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Releer (o descubrir) a nuestros poetas
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por toño blázquez

Releer (o descubrir) a nuestros poetas

Actualizado 18/07/2023 11:59
Toño Blázquez

Tenemos excelentes poetas, pero o no hemos leído sus libros o no les damos el valor que merecen

Yo tengo un amigo que vive muy cerca de la Plaza de Anaya. Todos los días pasa andando al lado de la catedral. Tomando una caña con él hace una semana se extrañaba del montón de turistas que se quedaban extasiados ante la impresionante y extraordinaria mole. ¡Pero si yo….si es mi vecina.!, me decía sorprendidísimo.

Total, que uno de los monumentos más extraordinarios de España está a unos metros de su casa y…ni le echa cuentas.

Bien, es una forma, como otra cualquiera de contarles que en Salamanca tenemos excelentes poetas que apenas les echamos cuentas. Que en muchos casos convivimos muy cerquita de ellos, pero o no hemos leído sus libros o no les damos el valor que merecen. No todos, a nuestro juicio, tienen el mismo nivel pero sí una notable calidad y, al menos, (en tiempos de wasapes y smarphones) es bueno conocerlos. Se venden pocos libros, cierran librerías…corren malos tiempos para las Humanidades (es tristemente triste). ¿Saben nuestros hijos quienes fueron Lorca, Alberti, Aleixandre, Celaya, Neruda, Machado, Hernández, Juan Ramón Jiménez…?

Poetas de mi cabecera, pero también otros y otras que están muy cerca de nosotros merecen atención. Vamos, para descansar a la sombra de tanta calorina, con algunos de ellos.

Annie Altamirano, en la Antología poética de Sonletras escribe: “Veo llegar las primeras sombras/ agrisando el cielo en mi ventana. /Es el otoño, la llovizna, /la sepia crepuscular de los cipreses/me tiñe de dorado la memoria, /enciende la hoguera del recuerdo/en la trémula piel abandonada.

En Los rostros de la huida (1996), Charo Ruano: “El amor es siempre/empezar de nuevo/sorprender la piel/con la luna llena/ Beberse de golpe/la rosa, los vientos/y gritarle al mundo/que todos lo sepan.

En la Antología de Sonletras (2013) Natividad Gómez Bautista: “Aún te queda la tierra bajo los pies/Y uñas para escarbar/quizás una tumba, / donde ocultar el hastío de las palabras vanas. /Los acerados átomos de lucidez/que aún te quedan. /Quizás la nada.

En la Antología de 2014, Desde un preciso lugar del mundo, publicada por la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes, María Ángeles Pérez López escribe: “El acento imposible en cada nota, /ese temblor del aire cuando vibra/porque viene la música de lejos, / de dentro de la piedra soñadora, / de su oculto deseo por el agua…”

De la misma Antología, Asunción Escribano: “No tienes fronteras. El aire no te roza. / Un pájaro quiere bautizar tus manos/ pero están sobre el agua, /haciendo palpitar el brillo de la tarde”.

Lecturas de hospital es un poema de Soledad Sánchez Mulas. Un fragmento: “Yo he vuelto al otro lado, /donde duermen los huesos de quebradizos sueños, /donde una mano de temblorosas yemas/ me dibuja en la piel/un signo incomprensible.”

En el poemario Caballos sobre el viento (2015) de Isabel Bernardo leemos: “A menudo el mar me trae una figura en sombra/que va dejando una traza/retraída en la marea/hasta perderse en un punto impreciso/donde, desde hace años/guardo el rostro en niebla de mi padre/y otros escasos bienes.”

Versos de Antonio Sánchez Zamarreño, de su libro El paladar a la intemperie (2009): “Tenía puesta aún la boca/ sobre su seno izquierdo y he sentido/ cómo se alzaba un pájaro:/ desde su corazón se alzaba un pájaro. / Es ya octubre en la piel. / Cruzan el lecho reses de ceniza.”

Florilegio se llama el poemario que Isidro Marcos de Paúl publica en 2001: “Ahora/ que te voy conociendo, / pobre y débil/ me descubro. Tú eres Palabra/ que comprende, / que se da entera/ y se siembra/ en el alma/para que brote/ el agua vida del amor, / que se derrama/ en torno mío”.

Desde su libro Versos tendidos al oreo, Julián Martín Martín nos dice: “Te invito a visitar mi alma serena/desde el acceso de sus espesuras; / dentro hallarás vivencias y ternuras/ libadas entre aristas de la pena”.

Desde su Andén número siete (2015), Esmeralda Sánchez Martín escribe: “Llueve, la ceniza, su aliento frío/sobre nuestro lecho invernal/ y nos callamos, torpes troncos/ en manos de la arena plomiza, / del rescoldo, que nunca hubo/ en nuestra casa”.

Publicado el 2013, El cielo de las libélulas, de Juan Carlos López Pinto, recoge versos como estos: “Cuesta creer que este año venga la primavera. / Pero llegará después del agua, / Con más fe que los ojos de los hombres. /Sé que está ahí fuera como la vida: / Silenciosa.”

Y más y más y más. Lean a nuestros poetas. La Generación del 98, la del 27… serán siempre la eterna peana que nos sustenta. Pero hay otras que están vivas y siguen creando. Y, siempre, siempre, recuerden los versos de Gabriel Celaya: “La poesía es un arma cargada de futuro”. A pesar, y por encima, de todo.