en el que se cita lo verdaderamente legal, porque, mientras la Carta Magna siga vigente, sus mandatos siempre serán indiscutibles e irrevocables.

Sin emplear conceptos jurídicos –de los que carezco-, y conociendo someramente el contenido de los 11 títulos de la CE, si asimiláramos el contenido global del preámbulo estaríamos en condiciones de no incurrir en despropósitos. Ahora bien, al preámbulo se le pueden “buscar las vueltas” porque contiene conceptos un tanto abstractos e interpretables, susceptibles de ser magnificados o empobrecidos. La Constitución, por el contrario, es concisa y concreta, no admite nuevas interpretaciones ni diferentes grados de aplicación. Se acata y se respeta siempre. Se supone que todos los que viven de la política tienen la obligación de conocerla perfectamente, y ahí radica la primera amenaza. La conocen y saben lo complicado que es alterar una sola palabra. Cuando cometemos una infracción que puede causarnos problemas, lo primero que buscamos es la forma de encontrar una solución que nos exima de toda responsabilidad. Ese ha sido el sistema empleado por Sánchez desde el momento que decidió alimentar su insaciable ego. Con la actual composición del Congreso, nunca podría ocupar La Moncloa sin apoyarse en los partidos que abiertamente se declaran contrarios a la Constitución. Hay que procurarse otro “encaje”.

Ese rechazo del que hacen pública ostentación los independentistas, ha sido contrarrestado precisamente con la Constitución –que ya tuvo que hacerse patente con ocasión del llamado Procès. La condena que recayó sobre los culpables podría quedar completamente anulada con la maniobra que prepara Sánchez. Como dueño del bar, se ha sentado a la mesa para jugar su partida de mus. Repartidas las cartas, sus oponentes -esta vez con cara de póker- dicen estar servidos. Sánchez, más risueño y algo distendido, parece ser el clásico perdonavidas que no concibe nunca una derrota. Se descarta, espera el invite contrario e intenta reenvidar volviendo la vista a los mirones. Los que son “mano” muerden el puro, dan otro sorbo a su copa y susurran en voz baja: ¡Órdago!. Sin perder la sonrisa, Sánchez llama al camarero y le ordena que sirva otra ronda a su cuenta. No quiere aparentar agobio ante el peligro de hacer una mala jugada, y prefiere seguir adelante.

El tahúr sigue tranquilo por dos razones: la primera, porque le encanta provocar el aplauso de la clac –que está invitada a un “completo”-; y la segunda, porque, lo que menos le importa es el resultado final. El bar no es suyo y no paga ni alquiler ni consumición. Efectivamente, Sánchez no habrá perdido porque seguirá recibiendo de la caja un salario nada despreciable, figurando como titular del negocio –que a partir de ese momento será manipulado por los compañeros de partida-, y el único perdedor será el dueño de esa empresa, de la que somos socios todos los españoles.

No conviene olvidar que Sánchez estaba desahuciado antes del 23-J y, en una semana de apatía de la derecha, fue capaz de frenar la amenaza de fracaso, hasta conseguir superar su anterior registro. Antes de que la situación se repita, ya está tocando los timbres de todos los “servicios de emergencia”. En esa parcela es un aventajado por la sencilla razón de no respetar ninguna línea roja.

Si, como todo parece indicar, Feijóo no consigue su investidura, asistiremos a todo un rosario de navajazos a la Constitución porque Sánchez no se parará en barras. Nada le importa lo que digan los españoles que se sienten traicionados por él. Si accede a todo lo que exigen sus compañeros de viaje, habrá conseguido lo que Guerra sólo soñaba en 1982: no va a conocer a España ni la madre que la parió. Los españoles nos sentiremos mutilados, empobrecidos y ayunos de libertades. Será la primera ocasión de conocer al verdadero Sánchez.

Como el cocinero Tezanos suele estar muy atareado con sus menús, para saber cuáles son nuestras verdaderas inquietudes, sería muy revelador efectuar un sondeo rigurosamente imparcial; ese que nunca se puede hacer. El trabajo de campo sería extenso, pero no difícil. Excluyendo a todos los ciudadanos/as que ocupan un puesto en el aparato del PSOE, o han sido designados para un cargo oficial en este gobierno, se haría una sola pregunta para responder simplemente “Sí” o “No”. El texto, muy claro y muy breve: ¿Está Vd. conforme con la política global que emplea este gobierno?

No sería necesario molestar a los españoles que residen en el extranjero, pero sí que la encuesta fuera suficientemente representativa. Si la gente fuera sincera, sería la única forma de saber el verdadero grado de tolerancia de la población. Que no se asuste ningún partido, porque estamos hablando de una fantasía. Ni la unidad de España, ni es respeto a todas las leyes, ni la escalada de precios, ni el paro, ni la deuda; nada hará cambiar a quienes sólo miran en una dirección; la situación de los demás no les importa lo más mínimo. Sólo buscan seguir jugando su particular mus, y el dueño del bar tendrá que acabar cerrando.

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