De Somoza a Ortega. Los riesgos del poder y los Jesuitas héroes en América Latina.
En Nicaragua ya me contaron una sabia historia hace tiempo, antes de que Ortega haya acabado como dictador: “después del triunfo sandinista dos ingenieros, un “nica” y “un yanqui”, hacían un estudio de recursos en la Selva Negra, se perdieron y estaban muertos de hambre. Por suerte encontraron una mochila, la abrieron, bajo sospecha, porque podía contener una bomba".
Eureka gritó el sandinista, estamos salvados, mientras el americano daba saltos de alegría.
El americano con los ojos como platos, cogió el pan, lo levantó hacia el cielo (aunque este sea casi siempre invisible en esta selva) y dijo: hermano nicaragüense, vamos a repartir este pan democráticamente.
Hermanos sí, pero te pido que partamos esta hogaza por la mitad.
¿Se puede confiar en la democracia y cómo debería ser esta? No conocí Nicaragua con Somoza pero, por lo que sé, merecía una revolución. Los sandinistas la hicieron y tomaron el poder. Los Jesuitas ya habían creado una universidad en Managua, antes de la revolución sandinista.
En principio, las relaciones entre sandinistas y jesuitas fueron buenas.
Los jesuitas pidieron ayuda a la Facultad de Psicología, de la Universidad Autónoma de Madrid, para implantar un Master. Mis compañeros madrileños me pidieron colaboración. Estuve de profesor varios veranos, en mis vacaciones. Nos pagaban el viaje y la estancia en una de las casitas de los jesuitas, al lado de la universidad, vigilada toda la noche por un hombre con un fusil.
Fue una experiencia dura, por la situación del país, pero muy buena como docente, con los profesores (que eran nuestros alumnos) civiles y jesuitas, y con la relación con tres profesores, compañeros internacionales: un americano, un austriaco y otro español. Con ellos asistí en la Plaza de catedral, ya llamada de la revolución, al primer gran mitin del Ortega, líder del sandinismo. La plaza estaba abarrotada, el tejado de la catedral lleno de gente y los grandes árboles con montones de jóvenes encaramados en sus ramas. Los “ nicas” viven en una sociedad de riesgos y los asumen con naturalidad. Parecían hombres pájaro, llenos de colores.
Fue una fiesta llena de emociones y esperanzas. Todos aplaudimos a rabiar ¡Cómo íbamos a dudar del líder sandinista!
Me volví a Salamanca encantado ¡LAS ILUSIONES Y ESAPERANZAS HUMANAS PUEDEN SER TAN GRANDES ¡
El primer gobierno respondió a lo esperado: Sergio Ramírez, Ernesto Cardenal, etc. América Latina necesitaba de estos gobiernos.
El segundo verano hablé mucho con un sandinista que había sido guerrillero. Ya era muy crítico con la situación. Sufría porque había visto morir a muchos compañeros y el país no había mejorado.
Los ensayos de democracia liberal-social y de libre mercado posteriores fueron muy conflictivos.
Ortega, cuando pudo volver al poder, inició un cambio progresivo de las leyes y prácticas gubernamentales que han acabado en una verdadera dictadura, con su mujer de vicepresidenta. Ha acabado con la oposición, encarcelado a los opositores u obligándoles a marcharse del país.
Una manifestación de estudiantes de la universidad de los jesuitas ha provocado lo que quería hacer Ortega desde hace mucho tiempo: se ha apoderado de la universidad y las casas que tenían los jesuitas, todo pasa a propiedad estatal, y ha expulsado a los jesuitas del país.
Era la mejor universidad del país, con 9.000 alumnos.
Los profesores civiles eran la mayoría, pero han sido sustituidos por fieles al régimen.
Ortega, me dicen, es corrupto económicamente, se ha enriquecido, está implicado en abusos sexuales y gobierna como un dictador.
Los jesuitas y su universidad eran inevitablemente críticos, pero apoyaban un régimen democrático verdadero.
La democracia es frágil y un mal menor. El poder es peligroso, la enfermedad de no pocos políticos. Algunos se les conoce pronto, otros van dinamitando los contrapesos e instituciones democráticas, poniéndolas a su servicio.
Daniel Ortega su mujer y los que les siguen han pasado de la izquierda a la dictadura, en nombre de las ideas revolucionarias o e l llamado “progreso”, porque ya les da vergüenza definirse de izquierdas.
¿Qué casos más podrían usted citar?
Hace muchos años que insisto: ”el poder es inevitable, porque los seres humanos somos muy jerárquicos, y debe estar siempre bajo sospecha crítica”. Todo poder: el de los padres, los profesores, los policías, los jueces, etc. Pero sobre todo, el poder de los que legislan y gobiernan.
¡Como lamento haber aplaudido una vez a Ortega!
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