El ganadero de la prestigiosa divisa salmantina nos abre las puertas de su finca y de su corazón para analizar el extraordinario momento que atraviesa, siendo referente en las grandes ferias del circuito.
Apenas media hora separa Salamanca de los cercados de la finca Garcigrande, en el término municipal de Alaraz. Casi setecientas hectáreas de campo bravo en el que pastan las reses de la prestigiosa divisa salmantina, que temporada tras temporada, desde hace ya varios años, es la más demandada por las figuras del toreo para anunciarse en las grandes ferias, en esos escenarios en los que no valen las medias tintas y donde apuestan siempre a caballo ganador.
A pesar del éxito y del reconocimiento entre profesionales y aficionados, el ganadero Justo Hernández es un hombre cabal, con los pies en el suelo y que ve realizado en el momento actual el sueño que siempre tuvo desde que era niño: “Nunca dejas de sentirte una persona muy normal y con el sueño cumplido de ser ganadero. Te llama la atención que aquello que cuando eras un niño te parecía tan grandioso de ver a los ganaderos como alguien muy importante, ahora te consideran a ti así de importante”. Su humildad a la hora de expresarse contrasta con el alto estatus que ha alcanzado gracias a sus tardes de triunfo en las plazas más importantes del circuito: “Uno nunca termina de asumirlo porque no te consideras como esos ganaderos de los que te hablo y a los que admiras desde siempre. Normalizas cosas que sé que no lo son”.
El ganadero de Garcigrande, preguntado por la clave de esa regularidad en el éxito, explica: “Lo único que hemos hecho ha sido hacer las cosas lo mejor que hemos sabido y seleccionar lo mejor que hemos creído, con dudas de si lo estamos haciendo bien o mal porque no se sabe si se está haciendo bien o no hasta años después, que es cuando se ven los resultados en la plaza”. Justo Hernández continúa explicando la evolución que ha experimentado al frente de la ganadería: “Poco a poco se va escalando y van yendo las cosas a mejor, pero tampoco eres consciente de por qué. Haces tu trabajo lo mejor que sabes y si ese trabajo te hace colocarte en una posición como en la que estamos, mejor que mejor, pero esto es un día a día en el que no se puede relajar uno”.
En ese devenir a lo largo de sus cuarenta años de historia ha sido clave la figura de su padre, D. Domingo Hernández, quien fundó la ganadería en la década de los ochenta con reses procedencia D. Juan Pedro Domecq. “Mi padre murió siendo ganadero y habiéndolo conseguido todo. Yo no sé si moriré con esa suerte. No sé el futuro que me espera. Vamos a vivir una vez y lo importante es vivir de lo que a uno le apasiona”, reflexiona Justo Hernández, quien recuerda emocionado la labor de su padre al frente de Garcigrande: “Mi padre se dedicaba a llevar la parte económica y administrativa. En definitiva, de todo lo que no es la genética ni el mercado de corridas, que es lo que hacía yo. Siempre me dejó dedicarme a la parte más bonita, la parte fea y desagradable la hacía él. Cuando murió, yo tuve que hacerme cargo de todo, pero no me apetecía nada... Lo pasé bastante mal y aparte parecía por momentos que le estaba quitando yo de en medio”.
Los inicios, como en todos los ámbitos, no fueron fáciles, pero cuatro décadas después el reconocimiento es totalmente unánime, algo que enorgullece a Justo Hernández: “Cuando empezábamos a querer ser ganaderos y a tener la ganadería empezando a funcionar existía hacia nosotros mucha crítica porque teníamos otro sector que impulsaba la economía de la ganadería. Con el paso de los años, de lo que más orgulloso me siento es haber obtenido el reconocimiento absoluto de todos los ganaderos”. Ubicados en pleno Campo Charro, es precisamente entre los ganaderos de divisas salmantinas donde más tiempo han tardado en reconocer los logros de Garcigrande, algo de lo que es plenamente consciente nuestro protagonista: “En Salamanca es donde más nos ha costado obtener ese reconocimiento del que te hablo, pero ahora mismo es unánime en todo el mundo y me siento muy orgulloso. Todo el mundo, sean amigos nuestros o no, nos considera ganaderos por encima de todas las cosas”.
Justo Hernández sabe que en el mundo del toro no hay memoria para lo que sucedió en el pasado y que el aquí y ahora es el que marca el presente y sobre todo el futuro más inmediato: “Por muy bien que hagas las cosas, si uno evoluciona más rápido que tu, ya no eres bueno, solo eres regular. Y aquí solo se puede funcionar si eres bueno. Si eres el mejor”. En ese posicionamiento de absoluto privilegio en todas las ferias de España y Francia ha sido clave la figura de Julián López “El Juli”. El torero madrileño conoce como la palma de su mano la ganadería de Garcigrande y ha sido un punto de apoyo fundamental para que la divisa charra haya alcanzado la gloria en numerosas tardes. El propio ganadero valora: “Una ganadería no es ni buena ni mala, es lo que dicen las grandes figuras del toreo sobre ella. Ellos son los que marcan el escalafón en todos los sentidos. La mejor ganadería es la que la primera figura dice que es la mejor, aunque no lo sea. Es el que impone sus condiciones. En ese sentido hemos tenido mucha suerte porque a El Juli le valía el toro de Garcigrande para lo que él buscaba, por encima del resto de ganaderías. Somos conscientes que el toreo evoluciona y en un momento nos hemos puesto a la cabeza pero ahora no sabemos hacia dónde va a evolucionar y El Juli antes o después se tendrá que ir y vendrá otra figura que necesite otras cualidades en los toros. Hay que demostrar que Garcigrande tiene mucha variabilidad y que es capaz de ajustarse a eso que nos vayan demandando”.
