Trajes, bailes, canciones, instrumentos... la identidad salmantina a través de Federico Lozano, Montaraces y Charros, Surco, y Charros y Gitanos
El floklore está de moda, no solo por el auge de grupos, también porque el folkore se ha introducido en otros tipos de música. La provincia de Salamanca cuenta con numerosas agrupaciones que mantienen vivas nuestras tradiciones a través de sus trajes, bailes, canciones e instrumentos. Hablamos con tres de los grupos de folklore salmantinos más representativos y también con otro que ha recuperado esa tradición que había en Salamanca del folklore de los gitanos.
Es uno de los grupos de folklore más antiguos no solo de la provincia de Salamanca, también de España. El Grupo de Coros y Danzas ‘Federico Lozano’ se constituyó en la década de los años 40 (sección femenina). Son muchos los componentes que han pasado por él a lo largo del tiempo, siempre fieles a las tradiciones recibidas: conservar la calidad y autenticidad en la interpretación de sus danzas, canciones, trajes, ritos, costumbres, que han recibido de los mayores del pueblo, “porque el pueblo habla, dialoga, enseña, transmite”, tal y como explica Mary Villanueva del Pozo, la directora del grupo. “Sus formas de expresión, sus costumbres, sus alegrías, religiosidad, autenticidad están plasmadas en danzas y canciones que son testigos del paso del tiempo, que a ritmo de jota, fandango y charrada, presenta danzas de boda, de fiesta, religiosas, rogativas, de ronda de campo, de matanza. Todas ellas recogidas en la comarca de La Armuña”.
El Grupo de Coros y Danzas ‘Federico Lozano’ está considerado como uno de los grupos más antiguos y representativos de España y como tal participó en el Festival de Arraigo, organizado por el Ministerio de Cultura, CIOFF y la dirección general de Música en el teatro de la Zarzuela en 1966 y 1967.
Ha llevado su nombre, el de Salamanca y España por varias partes del mundo, sin olvidar, todos y cada uno de los pueblos de la provincia de Salamanca en los que ha actuado. Federico actuó con el grupo en 1960 en Mónaco, en 1964 en Nueva York, recibió el Premio Nacional de Danza en el Teatro de la Zarzuela de Madrid en 1965 y en 1998 en Getafe con la danza de La Cruz.
Además representó a España en el Festival Internacional de Danza, celebrado en Confolens (Francia) en 1966 y ha participado en festivales internacionales en Jaca, Burgos, Badajoz, Avilés, Córdoba, Ovar, Murcia, Ciudad Real,Bruselas, Castellón, Logroño, El Ferrol, Segovia, Dos Hermanas… En la ciudad polaca de Zakopane en 1990 obtuvo el hacha de plata y el primer premio de trajes regionales; también en la época de los 90 estuvieron en Gannat (Francia) y en la antigua República de Azerbaiyán.
En la capital salmantina ha participado en la ofrenda de la festividad de San Isidro en Salamanca y ha acompasado al Resucitado en varias ocasiones, sin olvidar sus actuaciones en la Plaza Mayor y la Plaza de Anaya, así como en el recibimiento en 2020 de los de los representantes de los Charros de Jalisco con motivo del hermanamiento de las dos ciudades. Todos los años el grupo participa y colabora en el Festival de Federico Lozano de Villares de la Reina.
En el año 1978 promovido por Carmina Redondo Salinas, Pepita del Pozo Santos y componentes del grupo se creó la Asociación Cultural de Coros y Danzas, registrada en el Gobierno Civil con el nombre de ‘Federico Lozano’ en reconocimiento a su gran labor como bailador, coreógrafo y maestro de folklore salmantino.
Todas las danzas que interpretan han sido coreografiadas por Federico Lozano, que perteneció a una familia de auténtica raigambre charra. “Hijo y nieto de tamborileros de Villares de la Reina y magistral bailador de Rosca con Carmina Alonso Jiménez, como compañera de baile”.
Su baile, el baile charro, se caracteriza “por su sobriedad; contrasta el vivo punteado de los pies ‘bornear bien’ y la postura erguida, altiva, serena y ceremoniosa de los bailadores en cuanto al cuerpo y los brazos”, explica Mary Villanueva del Pozo.
Del espacio que quedó entre el estudio, el trabajo, la amistad y la diversión, surgió en septiembre de 1984 un grupo, Montaraces y Charros, jóvenes con mucha afición e ilusión por no perder nuestras raíces y no olvidar la herencia popular. Está formado por salmantinos y salmantinas que “se sienten orgullosos de su tradición. Muchos somos de la capital, otros son de Tamames, Barruecopardo, el Tornadizo… pero a lo largo de todos estos años hemos tenido participantes de Villavieja de Yeltes, Lumbrales, San Muñoz, Fuenteguinaldo, Villanueva del Conde, Madroñal, Cepeda, las Casas del Conde, etc”, explica Mar López, directora del grupo. En la actualidad son un grupo de unos 20 participantes, muy familiar y también de buenos amigos.
