La Gerencia Regional de Salud de Castilla y León considera necesario impulsar la Estrategia de Atención a la Conducta Suicida para mejorar su prevención y atención
El IV Plan de Salud de Castilla y León señala el suicidio como la primera causa de mortalidad externa entre los hombres y formula entre las iniciativas a adoptar, el desarrollo e implantación del proceso de atención a la conducta suicida. Los objetivos son
En este contexto, la Gerencia Regional de Salud de Castilla y León considera necesario impulsar la presente Estrategia de Atención a la Conducta Suicida para mejorar su prevención y atención y favorecer la colaboración y coordinación tanto interinstitucional en los ámbitos de educación y servicios sociales, como con otros agentes como los medios de comunicación y las asociaciones de pacientes, entre otros.
El indicador de mayor riesgo para un futuro suicidio es el de intento o intentos previos. Se estima que durante los seis primeros meses e incluso durante el primer año después del intento, el riesgo aumenta entre 20 y 30 veces, y que la población con mayor riesgo de suicidio consumado por tentativas previas es el de las personas mayores.
También es clara la asociación entre suicidio y la presencia de trastornos mentales. Según la OMS, se estima que el riesgo de suicidio de por vida es de un 4% en pacientes con trastornos del estado de ánimo, de un 7% entre las personas que presentan dependencia del alcohol, de un 8% entre las personas que padecen trastorno bipolar y de un 5% entre aquellas que tienen esquizofrenia.
Asimismo, los estudios de autopsia psicológica reflejan que aproximadamente hasta el 90% de las personas que llegan a consumar el suicidio presentan uno o más trastornos psiquiátricos, y de éstos entre un 30 y un 70% estaban deprimidos.
Así pues, el suicidio es un grave problema de salud pública susceptible de prevención.
En el caso de la población adolescente, existen cambios en el comportamiento que pueden ser interpretados como signos de alerta, tales como: una drástica disminución del rendimiento escolar, aparición de síntomas de ansiedad poco frecuentes, existencia de problemas psicosomáticos, modificación en los hábitos de sueño y/o alimentación, problemas para mantener la concentración, aparición de síntomas de depresión, cambios en el estado de ánimo, presencia de adiciones a drogas y alcohol.
Asimismo, entre los factores familiares que pueden condicionar la conducta suicida en los adolescentes, cabe destacar los siguientes:
Los factores precipitantes son aquellos que podrían provocar la activación de una crisis suicida, sobre todo en personas que presentan otros factores de riesgo. Se corresponden con la presencia de psicopatología (depresión, psicosis, trastorno bipolar en especial en determinados momentos de la enfermedad, en especial cuando se asocia a depresión y desesperanza), acontecimientos vitales y enfermedades físicas, uso activo de sustancias y desinhibición.