, 05 de mayo de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
A Pablo María de la Cruz Alonso Hidalgo
X

A Pablo María de la Cruz Alonso Hidalgo

Actualizado 05/07/2023 07:54
Antonio Matilla

Querido Pablo: aunque apenas hemos hablado durante estos últimos seis años, he procurado estar al tanto de la evolución de tu enfermedad a través de tu padre. Hermanos en la familia del cáncer, tan numerosa y variopinta.

El día de tus votos “in artículo mortis” recé, me emocioné y me asusté, porque un sustillo nos diste.

Santiago nos aconseja, al final de su carta (St. 5,16): “orad unos por otros… la oración ferviente del justo tiene mucho poder”. Hemos aprendido a rezar en la oración privada y en la pública, en la Liturgia, como el día de tus votos; también en el ámbito acogedor de la familia, arropados por la fuerza del afecto espiritual de nuestra madre, la ternura firme de nuestro padre y, quizá, la experiencia tranquila de nuestros abuelos. ¡Qué suerte haber tenido abuelos y haber disfrutado de ellos! También hemos podido tener experiencia de oración, distinta, en las peregrinaciones, en los campamentos, en lo alto de la montaña o en el claro del bosque.

Pero ¿cómo orar en el trasiego, no siempre silencioso, de una Sala de Espera del Hospital? ¿Se puede rezar mientras me domina la ansiedad y la incertidumbre por el diagnóstico que la médico me va a comunicar en la consulta que se hace esperar? ¿Se puede orar en la Sala de Tratamiento en los retazos de consciencia que logran aflorar en la somnolencia provocada por el polaramine que me administraban con la pre medicación del Tratamiento? ¿Se puede orar en medio del cansancio profundo, del dolor y del mareo? Como dice Jesús en Mt 19, 26: “Jesús, mirándolos, les dijo: para los hombres es imposible, pero no para Dios…” Porque es Dios quien reza en nosotros.

Hemos de orar “en presencia de Dios”, de modo que, cuando nuestra presencia de ánimo está disminuida por la fiebre, el dolor, el cansancio o la angustia, la oración ya no depende de nosotros, sino que es Dios quien la induce, porque Él está en nuestra presencia. En la Cruz Jesús habló poco, como poco habla el que está gravemente enfermo, de modo que debe ser Dios el que habla en nosotros y nos repite insistentemente, como se hace con los niños que no acaban de entender: “No tengáis miedo”, “no tengas miedo”. La oración del enfermo grave, podríamos decir parafraseando a Santiago, tiene mucho poder, porque se parece a las pocas palabras de Jesús en la Cruz.

Como muy bien se dijo en la homilía del día de tus votos, “todos somos enfermos terminales”. Y no solo porque lo diga el filósofo Heidegger, sino porque tú y yo lo hemos experimentado, o por mejor decir, porque nos han ayudado a entender que “está usted en el grado D-2” de una escala posible que llega hasta la muerte en el grado D-3 (A 1, A 2, A 3, B 1…). En mi caso, no solo la médico me dijo que era un enfermo grave; el obispo D. Carlos López Hernández, lo ratificó cuando le informé de que la médico me acababa de decir que, después de más de un año de Tratamiento, había alcanzado la Remisión Completa: “Si Dios te quiere aquí, será para que sigas trabajando”. Estaba en las mejores manos, las de Dios, y así pude experimentar el agradecimiento, porque antes había experimentado el regalo de la confianza. Un regalo de Dios para no malgastarlo en una existencia inauténtica.

Querido Pablo: a lo largo de los seis últimos años he rezado por tu salud y tú por la mía. Pero ahora estamos en otra dimensión: orar juntos por la comunión de los santos con tres intenciones que tuviste el valor de compartir con todos los que asistimos a tus votos: 1) Por la conversión de los jóvenes, para que abran su corazón a Cristo. Cincuenta y cinco años de dedicación a los jóvenes en mi caso, “ventajas” de ser más viejo que tú. 2) Por la unidad de todos los católicos y todos los cristianos; el cáncer nos ha permitido ver con más claridad que el centro de nuestra vida es Jesús, en la Cruz, porque el sufrimiento y la Cruz de Jesús y la nuestra, y la de los enfermos y los pobres y los descartados y los perseguidos y los mártires no se pueden negar. 3) Jesús pasó por la muerte, así que nosotros tenemos motivos para no huir de ella, engañándonos a nosotros mismos; de un hermano, en este caso “de la hermana muerte corporal”, como cantara San Francisco de Asís, no se debe huir; de una hermana no se huye.

Sigamos, pues, orando juntos.

Antonio Matilla

La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.

Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.

La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.

En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.