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Yo soy yo y mi tecnología
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Yo soy yo y mi tecnología

Actualizado 15/09/2023 07:56
Manuel Rodríguez Fraile

Hay que reconocer que el espectacular avance de la tecnología en los últimos 50 años nos ha pillado con el paso cambiado. Pocos anticiparon lo que se nos venía encima, aunque algunos ya habían comenzaron a pensar en ello hace casi 100 años, pero sus reflexiones no tuvieron demasiado eco mediático.

Uno de ello fue Don José Ortega y Gasset (sí, el que dijo eso de Yo soy yo y mi circunstancia). Lo hizo durante el curso[1] inaugural que impartió Universidad de Verano de Santander en 1933. Sus primeras palabras fueron: Sin la técnica, el hombre no existiría ni habría existido nunca. Así empezó, sin anestesia alguna.

Hoy tenemos técnicas y tecnologías. La diferencia es que las técnicas las podemos aplicar en multitud de campos, en el arte (técnica de acuarela, del óleo, del carboncillo...) o la educación (test, mapas conceptuales, debates, mesas redondas...). Una técnica no es ni más, ni menos, que un conjunto de procedimiento que hay que seguir para lograr un objetivo, por ejemplo para hacer una tortilla de patata hay que pelar las patatas, freírlas en aceite, batir los huevos...; pero en cualquier caso somos nosotros mismos los que realizamos dichas actividades.

Sin embargo una tecnología es un conjunto de herramientas, medios y recursos para aplicar determinadas técnicas y que también se puede aplicar en muchos campos de la actividad humana como el arte (una máquina fotografía, una lavadora, una impresora 3D...) o en la educación (un microscopio, un proyector, las clases on-line a través de un ordenador, redes sociales...).

Ambas tienen como fin último superar las limitaciones que como seres humanos tenemos por Naturaleza. No estamos dotado de la capacidad para volar, pues tecnológicamente creamos aviones, tampoco de permanecer bajo el agua pues diseñamos submarinos y equipos de buceo. No tenemos garras para defendernos pues inventamos el arco, las fechas, las pistolas, los misiles... Todo ello está bien, pero todo ellos, además de genera enormes beneficios, acarrea serios problemas que no hemos sido capaces de prever, y a eso es a lo que se refiere el bueno de Ortega.

Desde su más tierna infancia nuestro niños y niñas están inmersos en un mundo tecnológicos que les impide entra en contacto directo con ´lo natural’ y para que ese contacto puedan realizarlo hacen excursiones al campo con la familia, visitan granjas con el colegio, les compramos mascotas para que las cuiden en casa y les apuntamos a campamentos de verano. Porque en su día a día está rodeado de innumerables artefactos tecnológicos que les presentan un mundo mágico, un mundo artificial que oculta ‘lo natural’ pero en el que se verá obligado a vivir.

Otro interesante problema es que tras la era de la comunicación, ya superada, nos hemos situado en la era de la imageno te ven o no existes -; que es aún más despiadada. ¡Quien le iba a decirle a Descarte que en otro tiempo no sería bastante con pensar!

Hombre, postureo para buscar el reconocimiento y la aceptación de otros siempre ha habido. Los cuadros y esculturas de reyes y nobles, los ricos vestidos y las fiestas fastuosas, son buena muestras de ello, claro que entonces había que contar con poder y recursos económicos. Ahora la cosa es mucho más fácil: Instagram, Facebook, WhatsApp, TikTok,... y otras muchas aplicaciones tecnológicas que aparece cada día, junto a los ordenadores, los móviles e Internet permiten a cualquiera mostrase al mundo tal y como le gustaría ser, son baratas, muchas de ellas gratuitas (¿?), fáciles de manejar y su efecto es inmediato al expandirse por todo un complejo entramado de redes sociales ¡qué más se puede pedir! Pareciera que no podemos resistir la tentación de exhibirnos en los lugares de las mentiras.

La tecnología nos permite hoy vivir como vivimos y vivir donde vivimos, incluso, ser lo que somos o queremos ser. Pero, como ya he dichos en otras ocasiones que los seres humanos tenemos la exclusiva capacidad de transformar lo útil en necesario, es más, en imprescindible, en algo vital para habitar el mundo. Sin las técnicas y la tecnología hoy, sencillamente, no podríamos vivir. Y entonces la pregunta es ¿quién controla todo esto? Desgraciadamente la respuesta es que no lo sabemos.

Prácticamente mediante la tecnología podemos hacer cualquier cosa. Podemos hacer amigos, crear negocios, realizar trámites con entidades públicas, sacar dinero, realizar operaciones quirúrgicas, aterrizar un avión, llegar a la Luna... Y también combatir en una guerra, detonar una bomba a distancia, estafar y robar, secuestrar los sistemas informáticos de un banco o una institución, hacer ciberbulling, incluso gobernar un país, como se ha puesto de moda entre nuestros dirigente y políticos. Y así pasamos de tener un papel activo en el mundo a desempeñar uno pasivo transformándonos en animales condicionados no por nuestros instintos pero sí por nuestra tecnología.

Algunos creen que nuestra sociedad ya no es democrática sino tecnocrática, es decir que estamos en manos de los técnicos, pero yo creo que mas bien se trata de una sociedad artefactocrática, pues nuestra vida la controlan y dirigen multitud de artefactos, aunque no seamos consciente de ello, y esto debiera darnos que pensar.

Dicen que Internet tiene todas las respuestas, y tal vez sea cierto, pero ni Internet ni ese modernísimo ChatGPT son capaces de formular preguntas, siempre somos nosotros quienes tenemos que preguntar, afortunadamente.

José Antonio Marina, que fue autor del libro de texto de la asignatura Educación para la Ciudadanía, defiende la idea de que ni el problema ni la pregunta son conocimientos, al contrario, son reconocimientos de ignorancia, pero abren espacio al conocimiento, nos impulsan a ir más allá de lo que sabemos. La inteligencia no es por tanto la capacidad para resolver problemas, sino, para plantear las preguntas adecuadas.

¿Qué preguntas debemos plantearnos en estos momentos para no terminar devorados por la tecnología? La tecnología es hoy esa ‘circunstancia’ a la que de forma acertada se refiere amigo Ortega, así que podríamos decir: Yo soy yo y mi tecnología.

[1] Hoy está editado como libro con el título ‘Meditación de Técnica’

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