“Nuestra memoria se nutre de lo que nos dejaron nuestros abuelos y sus padres, y las madres de estos… y sabiendo ver y escuchar, encontramos la identidad y la conciencia como pueblo charro. Dentro de la línea mágica de los ritos y las costumbres del pueblo, nos acercamos a nuestro pasado, a lo popular, respetando y amando nuestra tierra, llegando a conocerla a través de su folklore y su cultura”.
De norte a sur de la provincia de Salamanca “todo se dice en el baile, se canta en la ronda, en las bodegas, en la plaza, en el campo… Cada paso es un ritmo de danza, cada voz es un canto a la tierra”. Con indumentaria de labranza, de fiesta, de boda… el grupo baila charradas, jotas, picaos, fandangos, salteaos, pasacalles…al son de la gaita y el tamboril, acompañados de castañuelas. Y con esa variedad de trajes, bailes, canciones y los instrumentos “reflejamos los distintos momentos de la vida en las zonas de Salamanca”.
Aprendieron directamente de la gente del pueblo o en los cursos de baile charro que se daban en el Centro de Cultura Tradicional de la Diputación de Salamanca. Tienen sus propios trajes y, junto con el baile y las canciones, los brindis, los poemas, la gaita y el tamboril, el rabel, el pandero, las castañuelas, la sartén, la botella, el almirez, la zambomba o una fuente con dos tenedores “escenificamos momentos vitales del llano, entre sierras, la Sierra de Francia, la Sierra de Béjar, La Armuña, Las Arribes, El Abadengo, el Campo Charro, El Rebollar, etc”
“Sentimos orgullo de nuestro pasado, sin él, nuestro futuro no se entiende, por eso tenemos que amar la tierra y el aire, las montañas, el río y su vereda, que nuestros descendientes puedan sentir la magia de antiguos saberes de nuestros antepasados”.
En la larga y sólida trayectoria musical de Montaraces y Charros destaca la difusión de la cultura tradicional en los festivales mundiales de folclore de Palma de Mallorca, Portugal, Luxemburgo o Polonia, entre otros; también han participado en festivales en distintas comunidades españolas. Desde 1987 “tenemos el honor de participar con la Cofradía de la Vera Cruz en el Encuentro del Domingo de Resurrección y, en los últimos años, el Viernes Santo en el descendimiento y la procesión del Santo Entierro”. Han participado en el I Festival Internacional de Folklore de Salamanca y en la recreación histórica de la visita de los reyes Alfonso XIII y Victoria en 1922 en Alba de Tormes, así como en el III Festival del Siglo de Oro Español en Salamanca y la recreación histórica de las bodas de Felipe II.
Ahora están preparando su participación en el II Festival Internacional de Folklore de Salamanca y “colaborando con la dinámica cultural que se mantiene entre los grupos de nuestra ciudad, algo muy enriquecedor, sobre todo, como ejemplo para las generaciones futuras y pervivencia de nuestra tradición”.
Hace ya 34 años que se creó, a iniciativa de Cefe Torres, el Grupo Folklórico Surco. “Teníamos un grupo en Babilafuente y otro en Villoria; nos ‘salió’ un actuación en un certamen en Barcelona y unificamos los dos grupos. Era el año 1989 y ese fue el comienzo de Surco”, explica. Desde entonces, están “prácticamente todos, ha habido gente que va y viene, pero lo más curioso es que los padres están, los hijos también y en algunos casos hasta los nietos; es intergeneracional”.
Surco está formado por casi medio centenar de personas de distintas localidades de la provincia salmantina: Villoria, Babilafuente, Villoruela, Vitigudino, Lumbrales, Guijuelo, Galisancho, Matilla de los Caños …, pero “el centro neurálgico, el grueso digamos, está en Salamanca, con la sede también en la capital, que compartimos con la Asociación de Vecinos de Huerta Otea”. Además en el mismo lugar, cuenta con una escuela, tanto de niños como de jóvenes, no solo de baile, también de instrumentos y de canto.
“Esto tiene que gustarte y tienes que tener pasión”, señala Cefe Torres cuando habla sobre el objetivo que les llevó a formar Surco, que no fue ni más ni menos que “la necesidad de mantener vivas nuestras tradiciones, que es mantener viva nuestra historia. Es reiterativo y tópico, pero para saber a dónde vamos, hay que saber de dónde venimos. Tenemos una cultura amplísima, maravillosa y hay que ponerla en valor”. Y “no es algo pasado de moda, sino que lo podemos ir reciclando, podemos apuntarnos a todo lo que significa innovación y futuro sin dejar de lado absolutamente nada de nuestros ritmos y cantos. El folklore es el que marca todos los ritmos, está todo inventado, hasta el reggaeton, desgraciadamente, tiene la base en la cultura tradicional”.
Actualmente el folklore está en auge. “Es lo que pasa con las modas, todo lo que se pone de moda funciona y el folklore está de moda, también porque hay mucha gente que se está dando cuenta de que está todo inventado, que todo tiene una base, tiene un porqué y que ya nuestros antepasados se tuvieron que romper los cuernos para investigar, para crear mucho y para hacer sonar los instrumentos de uso cotidiano, tanto de labor del campo como de la casa; y la gente lo está valorando mucho”, afirma Torres. Por eso, ahora “hay muchísimos grupos emergentes de música alternativa, sobre todo indie, que están reconociendo nuestros propios instrumentos y nuestras músicas y bailes”.
