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El derecho a tener derechos
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El derecho a tener derechos

Actualizado 19/07/2023 07:54
Juan Antonio Mateos Pérez

Simplemente por el hecho de que vivimos en una comunidad, somos responsables de las acciones de los otros.

H. ARENDT

…es el derecho a tener derechos o el derecho de todo individuo a pertenecer a la humanidad, mismo que debería estar garantizado por la humanidad misma

H. ARENDT

Francisco de Vitoria comentaba que “el hombre fue creado en libertad... Por derecho natural todos los hombres son libres… La libertad es más útil que cualquier otro bien privado”. Vemos cada día que los derechos más básicos no se cumplen, que atentan contra la dignidad humana, muchos de ellos se consideran básicos y recogidos en La Declaración de Derechos, pero parece que solo tengan sentido en ciertas partes del mundo.

El concepto “derecho a tener derechos” nos lo ofrece Hannah Arendt en su obra y sostiene que los derechos solo pueden ser garantizados en el marco del Estado-nación. Tras la Segunda Guerra Mundial, cuatro millones de personas estaban desprotegidas por el Estado, la pensadora defendía la ciudadanía como una necesidad para poder acceder a los derechos básicos. En nuestro mundo globalizado todavía muchas personas no pueden gozar de derechos debido a la pobreza, la desigualdad y la falta de protección de los Estados.

El régimen totalitario de Hitler retiró la nacionalidad a H. Arendt en 1937, convirtiéndola en una apátrida hasta que consigue la nacionalidad de Estados Unidos en 1951. La experiencia de vivir en su propia vida despertó esa idea del derecho a tener derechos, aunque no todos corrieron su misma suerte. Millones de personas vivieron el desarraigo de convertirse en apátridas, en seres sobrantes y superfluos, lo que hace que se les saque de la dimensión política de la existencia, se los arroja fuera del mundo. Los que son apátridas, carecen de derechos.

Los derechos humanos que son determinados como inalienables, dependen de la soberanía de los llamados Estados nación que establecen en el interior de sus fronteras y establecen el paradigma de lo que es un ser humano, lo que Arendt llama las aporías de los derechos humanos. La época que vivió la pensadora fue esa superficialidad de la consideración de la persona deviene en “masa”, que la vida política y económica podría prescindir. Los gobiernos ante su incapacidad de establecer una protección de aquellos que no tienen nación, ninguna institución puede garantizar los derechos de estas personas.

La noción de H. Arendt surge de las nuevas condiciones del Estado moderno, donde un refugiado, una persona “sin Estado” o un desplazado son desposeídos de su ciudadanía. Esta situación el “derecho a tener derechos” que se dio después de la Segunda Guerra Mundial, se está produciendo en la actualidad con millones de migrantes sin papeles, refugiados, asilados o desplazados en cualquier parte del mundo. El “derecho a tener derechos” o el derecho de cualquier individuo de pertenecer a la humanidad, debería estar garantizado por la humanidad misma, no sólo por una comunidad humana organizada.

Los derechos humanos, tal como los ve H. Arendt, no tienen en cuenta al hombre real, sino a un ser humano abstracto que no existe, inventado por el pensamiento y la filosofía. El hombre abstracto tiene derechos, pero el hombre real fuera del ámbito nacional carece de los derechos más elementales. El ser humano expatriado es expulsado de la humanidad. Posiblemente la existencia de un “gobierno mundial”, tampoco podría garantizar esos derechos al estar unidos a la comunidad nacional, al Estado nación.

La pérdida de la esfera pública y del hombre privado que se produce en la época moderna, impide a los individuos que se puedan encontrar en un mundo compartiendo unos con otros. Esta situación que degenera la perversión de la condición de la vida humana se puede encontrar en el siglo XX y parte del siglo XXI. El apátrida, el refugiado que no tiene derechos nacionales, no tiene derechos humanos, con lo que asistimos a una manifestación de la perversión humana.

Cuando los seres humanos actúan juntos, en el espacio público es donde puede aparecer la libertad. Arendt, reclama la libertad como acción política, para que los derechos humanos tengan validez universal, con lo que es necesario la creación de un espacio público, local y global, donde el ser humano actúe, hable y opine para demandar la realización de éstos. Mediante la práctica de esa acción política, se puede otorgar un nuevo sentido a la ley, dando lugar a nuevas formas desterritorializadas, debilitando la línea entre los derechos humanos y los derechos de los ciudadanos. La libertad y la justicia deben empujar a un mundo más justo y equitativo.

El 2 de julio se anunciaba que al menos 51 personas han fallecido en un nuevo naufragio en la ruta migratoria hacia Canarias, una semana y media después de que otra tragedia se cobrara la vida de otras 36 personas. Nos toca luchar por un mundo más justo, ya que el “derecho a tener derechos” deviene en un cementerio, arrojando la humanidad de los más pobres al mar. La política debe servir para que sean respetados los derechos de todos, pero en especial de los más pobres y que puedan vivir con dignidad. La militarización de las fronteras, las devoluciones en caliente, la política en materia de asilo, dejan a los inmigrantes sin derechos y a merced de los traficantes de personas. Toda persona tiene derecho a solicitar asilo y protección, venga de donde venga.

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