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El renacer del arte en Valverdón con el regreso al pueblo de la creadora Amelia García
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ARTISTA salmantina

El renacer del arte en Valverdón con el regreso al pueblo de la creadora Amelia García

Actualizado 16/08/2023 14:04
Charo Alonso

Tras gran parte de su vida profesional en Mallorca decide regresar a su pueblo, Valverdón, donde tiene un precioso taller

El muro del taller de Amelia García en Valverdón es de la materia primigenia del adobe y la piedra, y contra la piedra de las casas de este pequeño pueblo junto al Tormes, sus piezas de bronce y refractario se levantaron en la plaza para celebrar la fiesta. Estilizadas figuras enraizadas en la tierra que vio nacer a la artista salmantina, levantadas como árboles, homenaje a la sororidad que une a las mujeres eternas en su ternura acompañada, formas suaves y rotundas de una artista que trabaja con la esencia misma de la tierra, el barro del que estamos hechas.

Charo Alonso: Esta muestra es una forma de reivindicar la cultura en los pueblos, Amelia.

Amelia García: Creo que hemos hecho algo que revaloriza de alguna manera el vivir en pueblos pequeños. Es una defensa de los valores del pueblo, y no quiero pecar de falsa modestia, pero todo el mundo se volcó y gustó mucho. Fue un trabajo intenso y alegre hecho de forma muy natural. Pensé: tenemos una plaza preciosa, la conozco y sé qué obras le vienen bien. Obras que se integraron perfectamente en el espacio y que yo había hecho

a casi mil kilómetros de Salamanca, en medio de los colores del Mediterráneo. Vengo aquí, monto una exposición y se integra perfectamente, ha sido una tarea de todos y muy hermosa. Estoy muy agradecida al ayuntamiento.

Ch.A.: ¿Por qué se llama “Sororidad”? ¿Tienes pensado repetir la experiencia en otro espacio?

A.G.: Se llama “Sororidad”, piezas minimalistas que retratan a las mujeres buscando la síntesis, porque siento que nos apoyamos, trabajamos en conjunto, tenemos una conexión especial. La mujer es creadora de vida, transmisora de la historia, de las costumbres y las tradiciones. La experiencia ha sido magnífica y estoy dispuesta a repetirla donde me lo pidan.

Ch.A.: Profesora de Cerámica Artística de l´Escola Superior de Disseny de Palma de Mallorca, artista reconocida, doctora en Bellas Artes… ¿Por qué regresas a Valverdón, a Salamanca?

A.G.: Soy de aquí, aquí tengo a mi familia que me arropa y nací aquí, en esta casa. Qué curioso, sin planteármelo he vuelto al mismo sitio, he montado mi taller… A Mallorca voy con frecuencia porque ahí tengo mis galerías, mis amigos… pero decidí volver a Salamanca y lo primero que hice fue montar mi Taller. Desde que empecé a trabajar lo primero que busqué es montar mi espacio ¡Y siempre he cuidado más montar el taller que la casa!

Ch.A.: De la cerámica a la escultura, ahora trabajas sobre lienzo ¿Cómo has llegado a esta última fase?

A.G.: Imaginad lo que es una mudanza, trasladar un taller, luego el COVID, la guerra de Ucrania… Yo aún estaba impresionada por aquellas imágenes

de gentes caminando buscando un hogar cuando decidí con colores, con relieves, pero me daba cuenta de que no lograba lo que estaba buscando aunque sí respondían los materiales. Poco a poco surge “Solidaridad”, que engloba “Sororidad” y “Éxodo”. Aunque tengas una idea central,

el material hace su función, me lleva, me va pidiendo qué necesita la obra y surge con la temática elegida, los materiales responden, los volúmenes, el relieve, el sombreado… y lo más importante, llegó un punto que todo lo que pasaba en el mundo se veía reflejado en la obra. Ahora sí, había encontrado la solución temática y matérica.

Ch.A.: No te acomodas en una técnica, eres una artista muy reconocida y sigues trabajando mucho y evolucionando.

A.G.: Es importante dar constancia al desarrollo de un proyecto, no hay que dejarlo sino otorgarle continuidad, regresar, destapar el lienzo o el barro y continuar donde lo habías dejado. Siempre que puedo trabajo siete días a la semana, aunque es cierto que me cuido la salud, tengo periodos de descanso… Si no, no podría hacer el trabajo que hago. Porque no es solo el taller, estos días he ido a la fundición, trabajo con barro refractario y luego

se funde en bronce además, preparo una exposición en Pollensa ¡Si no me cuidara no podría con todo!

Ch.A.: ¿Supiste que querías hacer arte cuando empezaste a estudiar?

