¿Cómo enfrentarse al Efecto Matilda para no ser marginadas por el hecho de ser mujeres? Muchas lo hicieron haciéndose pasar por hombres.
La matemática Sophie Germain (1776-1831) fue autodidacta porque se le negó el acceso a la universidad. No obstante formuló un importante teorema, que hoy lleva su nombre, sobre la divisibilidad de las soluciones de la ecuación propuesta por el eminente profesor Pierre de Fermant[1] y dio explicación, mediante una teoría matemática, al comportamiento de las superficies elásticas. Además mantuvo importantes y fluidos debates epistolares con eminentes científicos y matemáticos de su época como Gauss o Joseph Louis Lagrange, pero en la mayoría de las ocasiones firmó sus carta como 'Señor Le Blanc'
Aunque su obra merecía todo el reconocimiento académico, nunca recibió título alguno. Hoy, una calle de París y un Instituto de Enseñanza Secundaria llevan su nombre y una placa, en la casa donde murió, recuerda por sus importantes aportaciones a las matemáticas, la física y filosofía.
La botánica francesa Jeanne Baret se vio obligada, por la prohibición de Armada francesa a que las mujeres viajaran en su barcos, a disfrazarse de hombre para poder embarcar en una expedición al mando del naturalista Louis Antoine de Bougainville para busca nuevas especies de plantas, convirtiéndose así en la primera mujer en dar la vuelta al mundo.
Pero sin duda uno de los casos más crueles y sorprendentes es el de Margaret Ann Bulkley conocida hasta el final de sus días como Doctor James Barry, porque sólo tras su muerte, y por una fatal indiscreción de cierta auxiliar de la funeraria que desvistió su cuerpo con el fin de prepararlo para el funeral y quiso chantajear a la armada inglesa aunque fracasó, se desveló su verdadero sexo. Pero se le enterró con su ropa de varón y tal como dejo escrito en su testamento, en su lápida figura: James Miranda Stuart Barry. 1789-1865.
Aunque nació y fue educado como una niña, eligió - más bien se vio obligado a hacerlo - vivir como hombre para así poder ingresar en la universidad y licenciarse en cirugía, su gran pasión. Tras licenciarse en la Universidad de Medicina de Edinburgh en 1812, ya como James Barry, un año después regresó a Londres y supero el examen para ingresar en el Real Colegio de Cirujanos, tras lo cual se incorporó a la Armada Británica y prestó servicios India, Jamaica, Canadá y Sudáfrica. Así se convirtió en la primera mujer británica en llegar a ser médico y cirujano de la historia y en formar parte del ejército, además de haber realizado la primera cesárea con éxito de la historia. Pero entonces se desconocía su secreto.
Culminó su impecable carrera militar con el rango de Inspector General de los Hospitales Militares y se retiró en 1859 como General del Ejército Británico, nombramiento que le concedió La Reina Victoria, que nunca sospecho la verdad.
Los que cocieron como Doctor James dicen que era una persona un tanto excéntrica, no sólo por su vestimenta, también por convivir en su domicilio con un gato, un loro, una cabra y seis perros; y por contar en su círculo de amistades tanto con lores ingleses como con generales revolucionarios venezolanos[2]. También por ser estrictamente vegetariano y abstemio.
Su forzada condición de vivir como un hombre le supuso grandes sacrificios y renuncias, por ejemplo, no poder tener nunca a su lado al amor de su vida, el hijo que tuvo de muy joven, fruto de una violación de su tío. Todo ello le devino en un carácter agresivo e irritable por el que se hizo popular. Se cuenta que en cierta ocasión destrozó con la fusta de su caballo la cara a un soldado que comentó su aspecto algo afeminado y se batió en varios duelos con hombres que criticaron su figura poco varonil.
Tener que llevar toda una vida como hombre es tal vez la mayor brutalidad del Efecto Matilda. El miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo. Afirmaba el escritor uruguayo Eduardo Galeano. Gran verdad.
[1] Que fue, junto con Descartes y Kepler, uno de los principales matemáticos de la primera mitad del siglo XVII.
[2] El General Francisco de Miranda, de quién tomó el apellido
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