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La ley siempre frena al delincuente
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La ley siempre frena al delincuente

Actualizado 23/07/2023 20:48

Cuando no se es experto en leyes, como es mi caso, y se pretende aportar una solución salomónica, se corre peligro de infringir alguna de esas leyes. Decir que un gobernante ha prevaricado cuando ha tomado una decisión que choca frontalmente con nuestra forma de pensar, puede volverse contra quien lo afirme, porque siempre puede existir un texto legal o una disposición de última hora que le faculten para aplicar esa medida. Otra cosa muy distinta es la crítica del ciudadano contra resoluciones que, según su criterio, choquen frontalmente con la lógica, la ética, la moral o los usos democráticos.

Si el presidente del Gobierno, después de haberlo negado repetida y airadamente, se apoya en partidos contrarios a la Constitución y decididos a independizarse para sacar adelante su programa de gobierno, está dando pie a que una gran parte de los ciudadanos se declaren engañados y pierdan su confianza en él.

Cuando el presidente del Gobierno, para poder seguir siéndolo y aprobar las leyes que presenten sus socios (aun siendo opuestas a lo que anunciaba su programa inicial), está dispuesto a conceder derechos que favorecen la desigualdad “a cara descubierta”, no deberá extrañarle ser abucheado cada vez que aparezca en público.

Desde el momento que el presidente del Gobierno es capaz de indultar a delincuentes condenados por intentar independizarse, porque le amenazan con retirar su apoyo si no lo hace, no puede sorprenderse si esos mismos delincuentes siguen chantajeándole siempre que lo necesiten, y que el resto le afee su conducta.

En un determinado momento, la oposición sigue creciendo, y al presidente del Gobierno le faltan votos para sacar adelante leyes que “se pasan tres pueblos” ¿Qué hacer? Muy sencillo; ese partido que apoya a los terroristas que asesinaron a cientos de españoles (incluidos varios de su propio partido), también está dispuesto al apoyo, pero a cambio de votos por presos. Dicho y hecho. No tiene fuerza para indultarlos, pero si puede acercarlos a cárceles del país vasco y hacer la vista gorda cuando se les acelera su puesta en la calle y son homenajeados en su lugar de nacimiento. El cargo bien vale una misa. Más adelante, todo se hablará. Luego se enfada cuando la gente le grita: ¡Que te vote Txapote!

Los nacionalismos secesionistas nunca se mostrarán satisfechos con las concesiones que reciban del Gobierno central. Siempre será poco. Si, hipotéticamente, consiguieran un día su independencia, seguirían reclamando que solucionáramos sus problemas ¡por haber sido sus negreros! Es la ley del embudo; esa a la que tanto provecho han sacado siempre.

En base a ese apetito desenfrenado, catalanes y vascos no se sienten cómodos con todo lo que suponga freno o impedimento. Ese término tan manido de las “líneas rojas” no acaban de entenderlo. Mejor dicho, sólo lo entienden a medias: se muestran partidarios de marcar barreras al Estado, pero no de soportar las que el Estado deba imponer. Aprovechando que el Manzanares pasa por Madrid, sin prisa, pero sin pausa, están consiguiendo que Pedro Sánchez levante todas las barreras de seguridad que pudieran mantener a raya a futuros delincuentes. Vamos por partes.

Con la ingenua disculpa de controlar el tráfico, se comienza prescindiendo de los Sectores de Tráfico de la Guardia Civil (nadie se cree que los sustitutos lo hagan mejor). Bajo ese primer paso, se esconde la aversión a cualquier freno estatal, y por algo hay que empezar. A continuación, se pretenderá poner las labores meramente policiales en manos de las policías autonómicas (otro derroche difícil de justificar). Así se llega al desiderátum: prescindir de las FCSE, para que los grupos de presión independentistas tengan más fácil su expansión. Ya han conseguido que Guardia Civil y Policía Nacional sean residuales en esas Autonomías.

Y, porque no conviene recordarlo, nadie habla de la drástica reducción de Unidades Militares. Por si quedaba alguna duda, durante la etapa más virulenta del Covid-19, las FAS se desplegaron por toda España en misiones de apoyo. Eso sí, cuidándose de no mandar nadie a Cataluña, País Vasco y Navarra; allí donde precisamente mayor había sido el porcentaje de contagios. Siendo territorios fronterizos y de condiciones orográficas muy particulares, cualquier ejercicio de maniobras militares es lo más indicado por las FAS de cualquier democracia consolidada. Aquí, no. Sufren el rechazo de los intolerantes, y eso es suficiente para buscar otros escenarios.

Cuando las FAS, la Guardia Civil y la Policía Nacional dejen de molestar a los secesionistas; cuando el Código no recoja el delito de sedición y se reduzcan las penas por malversación; cuando las DUI sean consideradas meros desórdenes públicos, entonces será cuando España vaya realmente “como una moto”,.. directa al precipicio.

Aún faltaba la guinda. El “apuntador a sueldo” del separatismo se da cuenta del grave olvido que han sufrido: ¡se les ha pasado el CNI! No hay peor consejero que la ignorancia. Aunque sólo sea por propio egoísmo, todo el mundo aspira a contar con un Servicio de Inteligencia efectivo. Todos, menos los secesionistas. Por desgracia, los territorios que rechazan a los agentes del CNI han sufrido, más que otros, los efectos del terrorismo, interior y exterior. Pero no; lo que sus dirigentes no admiten es verse vigilados, aunque siempre sea con orden judicial. Son los mismos que, sin el menor disimulo, aseguran que volverán a celebrar un referéndum de independencia (Otegui ya le ha dicho a Junqueras que lo harán en la misma fecha). Hasta la fecha, Sánchez ha accedido a todo lo que le han pedido y, si vuelve a necesitar su apoyo, aún veremos cosas más graves.

Que los Servicios de Inteligencia son imprescindibles, lo saben las personas normales, y mucho más quienes pretenden garantizar la seguridad de sus gentes. Sólo los ignorantes y quienes pretenden ir contra la ley desean disponer de las mejores condiciones para poder delinquir. El arte de gobernar es una máquina compuesta de varios mecanismos, con el personal técnico suficiente para su correcto funcionamiento. Suprimir –o recortar- alguna de las leyes necesarias para gobernar con eficacia, es poner el freno de mano a esa máquina. Comenzará calentándose en demasía si persiste el obstáculo y podrá acabar quemándose si no se remedia a tiempo. De lo que se trata es de que el Estado deje de manejar información de primera mano.

Sánchez ha cedido a todos los chantajes de sus socios; y nadie le obligaba a hacerlo. Será farsante, pero no imbécil. Sabe que es la única forma de prolongar su estancia en La Moncloa. Con tamaña laxitud en la ley, podrá mantener su cargo. Lo que suceda con España y con las generaciones venideras le importa una higa, y toda esa cuadrilla que sobrevive a su sombra nunca encontrará otro personaje que esté dispuesto a satisfacer todas sus quimeras. Cuando escribo estas líneas, no ha comenzado la jornada electoral. De lo que salga del escrutinio, depende claramente nuestro porvenir.

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