Otros estilos musicales que se están haciendo eco del folklore, como Rozalén o La Moda, apunta Cefe Torres, y que “están recurriendo no solo a instrumentos, sino a los propios ritmos salmantinos o letras tradicionales. Es algo que hay que agradecérselo”. Por ejemplo, añade, el pandero cuadrado, originario de Peñaparda, “está dando la vuelta al mundo ahora mismo, es el instrumento más tocado por todos los grupos”, también más allá del ámbito tradicional, donde destaca Vetusta Morla.
Un auge que ha provocado que en los últimos años hayan surgido muchos grupos de folklore en la provincia de Salamanca. “Hay que poner un poco de freno a esto. Era como el cajón desastre en el que todo entraba y tenemos que ser un poquito rigurosos, hay que mantener viva la esencia, pero, con muchísimo respeto, no todo vale en el folklore”.
Y ya que el folklore está de moda, Cefe Torres quiere lanzar un mensaje, sobre todo a los jóvenes: “Que no tengan miedo ninguno en aventurarse a esta maravillosa y apasionante aventura del folklore; estamos hablando de cantos, de bailes, de ritos, de símbolos… es decir, de toda la vida de nuestros antepasados y eso es maravilloso”.
La fusión de la guitarra flamenca y la gaita y el tamboril charros, los fandangos, las jotas o las charradas con los tangos, las rumbas y las bulerías. Es la unión de los ritmos de dos culturas: el folklore charro y la de los gitanos de Salamanca. Charros y Gitanos es la unión de músicos y bailarines de folclore tradicional charro con músicos y bailarines de flamenco.
José Ramón Cid Cebrián, investigador de la cultura popular, gran conocedor de las tradiciones salmantinas y experto en la gaita y el tamboril, descubrió las similitudes de los cantes flamencos gitanos y el folclore charro; y surgió el espectáculo Charros y Gitanos.
“Por un lado, estoy trabajando en el folklore puro, en lo auténtico, pero, por otro, hago cosas también con otros músicos, entre ellos tenemos un grupo que se llama Charros y Gitanos, porque en Salamanca había una cultura importante, un flamenco característico de los gitanos de Salamanca”, explica. “Ahí, destacaron en su día Farina y sus hermanos, y todavía quedan gitanos en Salamanca, por así decirlo, de esa escuela”. Por este motivo, se han juntado “unos gitanos de Salamanca con otros charros y conmigo, e interpretamos músicas tradicionales, tanto charras como gitanas, con el aire que le dan ellos, y músicas del folklore salmantino como cantan ellos”.
Eso, comenta Cid Cebrián, ya lo hacían hace 60 años. “Hay grabaciones, por ejemplo de El Calderas, que era un cantaor muy bueno de Salamanca y el hermano mayor de Rafael Farina, que canciones tan populares como ‘La Clara cuando va a misa’ o ‘Apañando aceitunas’ las cantaba por bulerías; hay grabaciones muy bonitas de los años 60. Los hermanos de Farina Ángel y Kaito cantaban también ‘La Chana’ por bulerías. Entonces lo que nosotros hacemos es seguir esa línea, esa tradición que ya hacían ellos; ponemos a dialogar la guitarra flamenca con la gaita y el tamboril charro”.
El grupo Charros y Gitanos está formado por siete personas: “Una bailaora de flamenco, un guitarrista de flamenco, dos cantaores gitanos de Salamanca, que son familia de los Farina, una pareja de bailadores charros y yo, el tamborilero”.
Iniciaron su andadura hace seis o siete años. “Empezamos un poco en broma, no nos lo tomamos en serio, pero veníamos que a la gente le gustaba mucho y tenía mucho interés. Ahora hacemos conciertos e iremos a varios pueblos”.
Su espectáculo dura alrededor de una hora. En él se unen una gran variedad de ritmos, tanto charros como flamencos. “Cogemos de ritmos charros fandangos, jotas, pasacalles, charradas, charros… y los vamos casando con ritmos flamencos, como tangos, rumbas, soleás, bulerías… y hacemos un casamiento de las dos culturas, de los dos ritmos”, explica.
Y a la gente le encanta, porque “es un espectáculo muy completo, las canciones suelen ser canciones tradicionales salmantinas, pero interpretadas por los gitanos con el aire que le dan ellos. Casamos un fandango con una bulería, un pasacalles con unos tangos… y así”.
Charros y gitanos publicaron hace poco más de dos años, en septiembre de 2020, un libro-disco, que ·es también un trabajo de investigación en el que explicamos el porqué de todas las cosas y un poco la historia de esta tradición que había en Salamanca del folklore de los gitanos”. Una publicación que logró un gran éxito y se agotó, y que hicieron en conjunto los Centros de Estudios Salmantino, Bejarano y Mirobrigense, “los tres que hay en la provincia; es la primera publicación que se hace con los tres centros en conjunto”.