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¿Quién teme a Virginia Woolf?
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LA PROVINCIA DEL ALMA

¿Quién teme a Virginia Woolf?

Actualizado 16/07/2023 09:55
José Luis Puerto

Parece mentira. Ya tenemos aquí, hoy, en nuestra sociedad, la censura presente, a través de vetos de determinadas instituciones municipales, de determinados ayuntamientos, a la representación de determinadas obras dramáticas relativas ya sea al gran dramaturgo español Lope de Vega –la cima de nuestro teatro áureo, junto con Calderón de la Barca–, a la gran narradora inglesa Virginia Woolf, o al maestro catalán Antoni Benaiges, que desarrollara en la escuela de la localidad burgalesa de Bañuelos de Bureba el método freinetiano, esto es, del gran pedagogo francés Célestin Freinet.

¿Quién teme a Virginia Woolf?, podemos preguntarnos, tomando prestado el enunciado de la gran obra teatral del norteamericano Edward Albee, de título homónimo, estrenada en 1962, y cuatro años después en España, en plena dictadura franquista y que, debido a su fuerte contenido, en el estreno español de la obra, se publicitaba con asertos como los siguientes: “No aconsejable para público no preparado”. O también: “Únicamente apta para espectadores de sólida formación”.

¿Quién teme a Virginia Woolf? ¿Quién trata hoy, en nuestro país, en un país plenamente democrático –o, al menos, eso quisiéramos–, atentar contra la libertad de expresión, censurando la representación de determinadas obras dramáticas, utilizando para ello peregrinas excusas?

Uno de los fundamentos más sólidos de toda democracia es el de las libertades, pero no esas libertades insustanciales y frívolas de irse por ahí a tomar cañas (al alcance de quien quiera y pueda permitírselo), que tanto se airean, sino las libertades de expresión, de reunión y de manifestación, que aparecen en cualquier tratado sobre lo que es una sociedad democrática.

Y mal nos irá si permitimos que hoy, en España, se censuren representaciones dramáticas, o se atente contra la libertad de expresión tanto en el ámbito de la cultura, como en cualquier otro campo. Y más cuando parte de nuestra población, la población adulta, tuvo que sufrir aquellos larguísimos años de dictadura, de la que algunos parecen tener nostalgia.

Vayamos a uno de los ejemplos de obras censuradas que indicábamos al inicio del artículo. Orlando, la novela de Virginia Woolf en la que se basaba la representación proyectada por la compañía Teatro Defondo, censurada por el ayuntamiento madrileño de Valdemorillo (formado por la coalición de PP y Vox), es una de las más famosas y celebradas obras de la narradora británica.

Al español, tradujo Orlando (la obra cuya representación ahora se prohíbe entre nosotros) nada menos que el grandísimo escritor argentino (una de las cimas literarias contemporáneas de nuestro idioma) Jorge Luis Borges. El ejemplar de nuestra biblioteca es una deliciosa edición de bolsillo de la Editorial Sudamericana (Colección Índice, pero no de libros prohibidos, claro), editada en Buenos Aires en 1968.

¿Y qué decir de la prohibición de la representación de la obra El mar: una visión de unos niños que no lo han visto nunca, que cuenta la historia, pedagógica y vital, del maestro republicano catalán (1903-fusilado en 1936) Antoni Benaiges, por parte del ayuntamiento burgalés de Briviesca, gobernado por el PP?

El caso de la censura de la comedia de Lope de Vega, La villana de Gatafe, no es menos significativa. En el ayuntamiento de la ciudad madrileña homónima a la del título lopesco, Vox pide censurarla por sus “insinuaciones sexuales”.

No son los únicos ejemplos de lo que está ocurriendo estos días con tales derivas censoras e inquisitoriales, que nos retrotraen hacia un pasado oscuro que creíamos abolido.

Por mal camino vamos, por mal camino va nuestra sociedad, si se permiten estas prácticas de atentado contra la libertad de expresión en el terreno literario, cultural, o en cualquier otro terreno. No nos lo merecemos y no podemos permitirlo, cuando vivimos en una sociedad democrática, en una sociedad abierta, que nos ha costado tanto conseguir, tras tanta dictadura.

Pero lograr que sigamos manteniendo esa sociedad abierta y democrática solo depende de nosotros.

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