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Efecto Matilda 1: Claudette Colvin
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Efecto Matilda 1: Claudette Colvin

Actualizado 07/07/2023 07:55
Manuel Rodríguez Fraile

Ciertas personas se empeñan en negar la existencia de la violencia de género, lo que pone de manifiesto su inmensa ignorancia. La violencia contra las mujeres, por el mero hecho de serlo, se viene practicando impunemente desde que el mundo es mundo cada vez que se han ninguneado sus incontables aportaciones tanto desde la ciencia y la filosofía, como desde la literatura, la pintura y el periodismo, también desde la política y la religión. Se trata pues de violencia de género, de violencia de género histórica.

Por esa razón durante estos meses de ‘tiempos de verano’, me gustaría aportar mi granito de arena, aunque sólo sea por justicia poética[1], para sacar algunas mujeres de lo que Walter Benjamin[2], llamaba los restos y deshechos olvidados por los historiadores oficiales. Un poco de culturilla nos viene bien a todos, sobre todo en estos tiempos de mediocridad galopante.

‘Efecto Matilda’, fue el nombre que la cronista de la ciencia estadounidense Margaret W. Rossiter dio en su ensayo ‘La mujer como inventora’ a ese olvido al que son sometidas muchas de las mujeres que han realizado grandes aportes a la Humanidad. Lo hizo, para rendir homenaje a la sufragista y abolicionista, también estadounidense, Matilda Joslyn Gage[3], que desde muy joven participó activamente en una red clandestina para apoyar a personas que sufrían esclavitud y en defensa de los derechos civiles de los afroamericanos, lo que le costó varios años de cárcel.

La más conocida en la lucha contra el racismo y por la igualdad en los EE.UU es Rosa Parks, activista que con 42 años, el 1 de diciembre de 1955, en Montgomery (Alabama), ocupó en el autobús un asiento reservado para blancos y se negó a cederlo: No, no lo voy a hacer, fue su respuesta. Cuando le preguntó al policía que vino a arrestarla por qué debía renunciar a su asiento, este le respondió: No lo sé, pero la ley es la ley y ahora está bajo arresto. Fue detenida, juzgada, condenada y multada. Pero su actuación desencadenó un gran boicot que duro más de 380 días contra las empresas de autobuses. Los más de 40.000 negros de la ciudad se negaron a utilizarlos aunque algunos debían caminar varios kilómetros para llegar a su trabajo. Un año después el Tribunal Supremo de los Estados Unidos declaró inconstitucional la segregación racial en los autobuses.

Pero antes que Rosa Parks y en la misma ciudad, el 2 de marzo de aquel mismo año, una joven afroamericana de apenas 16 años, Claudette Colvin (que curiosamente había crecido en el mismo pueblo que Rosa Parks), realizó el mismo acto negándose a ceder su asiento a una mujeres blanca cuando había tres asientos más libres.

Claudette y su hermana habían sido abandonadas por su padre, y su madre tuvo que ponerlas bajo la tutelas de los abuelo que, cuando ella tenía 8 años, trasladaron su residencia a King Hill, el barrio negro más pobre de Montgomery.

Fue buena estudiante. Cuando cursaba la enseñanza secundaria formó parte activa de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color, donde conoció a la que sería su mentora, Rosa Parks.

Aquel primero de marzo, Claudette regresaba del instituto a su casa en un autobús que como en todos tenía asientos reservados para blancos y otros para negros, pero si algún blanco se quedaba sin él, los negros debían levantarse para cedérselo y quedarse de pie en el pasillo. La joven se negó y fue sacada a la fuerza del autobús y arrestada por los dos policías. Unos meses más tarde, el 21 de octubre y también en Montgomery, la joven de 18 años Mary L. Smith fue detenida por el mismo motivo.

La pregunta es si Rosa Parks hubiera actuado del mismo modo sin conocer las historias de aquellas jóvenes ‘matildas’ cuyas actuaciones hicieron posible el sueño al que Martin Luther King se refirió en su discurso del 28 de agosto de 1963 en las escalinatas del Monumento a Lincoln de Washington, como colofón de la Marcha por el Trabajo y la Libertad:

Yo tengo el sueño de que un día [...] allí mismo en Alabama, pequeños niños negros y pequeñas niñas negras serán capaces de unir sus manos con pequeños niños blancos y niñas blancas como hermanos y hermanas. ¡Yo tengo un sueño hoy!

Ellas encendieron la llama de la lucha racial en los Estados Unidos, pero el Premio Nobel de la Paz de 1964 fue para Martin Luther King y ellas siguieron siendo ‘matildas’.

[1] La justicia poética es un tópico literario en el cual la bondad y la virtud son finalmente premiadas y la maldad castigada, sin que las primeras sean una causa lógica de la segunda.

[2] (1892–1940) Filósofo, crítico literario, traductor y ensayista alemán de origen judío

[3] (1826-1898) Fue presidenta de la Asociación Nacional pro Sufragio de la Mujer desde 1875 hasta 1876, y por más de veinte años ejerció como Presidenta del Comité Ejecutivo o Vice Presidenta.

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