Preguntado sobre si actualmente se lidia el toro más completo de la historia de la tauromaquia, Justo Hernández no tiene ninguna duda al respecto: “El cambio en el reglamento impuso un toro con mucho más volumen, más caja, más edad y más kilos del que se estaba lidiando anteriormente. Las ganaderías buenas tuvieron un bache tremendo. Tras muchos años con esa exigencia del público y del reglamento, los ganaderos han ido consiguiendo ese toro que se pedía. Los ganaderos actuales no somos mejores que los de antes, pero sí somos los últimos en la evolución, y nos estamos llevando los elogios pero creo hay que compartirlos con los ganaderos anteriores, que también han tenido muchísimo mérito”.
Ser una ganadería puntera tiene sus pros y sus contras, y en ocasiones, al igual que se hace contra las figuras del toreo, la intransigencia llega por parte de cierto sector de la afición hacia la presentación, trapío e incluso juego de los toros que pastan en Alaraz. Esto es algo de lo que es plenamente consciente el ganadero de Garcigrande: “Soy consciente de que mi toro muchas veces no gusta, pero creo firmemente que no gusta toro a toro, aunque al final sí gusta Garcigrande. Eso lo he aprendido con el paso de los años, que con el tiempo valoran la estadística, la regularidad y el conjunto final por encima del comportamiento de cada toro a nivel individual”.
“La verdad que no me gusta el toro completo”, asegura de manera sincera Justo Hernández: “Soy partidario del toro que es exagerado por algo, por una cualidad, con personalidad y diferente. Me gusta la exageración en una cualidad aunque luego tenga cualquier otro defecto gordo”, explica el ganadero, quien no oculta que ha llorado por la forma de embestir de algunos de sus animales en las plazas más importantes del mundo. “Tuve la suerte de vivir el indulto de Orgullito en Sevilla. Aquello fue mágico. El toro tuvo mil defectos, pero cuanto más defectos tenía, más me gustaba”. Orgullito, indultado por El Juli en la Real Maestranza de Sevilla el 16 de abril de 2018, es sólo uno de los cientos de capítulos de oro en el libro de la historia de Garcigrande. “Hay muchos toros de los que he lidiado que me gustaría tenerlos aquí en la finca”, manifiesta Justo Hernández, quien continúa: “Son toros que han supuesto una evolución muy importante en lo que estás haciendo en tu ganadería. Además, muchas veces me he arrepentido de haber lidiado toros en las plazas en vez de quedármelos aquí en el campo, pero para poder hacer rentable la ganadería uno tiene que lidiarlos en las plazas más importantes del mundo”.
En esos escenarios la exigencia es tremenda tarde tras tarde, pero el ganadero considera que la presión va implícita en su persona: “La exigencia más grande te la impones tú porque quieres que todo el mundo te nombre el mejor y te considere referente en el mundo de la ganadería. Esa exigencia es brutal. Dejar al torero satisfecho, al empresario, al público, a los ganaderos… Eso es casi imposible de conseguir porque son distintos puntos de vista. Con el paso del tiempo vas consiguiendo que gente que no te entiende, al menos te admire o te respete”.
Garcigrande parece haber tocado techo, pero nada más lejos de la realidad. Temporada tras temporada saltan al ruedo toros con una importancia mayor a los que se lidiaron en el pasado. Recientemente en San Isidro un toro de la vacada de Justo Hernández fue premiado con la vuelta al ruedo tras una gran faena de Emilio de Justo que le permitió salir a hombros por la Puerta Grande de Las Ventas. “Parece imposible que vaya a salir otro toro como ese Valentón, o incluso el que lidió Tomás Rufo esa misma tarde en Madrid, que también me encantó, pero al final siempre van saliendo toros mejores. Aunque parezca tan difícil, al final terminan saliendo y se sigue mejorando, aunque si te digo la verdad no sé muy bien el por qué. Evidentemente, todos esos toros, me gustaría tenerlos en las vacas, pero lidiar en plazas de esta magnitud hace muy difícil que se pueda indultar un toro ahí”, sentencia Justo.
Antes de finalizar nuestra conversación, el ganadero de Garcigrande anhela el hecho de no haber podido lidiar nunca en la Plaza México: “Es la única plaza en la que me gustaría haber lidiado y aún no he podido hacerlo, ni lo voy a poder hacer”. Además, a Justo Hernández le queda una espinita clavada en lo más profundo de su transparente corazón: “Soy de Madrid, Sevilla me vuelve loco, pero hay una plaza que fue clave para Garcigrande en sus comienzos y a la que le tengo un cariño especial. Barcelona es donde nos hemos hecho importantes y se sentía el toreo como yo lo siento. Ahí me gustaría volver a lidiar alguna vez…”, finaliza el ganadero, quien ya espera con cierta angustia los principales puertos de montaña de una temporada en la que ya han lidiado con éxito en Sevilla, Madrid, Valladolid y Arenas de San Pedro. Por delante esperan otra quincena de festejos en los que las principales figuras del toreo se medirán a los toros que con mimo y dedicación ha criado durante cuatro años nuestro protagonista.