A.G.: Quería, no tanto hacer arte, sino trabajar. Siempre tuve las ideas muy claras, coincido con Virginia Woolf a la que ahora releo, en tener una habitación propia, mi propio espacio, la solución de mi vida. Por eso os he dicho que lo primero que hago es montarme un taller, espacio para mi trabajo. Estudié lo que ahora se llama Diseño de Interiores, pero no me veía en el campo de la decoración. Tuve la suerte de ser alumna de Álvarez

del Manzano, que era un gran pedagogo, él me inclinó hacia las artes plásticas y seguí los cursos de cerámica artística y hasta ahora.

Ch.A.: Has sido docente y al mismo tiempo, has desarrollado tu obra ¿Eran las clases una forma de vida o de ganarte la vida?

A.G.: Aprobé una oposición y aunque nunca me había planteado dar clases, disfruté mucho con el contacto con los alumnos, es algo que ha fortalecido mi trabajo. Cuando hablábamos de la colocación de las piezas en la muestra en Valverdón, os dije que lo hice de forma natural porque tengo capacidad de trabajar con los espacios ya que he montado muchas exposiciones, muchas con mis alumnos, en las que procuraba que al menos hubiera una obra de cada uno, que a veces no era buena, pero que fuera de la clase, con espacio y luz diferente se convertía en obra interesante. Tuve la suerte de acabar en la Escuela de Mallorca, que era un lugar con mucha fuerza, vitalidad y energía. Conté con un equipo fantástico y viví los años

de la reforma de los ochenta, en los que trabajamos muchísimo los docentes para cambiar las cosas en el campo de las Bellas Artes. Participé en las comisiones que consiguieron que el arte no fuera una asignatura menor relegada a las escuelas de Artes y Oficios. Estuve ahí, ayudando en aquel empuje tan fuerte que logró cosas como la creación del bachillerato artístico…

Ch.A.: Muchos de mis alumnos que se van ahora a hacer este bachillerato te lo agradecerán…

A.G.: Me da mucha alegría que me lo digas, porque eso lo creamos nosotros. Fueron años maravillosos de convivencia y trabajo, un trabajo muy sentido.

Ch.A.: Hablando de trabajo, un ceramista parece que es un artesano, no un artista, aunque gente como Picasso, Dalí o Barceló hagan cerámica.

A.G.: Es así, todavía se sigue hablando de artes mayores y artes menores, de artistas y artesanos ¿Y el diseño dónde lo dejamos? En mi caso, transformo una obra hecha en barro en bronce o barro refractario, y es escultura. La cerámica contemporánea dio un salto increíble con los volúmenes

minimalistas de Llorens Artigas, y la simbiosis con la obra de Miró. Yo estaba en este ambiente cuando empezó a evolucionar y ahora hay un avance tan grande… en ARCO se han visto obras muy grandes con acabados cerámicos bellísimos, minuciosos. Al final, la cerámica está consiguiendo tener el sitio que se merece.

Carmen Borrego: ¿Tienes horno, Amelia?

A.G.: Si que tengo horno, hago las obras en cerámica para lo que es imprescindible. Cuando las ves en bronce nadie se atreve a decir que es artesanía… Ese desprecio… Menos mal que se pone en valor ahora que tenemos un material cerámico con tal capacidad de adaptarse a cualquier forma y color que es increíble. Era injusto aquello e hizo que se perdieran muchos artesanos que tenían un trabajo magnífico, como los tinajeros.

Ch.A.: No podemos resumir todo tu trabajo en esta entrevista, pero es cierto que en tu obra se ve la huella de un pasado que has estudiado e interpretado de forma muy personal.

A.G.: He viajado mucho y siempre a la búsqueda de algo que tenía repercusión en mi trabajo. Lo primero que hacía era ir a los museos de arqueología. Mucha de mi obra tiene sus raíces en el arte prehistórico y primitivo. La serie de las estelas, por ejemplo, se originó en un viaje a México, en las estelas de la cultura maya, en plena selva, o en el museo increíble de la cultura Olmeca, con aquellas cabezas gigantes expuestas

en medio de una recreación de la selva, con jaguares incluidos… y aquellas cabezas gigantes que luego han hecho Antonio López o Plensa. Cuando regresé, me puse a trabajar en las estelas, algunas de casi dos metros. Sin los conocimientos anteriores no lograríamos avanzar, sin las Venus

de Willendorf, sin el periodo arcaico griego… esa influencia la veis en los pies de mis estatuas, en la síntesis de la forma humana, en las grecas de los ropajes que trabajo de forma muy minuciosa… no habría avance en el Arte sin los maestros anteriores.

Ch.A.: Y sin trabajo, este trabajo tuyo tan impresionante…

A.G.: Creo en el trabajo muy sentido. Yo disfruto mucho con el trabajo, con estar en soledad, con los materiales, sintiendo cómo todo fluye. El trabajo bien hecho da mucha satisfacción.