En más de una ocasión hemos dicho que el futuro ya no es lo que era. Entre otras cosas, porque los cambios y los avances se producen con tal rapidez que el futuro empezó el día anterior, ayer. Por eso podemos utilizar el gerundio “viajando”, o el presente continuo que se utiliza en inglés, para referirnos a la Inteligencia Artificial (IA) y lo que conlleva.
El 25 de febrero del corriente utilizamos esta misma columna bajo el titular “Hablemos de Inteligencia Artificial” y terminábamos allí, diciendo que la IA era un viaje al futuro cuyo itinerario y detalles no conocía nadie, a la vez que nos emplazábamos a seguir hablando de ella. Pues aquí estamos, solo cuatro meses después, acudiendo a la cita, estimulados por los ríos de tinta y la presión que los medios de comunicación han puesto sobre el foco de la IA en los dos últimos meses.
La IA se está implantando de forma tan rápida y generando cambios tan profundos, que pensamos no debe pasar ni un minuto más sin entrar en el debate de sus aportaciones, desde el punto de vista ético, moral, de transformaciones sociales y de competencia al humanismo que necesitamos para el siglo XXI.
Recordar que, decíamos, la IA es un complejo tecnológico y constelación de sistemas que, se dice, está aprendiendo a someter a los humanos y que, según las investigaciones llevadas a cabo por la Universidad de Oxford, entre otras, un desarrollo descontrolado de la misma puede traer consecuencias apocalípticas para la Humanidad. El potencial de la IA es de tal envergadura que violenta las fronteras de la capacidad humana y de la existencia de esta, tal y como la conocemos.
Los mismos inventores y promotores de la IA abogan por que esta deba progresar lentamente y con una regulación específica internacional, si queremos salir al paso de una catástrofe humanitaria que se está viendo venir. Quienes pensamos en el futuro de la Humanidad, reclamamos una filosofía política de la IA que supere las reflexiones tecnológicas y que se adentre en las profundas transformaciones sociales y humanas a las que, aquella, somete al ser humano.
Hasta ahora, la razón y el pensamiento científico o político era un privilegio de los humanos, pero le ha salido un competidor, la IA. Estamos inmersos en la mayor revolución tecnológica de la historia de la Humanidad (ya lo apuntábamos en mi obra “La Sociedad de la Información. Vivir en el Siglo XXI”, 1997) La capacidad casi ilimitada de procesamiento de la información y de almacenamiento de datos, junto con la disponibilidad de superordenadores ultra rápidos, facilitan la irrupción masiva de la IA y la posible llegada de la aún más avanzada Inteligencia Artificial Generativa (AGI), capaz de generar nuevos conocimientos científicos y de realizar cualquier tarea humana. En la práctica, ya casi es imposible distinguir entre un texto generado por AGI o por un humano.
La tecnología siempre ha favorecido y hecho posible los avances de la Humanidad. Pero no todo lo que es capaz de hacer es bueno o socialmente aceptable, depende del uso que se haga de ella. Eso siempre ha sido así, lo que es diferente ahora es que la AGI tiene la capacidad de hacerlo, tanto lo bueno como lo malo, de forma exponencial. Se estima que la productividad mundial se va a multiplicar por siete, pero también generará altos riesgos de los cuales habrá que protegerse. Por consiguiente, no puede dejarse libre e incontrolado su desarrollo.
La tecnología está ahí, son máquinas capaces de crear razonamientos lógicos, luego no son inofensivas. Su aplicación resulta invasiva, toca muchas fibras del quehacer social y hasta de los sentimientos humanos. Es preciso un debate global, con altura de miras, en el que las Ciencias Sociales han de tener un papel primordial. Es el momento de la filosofía, la antropología, el derecho, la sociología, la comunicación, la economía, la geografía, la historia y, por supuesto, la política. Para decidir cómo queremos que esto se implante y que sea bueno para todos, no solo para unos cuantos.
Debate y reflexiones de las Ciencias Sociales que han de conducir hacia la redacción de un nuevo contrato social, el cuál venimos reclamando hace tiempo, y en el que queden explícito los derechos y las obligaciones de las personas, las máquinas y las aplicaciones, en este nuevo mundo que se está configurando. Poniendo a las personas en el centro y sus derechos por encima de cualquier otra consideración.
El propio Sam Altman, cofundador de la empresa OpenAI, creadora de ChatGPT, que es la herramienta más poderosa creada hasta ahora en el campo de la IA, ha pedido una actuación reguladora urgente ante la Comisión Judicial en el Capitolio de los Estados Unidos: “Es esencial regular la Inteligencia Artificial, y que esas normas garanticen que el público acceda a los muchos beneficios de esta tecnología...Mi peor miedo es que esta tecnología salga mal. Y si sale mal, puede salir muy mal”, ha dicho.
Al respecto, el pasado día 14 de junio el Parlamento Europeo dio luz verde a su plan, pionero, para regular la Inteligencia Artificial, lo que permitirá y lo que quiere prohibir. Un nuevo marco jurídico que contempla principios éticos y obligaciones jurídicas en relación con la implantación, desarrollo y uso de la IA en la Unión Europea (UE) Una regulación para el sector, pionera a nivel mundial y sacada adelante tras años de debate y negociaciones. Con esa regulación, la Unión Europea abre el camino para que otros actores internacionales hagan lo propio. Porque la IA es capaz de crear realidades paralelas, con las que habrá que convivir.
No es de extrañar que existan miedos por el cómo la IA va a cambiar la forma en que vivimos. Para muestra un botón, según Sam Altman “Con la Inteligencia Artificial habrá empresas de 1.000 millones de dólares llevadas por una sola persona”, con lo que eso supone para el empleo. Es primordial que el desarrollo de la IA sea pausado, regulado con prontitud y asumido sin agobios por la sociedad, evitando así repetir los errores cometidos con las redes sociales, donde se actuó de forma excesivamente lenta. Seguiremos hablando de IA.
Les dejo con Sinfonías de IA: Música clásica generada por inteligencia artificial:
https://www.youtube.com/watch?v=AOHYZRCuquc
© Francisco Aguadero Fernández, 30 de junio de 2023
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