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Augusto y Caradura, la pareja más letal
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Augusto y Caradura, la pareja más letal

Actualizado 03/07/2023 07:23

Hablando del circo, siempre hay que acordarse de esa pareja que se complementa en escena para hacer reír a hombres y mujeres, a niños y adultos. Por un lado, está el estrafalario con inmensos zapatones y nariz roja postiza, a veces ingenuo y aparentemente torpe. Es el más cómico de los dos, el más simpático, el más bromista. Es el payaso por excelencia y recibe el nombre de Augusto. El otro miembro de la pareja es el clown, también llamado Carablanca, suele ser elegante, bien vestido, la cara pintada de blanco. Aparece como más inteligente y pretende ser más dramático que cómico.

Ese dúo suele ser la actuación más esperada de cada función. Una jornada del circo con floja actuación de los payasos, hace salir a los espectadores con mal sabor de boca.

En esta etapa democrática, España ha sido gobernada por personajes muy particulares. El público en general, y los periodistas en particular, han tratado de identificar cada uno de estos gobernantes con personajes de la actualidad y, en algunos casos, de la ficción. Las caricaturas han sido más o menos acertadas y, como es natural, nunca exentas de crítica.

Hoy quiero dedicar estas líneas a los dos personajes que, bajo mi punto de vista, han sido los políticos que más daño han causado a España después de la Transición: Zapatero y Pedro Sánchez.

Las circunstancias hicieron que los dos llegaran a La Moncloa cuando ni ellos mismos lo esperaban. Zapatero, (a) Augusto, tras unas elecciones celebradas cuando aún retumbaban en nuestros oídos las explosiones cerca de la estación de Atocha y no se había terminado de contabilizar el espantoso número de víctimas. La torpe manera de gestionar el atentado y la gran habilidad que comenzaron a exhibir no pocos medios de comunicación hicieron el resto.

En cuanto a Pedro Sánchez, (a) Carablanca, es un caso aparte en la evolución de los políticos. Con poco más que su planta, aprovechando las vacas flacas del PSOE, llegó a ser su Secretario General. En una reunión extraordinaria del Comité Federal, Sánchez ya exhibió maneras despóticas y, al mismo tiempo, algo que nunca ha abandonado: la mentira y el trapicheo. Fue expulsado del cargo. Lo que hubiera supuesto el final de la carrera de cualquier otro político, Sánchez fue capaz de transformarlo en una vuelta triunfal. A base de tesón y de pisar todos los comités locales de su partido fue capaz de recoger las firmas necesarias para recuperar su antiguo cargo. Es cierto que en su primer asalto a La Moncloa cosechó el peor resultado en la reciente historia del PSOE, pero tampoco se desanimó. Ya tenía asumido que, para conseguir su meta, tendría que pisotear los buenos usos y costumbres democráticos. La ocasión se presentó cuando apareció la sentencia de la Audiencia Nacional que condenaba al PP a pagar 245.492 € por la llamada trama “Gürtel”. Por desgracia, entre los partidos políticos que se sientan en el Parlamento, hay más de uno “adúltero”, dicho sea con todo el respeto a las señoras parlamentarias. Me estoy refiriendo exclusivamente a la forma que emplean los partidos para el manejo de fondos. Los que estén libres de pecado, pueden comenzar a tirar piedras.

El tema es lo bastante serio como para no hablar de payasadas. Pido perdón por el símil, pero no puedo evitarlo. Pensar que hemos estado gobernados por estos dos personajes hace que me pellizque para asegurarme de estar despierto. Zapatero es el presidente del gobierno capaz de pronunciar estas frases:

La nación española es un concepto discutido y discutible”.

“La tierra no pertenece a nadie, salvo al viento”.

“Otegui es un hombre de paz”

“Lo de que hay crisis es opinable”

“La cuestión no es saber qué puede hacer Obama por nosotros, sino qué podemos hacer nosotros por Obama”.

“Vamos a adelantar muy pronto a Francia, aunque se enfade Sarkozy”.

Tanta perogrullada junta no sería peligrosa si su autor no hubiera sacado los pies del tiesto. El que parecía un pardillo resultó ser un guerra- civilista de primera división. Sus manejos con los dirigentes de ETA, las ofensas de indocumentado en nuestras relaciones con los EE.UU. y los posteriores coqueteos convertido en embajador volante de todas las repúblicas hispanoamericanas sometidas a la dictadura comunista, han hecho de él un elemento seriamente peligroso para nuestros intereses. Adjudicarle el sobrenombre de Augusto se debe más a lo ridículo de su persona que a sus escasas dotes de simpatía y humor. Es la estampa del payaso que no hace reír.

Sánchez es el clásico Carablanca, más por la consistencia que por el color de su cara. Le va mejor lo de Caradura. Su actuación tiene muy poco de broma y menos aún de humor. Tampoco hace reír ni a los suyos. Entre sus manifestaciones ante determinadas situaciones no parece nada gracioso. Hay más de una que resulta francamente ofensiva.

Durante el homenaje a Miguel Ángel Blanco, con motivo del25 aniversario de su asesinato, dijo Sánchez:” España y Euskadi son hoy países libres”.

Para tirar por el suelo la independencia de la justicia, Sánchez hizo esta pregunta a un periodista: “¿De quién depende la Fiscalía? Pues ya está”.

Consciente de su afición a no decir la verdad, vísperas de su acceso a La Moncloa, la prensa quiso estar segura de su trayectoria. Sánchez, con cara de sentirse ofendido por la duda, replicó: “Con Bildu no vamos a pactar, si quiere se lo digo 20 veces”.

En un diálogo con sus hijas, demostraba su grado de erudición, comentaba: “Me acordé de San Juan de la Cruz en Salamanca: Como decíamos ayer”. Menos mal que no lo confundió con Millán Astray.

En su reciente auto-entrevista en El Hormiguero, se quedó tan tranquilo después de contestar: “Doy la máxima credibilidad a las encuestas del CIS. Lo que menos me importa, Pablo, es mi futuro”

Dicho lo cual –perdón por el tic tertulianés-, hay que admitir que estos dos personajes han atentado contra los intereses de todos los españoles, llegando, en algunos casos, a socavar nuestra democracia con decisiones claramente nefastas. Uno y otro están haciendo los posibles para que seamos el garbanzo rojo de Occidente. Son dos payasos muy peligrosos para manejar algo tan serio como es España.

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