La plaza de la Biblioteca Torrente Ballester se convierte cada verano en un espacio de cultura
Los barrios también existen, y precisan de música, de cultura viva y más en estos veranos que nos sacan a la calle al fresco de lo bueno, la sillita de enea y la compañía para conjurar los calores. Fuera del circuito de Plazas y Patios, de centro monumental que todos visitan, el barrio necesita de la verbena pequeña, del encuentro en el sitio de nuestro recreo. Y por suerte, siempre por suerte para el más populoso de los barrios salmantinos y para sus felices aledaños, nos queda la Biblioteca.
La biblioteca municipal, la Torrente Ballester, así, con mayúsculas. La grande, la moderna, la abierta a todos, tan abierta que tiene plaza aledaña y entrada que es escenario de veranos de concierto y sábanas blancas de cines de verano. Espacio de todos sin más frontera que el asiento que ocupamos, la biblioteca no solo sigue abierta la cristalera de nuestros estudios, libros, películas y cómics, sus mesas de periódicos para pasar el rato y sus cajas de música, sus espacios donde los niños brujulean entre los libros. La biblioteca se viste de verano y también sale a la fresca, y lo hace con cine para todos y con blues para vestirse de azul de mar, de piscina, de río para refrescar el atardecer tardío. Y es ese Blues tan bien elegido para el verano el que suena cada dos semanas con la magia de la programación cuidada que tan bien lleva Isabel Sánchez, alquimia de lo bueno. Un ciclo que se inició con Tony Blues Band y que ha vibrado con Mayka Edjole con The Pigfoot Band y seguirá con Ophelia Trio y Richard Ray Farrel.
Aquellos que tan usuarios somos de la biblioteca tenemos el gusto de vestirnos de verano y sentarnos a pasarlo al fresquito de esa plaza donde el Don Gonzalo de Mayoral aguanta carros y carretas, fríos, calores, pájaros y lluvias ocasionales. Tenemos el privilegio de la biblioteca, y no solo de su generosa oferta de libros, películas, actividades, sino del teatro, la música, el encuentro, las exposiciones, la lengua desatada y el bosque donde refrescar la mirada. Y mira que nos refrescamos con el azul del ya VII Festival de Blues que nos ha traído a esta fuerza de la naturaleza nacida en el País Vasco, con ecos de Aretha, Tina, Otis, Nina y ese James Brown que ponía su padre en casa de esta cantante prodigiosa que dejó la docencia por el escenario aunque sea con la precaria condición de underground, siempre aplaudida y reconocida porque su directo tiene la fuerza de las grandes divas. Dueña del escenario, de una simpatía arrolladora y un dominio de la voz apabullante, Mayka Edjole nos ofreció un concierto memorable junto a una parte fundamental de sus dulces vándalos, The Pigfoot Band. Una banda que suena magníficamente y cuyos músicos, Lucas de Mulder, magistral, Santi Martín en el bajo indispensable y Mario Carrión, batería estupendo, que sonaban con fuerza, con maestría y que se trenzan con la voz de la solista en una sola pieza.
Soul, funk, rhythm and blues, el recorrido de la banda es muy amplio y finaliza con un alarde gospell de la espléndida voz y de la entrega de Mayka Edjole, capaz de levantar al numeroso público que ocupó la explanada de la biblioteca que convierte en escenario su entrada en un ejemplo magistral de espacio público polivalente. Un aspecto, lo público, lo común, que resalta la cantante cuando da las gracias a Isabel Sánchez y al apoyo a la cultura. Una cultura que en ella tiene toda la fuerza de las grandes divas y en su banda, la magia de los grandes intérpretes. Un acierto absoluto en la programación de este verano que se escribe en azul, con un público entregado al baile, a la música y a esas noches en buena, tan buena compañía… Tan cerca, tan nuestra, tan biblioteca con B de Blues.
FOTOS: Fernando Sánchez