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Actualizado 17/08/2023 10:04
Fermín González

"El mejor automovilista es aquél que conduce con imaginación: imagina que su familia va con él en el auto" (Henry Ford)

Cada día por desgracia, se comentan con enorme frialdad, los innumerables accidentes de circulación que se producen, las cifras, la visión de los mismos son espeluznantes y la edad de muchos conductores sobrecoge. Es cierto, que han disminuido los accidentes en carretera, pero también se suceden muchos en el centro de las ciudades, que no se contabilizan. A todos estos muertos, hay que añadir como bien sabemos todos, la cantidad de heridos graves que quedaran tullidos y con secuelas para toda la vida. Sin embargo, esto ocurre en unos tiempos en que los vehículos cada vez más; incorporan muchos medios técnicos en cuanto a su seguridad, pero, aun así, es imprescindible la colaboración de los conductores para evitar muchos de estos escalofriantes resultados.

En un automóvil, las ordenes de su funcionamiento; hasta en los momentos más delicados son ejecutados por una persona – el conductor -, cierto que, como en otras facetas de la vida los hay, unos mejores que otros; pero lo que es seguro, es que no hay ningún conductor perfecto. Cada conductor es un mundo, y su nivel de conducción viene determinado por infinidad de elementos, situaciones y circunstancias como pueden ser: Sabiduría automovilística. Capacidad. Estado físico y Psíquico; hay otras como experiencia, personalidad, orientación etcétera. Por las cuales asumimos riesgos controlados.

Podemos saber bien el código, esta bien, pero no es suficiente, ¿tenemos capacidad?; hay personas que conducen con extraordinaria facilidad, otras no llegaran a dominarlo. Cada conductor debe asumir sus capacidades y no llegar a crear una situación de peligro para él y para los demás. El estado físico es esencial; nuestros reflejos, autocontrol, capacidad y condiciones de reacción se ven disminuidas en mucho más de lo que pensamos, cuando se ha ingerido alcohol, cuando estamos agotados, cuando aparece el sopor y el sueño o bien cuando soportamos una dolencia física etcétera, así como el estado psíquico nos produce desasosiego y nerviosismo por alguna obsesión. Por tanto la conducción bajo estas presiones, sin apenas darnos cuenta, comenzamos a asumir riesgos innecesarios; nuestros sentidos escapan de control, creemos dominar la maquina, nos confiamos y alardeamos cuando salvamos un escollo de peligro, de ser un fenómeno al volante. Y... “Zas”; lo dramático y sus consecuencias.

A estas reglas expuestas, hemos de tener presente, que la circulación en automóvil discurre en un medio hostil. Existen multitud de condicionantes externas que así lo confirman. Carreteras en mal estado, señalización deficiente, ambigua, incorrecta y apresurada que despistan al conductor, obstáculos imprevistos, condiciones meteorológicas, entramados en autovías y autopistas, masificación de vehículos y un sinfín de agresiones que tienen que sufrir los automovilistas. Y además algo, que es de nuestra entera responsabilidad y que deja mucho que desear. La atención y estado de nuestro propio vehículo. Si se valorara bien este fenómeno, muchos serian los accidentes que se evitarían, aun no tiene el conductor español conciencia ni educación sobre lo que supone invertir en seguridad- Cierto que mantener el vehículo con todas las garantías supone un elevado coste -. Pero si queremos exigir de la maquina que obedezca ante situaciones limite y tenga un correcto comportamiento, nos daremos cuenta que merece la pena mantener en perfecto estado esos puntos vitales que tienen una influencia vital en la seguridad, equilibrio y respuesta del vehículo. No se le pide al conductor que este al tanto de la intimidad de la mecánica. Pero ha de saber y meterse bien en la “sesera” que ruedas, suspensión, frenos, dirección y buena visibilidad son elementos que debe exigir, su seguro funcionamiento – no es aseveración gratuita, se lo que hablo -. Dicho esto: que cada cual haga su autoexamen.

En cuanto a las campañas efectuadas por la D.G.T. en todos los medios debemos preguntarnos ¿Están bien? ¿Están mal?, lo que esta claro, es que fallan, que no son suficientes, y que basarse sobre el temor de la tragedia, la multa y exhibición de autos y personas destrozadas, puede en muchos casos alimentar inseguridad y dejar inexplorados muchos de los condicionantes anteriores expuestos. Siempre habrá accidentes. Siempre surgirá el loco, el bebido, el engreído, el despistado, el que circula con medio freno o neumáticos lisos etcétera. Pero hemos de cambiar ya, nuestra sintonía aquella de. “LOS ACCIDENTES LOS TIENEN OTROS” para añadir “TAMBIEN PODEMOS TENERLOS NOSOTROS”. Piénsenlo un poquito y buen viaje.-

Fermín González, salamancartvaldia.es, blog taurineías

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