He de ser sincero, pensaba no volver a escribir hasta que todo pasara: mítines, palabras huecas, pabellones llenos, promesas, más de una mentira y alguna tropelía en forma de discurso. Pero me pueden las ganas, el vicio, soy un escribidor impenitente. Lo de la envidia, aunque parezca mentira, es para mí una satisfacción (envidia sana, por tanto) pese al significado que la RAE le da a esta palabra: “Tristeza o pesar del bien ajeno”. Porque desde el pasado 28 de mayo muchos pueblos, ciudades y hasta autonomías de este país tan cansado, tan harto de absurdos y extraños politiqueos, nos tiene envidia; envida a Salamanca y a los resultados salidos de las urnas en las elecciones municipales. Ha ganado el alcalde que nos gobernaba y lo ha hecho con mayoría absoluta (aunque las mayorías no me gusten porque las considero peligrosas) algo de lo que otros no pueden disfrutar, condenados a tragar durante cuatro años.
Y digo que ha ganado Salamanca porque de un plumazo (o de un papeletazo, por lo de papeleta en urna) en nuestro ayuntamiento se han quitado del medio tanta morralla incordiando a su alrededor, tanto grupúsculo de poco valer y menos trabajar por la ciudad. Pero especialmente, y de ahí viene la envidia de otros lugares y comarcas, por eso (por lo de papeleta en urna) los salmantinos, quiero pensar que conscientemente, hemos impedido que Vox plante sus reales en esta ciudad, o sus irreales y retrógradas formas y maneras de hacer política de vuelta al pasado más negro. Y no me duelen prendas “meterme” con este partido, ni me asustan ni me importan lo que piensen y me tiene sin cuidado que “me busquen”. Me ampara la libertad de prensa que siempre he respetado. Ahora don Carlos García Carbayo, alcalde y sin embargo amigo, ahora, digo, tiene usted un bonito, atrayente y esperanzador reto, ser el alcalde de todos los salmantinos y hacerlo bien, sin cortapisas, sin presiones, con diálogo serio y riguroso con la oposición y los ciudadanos.
Y vamos con la PENA de mi título. Como soy muy curioso, en los últimos días he entretenido mi tiempo (y tengo mucho) en leer sucintamente el programa de los partidos políticos que se presentan a las elecciones generales, con cada uno de ellos se podía hacer una novela. Pero en especial, el mamotreto sin pies ni cabeza de la ultraderecha y algunas manifestaciones de los políticos y personajes de Vox. Hay un diputado por Salamanca de ese partido cuya sarta es inacabable e insufrible. Primera perla: “Cuatro años más de sanchismo nos dejarían un país que no conocemos”: En lo de conocer tiene razón, dudo que al señor Víctor Coello de Portugal (lo de Portugal parece segundo apellido) lo conozcan tres de cada mil salmantinos; dudo igualmente si sabrá que tenemos dos catedrales y dónde se ubica cada una, cuantos arcos tiene la plaza, si es cuadrada o rectangular y que trayecto recorre la avenida de Portugal. Sus brillantes discursos (ninguno) en el Parlamento español y sus brillantes iniciativas para Salamanca (ninguna) son dignas de un tratado preocupante de la estulticia.
Otro. El señor Juan García-Gallardo, a la sazón y desafortunadamente vicepresidente de la Juna de Castillas y León, se le ocurrió esta lindeza “la ley contra la violencia de género es una anomalía en el mundo civilizado” e ítem más (da miedo y asusta) “la ley tiene incentivos perversos para que desalmadas la instrumentalicen en procesos de divorcio y logren ventaja en la obtención de la custodia de sus hijos”. Hay no acaba el chorreo de estupideces, prosigamos, “la ley divide a la sociedad y fomenta una guerra de sexos y sirve para alimentar chiringuitos de género regados con subvenciones”. Anomalía, desalmadas y chiringuitos. Si después de esto el personal les vota, que me lo expliquen, nada entiendo, hasta qué punto los han engañado Un prestigioso periodista, en un diario de tirada nacional, titulaba así su artículo de opinión: “Vota a Vox, vota a Franco”. “…hoy Vox pregona lo mismo que pregonaba el franquismo. Vota nacionalismo reaccionario y aislacionista. Vota contra la Constitución y la Unión Europea”. Y en el mismo diario, una catedrática de Derecho Constitucional apunta: “El programa de Vox, inviable y disparatado, supondría la reforma de la Constitución y los estatutos de autonomía”, “…es un documento cuajado de propuestas lisa y llanamente inconstitucionales”. Otro periodista dice: “El programa Electoral de Vox, probable socio del Partido Popular si suma los ansiados 176 diputados, se puede resumir como una vuelta a la España pre constitucional. Sus propuestas en fiscalidad, igualdad, migración, derechos laborales, crisis climática, educación y sanidad pública, eliminación del Estado de las Autonomías, eutanasia, aborto y otra larga lista de asuntos, lo convierten en un salto atrás de décadas”. Es regresar a los años cincuenta del siglo pasado.
Y digo yo de mi cosecha: pretenden enfrentarnos a Europa, sacarnos de la Unión Europea, y bloquear los miles de millones de euros de los fondos de la Unión. Y sigo diciendo que, después de esto y de muchas barrabasadas más, todas las mujeres de España se lo pensarán, y también los hombres. Y del mismo modo el chaval o chavala de 18 años que ejerce su derecho al voto por primera vez. En manos de la mujeres está (como en casi todas las cosas de esta vida) y de todos los votantes, impedir que Vox nos lleve de vuelta a los peores años de nuestra historia. Y no deseo que Vox desaparezca de nuestra política, basta con que el próximo domingo se quede con una escasa docena de diputados, para que vaya aprendiendo algo: a vivir con tanto derecho adquirido en tanta lucha, en libertad y en democracia, la que ellos quieren cercenar de golpe.
Jotamar, @[email protected]
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