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No hay paro...
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No hay paro...

Actualizado 20/07/2023 09:08
Antonio Matilla

…En mi oficio. ¿Y cuál es mi oficio? Desde hace unos años, el de jubilado, solo que no me gusta seguir la marcha de las obras públicas… o privadas. Soy sacerdote católico, párroco, cura, por más señas. Pero ¿ser cura es un oficio?

Hagamos un repaso por algunos de los diez significados que le da a esta palabrita el Diccionario de la RAE: por orden de aparición:

1- Ocupación habitual: en mi caso, desde que fui ordenado presbítero hace 47 años, fue así los dos primeros años y estos últimos once; en los otros 34 años lo viví ante todo como lo que creo que es: una vocación libre, voluntaria y entregada a Dios y a su Iglesia, representada de un modo especial por los que han sido mis obispos diocesanos: D. Mauro Rubio Repullés, D. Braulio Rodríguez Plaza, D. Carlos López Hernández y el actual, D. José Luis Retana Gozalo. Así que, resumiendo, mi oficio más habitual ha sido el de funcionario por Oposición, profesor de Primaria en activo durante siete cursos y en excedencia el resto para dedicarme al oficio de dar clase de Religión Católica, fundamentalmente en Institutos Públicos de Enseñanza Secundaria y Bachillerato.

2- Cargo, ministerio: bueno, sí a ambas cosas, porque el ministerio sacerdotal lleva consigo cargos y, especialmente, cargas. Los “cargos” son una forma de embridar la vocación de servicio a Dios y a la Iglesia y facilitan, mediante la asunción de responsabilidades, no convertir la vocación en una serie de “ocurrencias”. La vocación y la responsabilidad en el trabajo por cuenta ajena, en este caso, por cuenta del Estado y de la Conferencia Episcopal, son un buen antídoto contra uno de los defectos más graves que pueda tener un clérigo: el clericalismo. Si el Papa Francisco denuncia ahora el clericalismo, parece que, de alguna manera, me adelanté a lo que él ahora censura. Suerte que tiene uno.

3- Profesión de algún arte mecánica: eso no, que ni la educación en general, en el tiempo libre o reglada, ni la educación de la fe en particular, ni son ni deben ser un arte mecánica.

4- Habilidad y destreza logradas por la práctica de una actividad o profesión. Un escritor con mucho oficio. Algo habrá aprendido uno después de 47 años de vida pastoral y de mil quinientos artículos escritos, más o menos, más bien más…

8- Rel. Oficio divino: esto sí toca, sí. Aunque muchos días sea a las tantas o a las mañaneras (efectos secundarios de la entrega a la vocación y a los cargos)

Pero no todo depende de lo que diga la RAE ni de lo que yo piense, sienta o recuerde, porque el oficio no es lo que RAE y yo digamos, sino también lo que dice la sociedad. La sociedad, el público, los destinatarios, los usuarios, influyen mucho en la vocación y en el oficio. Por ejemplo: el otro día se me ocurrió echarme la siesta porque a mis 74 tacos de calendario ya le pesan las vocaciones, los cargos, las cargas y, en mi caso, las misas, bautizos, bodas… y entierros. Pues, señor, cometí el imperdonable olvido de no acordarme de reactivar el teléfono –móvil por supuesto- después de la siesta y ponerme a leer tranquilamente el periódico –“una vez a la semana es cosa sana”-. Conclusión: en una hora recibí 21llamadas, que no pude atender, por estar el teléfono silenciado. Pero las funerarias se ve que conocen el proverbial gusto de los curas por la siesta y una de ellas me hizo 5 llamadas, la familia otras 16 y dos o tres amigos despistados una cada uno. Veintiuna llamadas en una hora para fijar el momento de un entierro al día siguiente. ¿Qué significan? Que tanto la funeraria como la familia esperan encontrar al otro lado del teléfono a un profesional intachable, funcionario religioso, dispuesto a atender sus necesidades inmediatamente, pues esa es tu “profesión”, aunque lleves más de diez años cobrando la pensión de jubilado. ¡Está claro: hay que compaginar la vocación con el cargo y con la eficiencia empresarial!

Una cosa está clara: en este oficio mío no hay paro. ¿Por qué, entonces, hay tan pocas vocaciones para ser sacerdote?

Parafraseando a Tip y Coll, que en paz descansen y con la seguridad de que tuvieron un buen funeral, católico o laico, o ambos: “Y el próximo día hablaremos del paro de los curas y del Gobierno” … si es que los resultados electorales propician que se forme uno. Y, ya de puestos, ser cura es una de las mejores oportunidades para preparar el humus necesario para que madure la caridad política entre los españoles; está soterrada, pero “haberla hayla” (espero que este “galleguismo” no se me interprete como un guiño a Feijoo).

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